jueves, 6 de noviembre de 2008

OTRAS PERSPECTIVAS, Amarilis C. Rey


Managua, La Habana, noviembre 6 de 2008, (SDP) En Cuba, debíamos estar llenos del hombre nuevo. Ese, de que tanto se habló y propagandizó en el siglo pasado, cuando todavía el gobierno podía augurar esperanzas a quienes en alguna medida le creyeron.

Aquellos proyectos se han desviado y todo parece indicar que las nuevas generaciones tienen otras perspectivas muy diferentes, aunque por años se trató que repitieran hasta el cansancio que serían comunistas y como el Ché.

Para Ariel, de 30 años y residente en la capital, es mejor alquilar el viejo Chevrolet, propiedad de su padre, que trabajar como economista.

“Yo estudié, y de que me sirve. Me ubicaron en una empresa donde no se podía inventar nada (entiéndase robar), era el sueldecito y ya, aquí gano más.” Me comentó mientras esperaba el cambio de luz del semáforo.

“Verdad que esto tiene sus riesgos, yo mismo no tengo licencia (permiso de trabajo), si me descubre la policía puedo perder hasta el carro. Espero que algún día esta gente se decida (las autoridades) y nos den un chance a los que queremos trabajar por cuenta propia”, apuntó.

Éramos cinco los pasajeros que disfrutábamos del confort que aún mantenía el auto a pesar del medio siglo de explotación, cuando un agente de tránsito indicó detener la marcha.

Molesto, el joven bajó del auto con unos documentos en sus manos. Mientras, todos quedamos comentando del inconveniente y la demora que acarrearía esta parada.

“Estos policías saben que uno está apurado y lo hacen para fastidiar”, dijo uno. Y otro agregó: “Es que le ponen una cuota de multas diaria y tienen que cumplirlas a como dé lugar”.

El agente del tránsito, en este caso una mujer mestiza de aproximadamente treinta años, examinaba los documentos mostrados por Ariel, con una cara muy seria. Desde nuestra posición observábamos que un diálogo se efectuaba entre ellos. De pronto, una sonrisa iluminó el rostro de la uniformada, al tiempo que devolvía los documentos solicitados.

Al regreso del chofer, nos interesamos por el incidente. “¿Te pusieron alguna multa?”. “Me la iba a poner, -respondió- dice que por exceso de velocidad, pero llegamos a un arreglo. Quedé que a la vuelta le traía un pomo de aceite y dos paquetes de galleticas de dulce, tiene dos niñas pequeñas.”

“La pobre, es que ella también esta luchando lo suyo”, aseguró uno de los pasajeros. Mientras una joven que hasta ese momento no había opinado, expresó: “Ellos también tienen necesidades como cualquiera, y si tienen niños más”.

Fue hasta cierto punto gracioso el cambio repentino hacia el otro extremo de mis compañeros de viaje al valorar la conducta de la agente del tránsito. Hubo risas breves que terminaron por un comentario del chofer.

“Yo me estaba muriendo, pues no tengo ni licencia para conducir. Ando con la de mi primo que se parece a mí. Menos mal que ella no se dio cuenta. Aunque todos estos policías son sobornables. Viven de eso, de lo que te quitan a ti y al otro. Hoy en Cuba es así. Todo se vende, sólo tienes que encontrarle un precio”.

El resto del trayecto se hizo en silencio. El conductor del vehículo, sin proponérselo, creó el epílogo de un breve episodio de la novela nacional, una realidad que nos invade y que muchos deseamos que sea diferente.
amarilisrey@yahoo.com

No hay comentarios: