Una hermosa bebita duerme plácidamente su siesta reparadora arropada por los duendes protectores de esta etapa de la vida. No se conoce en términos de medida cuan reparadora puede ser, lo que si se sabe es que al despertar acostumbran a demolernos sin misericordia acompañados en la faena de los mismos duendes, ejércitos de ángeles e incluso, del mismísimo Dios, que dicen perdona la inocencia. Así y todo, son bienvenidos; la vida sin la presencia de ellos pierde sentido práctico y su simple sonrisa nos propulsa a seguir adelante. Siga durmiendo jovencita, y usted, arrebátese de la risa.
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