La Habana, noviembre 6 de 2008, (SDP) Mientras que sobre los mambises italianos ya habló en su momento el etnólogo cubano Don Fernando Ortiz (entre otros investigadores y periodistas), resulta menos conocida la presencia en el ejército español de militares con esa nacionalidad.
Apenas 1517 y ya el ballestero Juan Barro y el tambor Bautista Genovés prestaban sus servicios en Cuba. Suele citarse a Juan Xinobe entre los que enfrentaron la invasión del pirata Francisco Jacques de Sores a La Habana, en 1555. A fines de ese mismo siglo. llegaba a las costas cubanas Francisco Gustiniani, quien se desempeñaría como Regidor Alcalde Ordinario de La Habana, Teniente de Tierra Adentro y Capitán de Caballos, entre otros cargos dentro del cabildo habanero.
Por su parte, Jácome Milanés, residente en Bayamo, encabezó a los vecinos de esa villa que en 1604 arremetieran contra el filibustero Gilberto Girón y rescataran al Obispo Cabezas Altamirano.
Llegado el siglo XVIII, se asentaron en la isla otros hombres de armas de nacionalidad italiana. Podemos citar al sargento Antonio Ferrera, vecino de Santiago de Cuba; y a Guiseppe María Francisco Vigo, quien apenas si permaneció en tierras insulares el tiempo suficiente para dejar su nombre en los registros antes de trasladarse a Nueva Orleans. En 1793 aparece en Remedios, pueblo del centro de la Isla, un Oficial de Medias Annatas nombrado José Joaquín Carrandi.
Durante el 1800, numerosos militares con apellidos italianos integraron los cuerpos de milicias de la nación caribeña. Fueron celadores, oficiales de marina, comisarios; ocuparon cargos, además, en los tribunales de guerra, batallones, regimientos... Los de mayor graduación se inscribieron incluso como socios numerarios de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Gracias a la Guía de Forasteros de 1823, hoy podemos recordar al Teniente Coronel Francisco Letamendi. Afírmase, también, que Joaquín Justiniani se desempeñó como Capitán del barrio habanero de Peñalver.
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, bajo el influjo de la revolución francesa y napolitana, viajaron hacia puertos de Cuba numerosos italianos que sustentaban ideas liberales. En consecuencia, mucho antes de iniciarse las primeras guerras independentistas en la Isla (1868-1878) algunos de aquellos inmigrantes ya se habían vinculado a sus movimientos separatistas. Así hizo el teniente Giovanni Placosio, quien en 1851 se unió a la fracasada expedición bélica de Narciso López y falleció durante los enfrentamientos con el ejército de la metrópoli. Por esa misma época, Máximo Borgellá era acusado de conspiración contra el estado y el joven tipógrafo cubano-italiano Eduardo Facciolo Alba moría en el garrote, en aras de la causa independentista.
Ha quedado demostrada, al parecer, la visita de Garibaldi a La Habana en aquel turbulento año de 1851. Utilizó el pseudónimo de Giuseppe Pane, identidad ya empleada por él durante sus actividades revolucionarias en la "Joven Italia", unos diecisiete años atrás. Lo acompañaba su amigo Francisco Carpenetto. Aunque los objetivos del viaje permanecieron en el mayor secreto, muy serios historiadores afirman que pretendían organizar un grupo conspirativo.
No obstante existir mayor constancia de italianos mambises durante la segunda contienda independentista en Cuba, Fernando Ortiz incluye en su ya mencionado libro al siciliano Aquiles Aviles, caído durante el asalto a Las Tunas, en 1870. primaveradigital@gmail.com
Apenas 1517 y ya el ballestero Juan Barro y el tambor Bautista Genovés prestaban sus servicios en Cuba. Suele citarse a Juan Xinobe entre los que enfrentaron la invasión del pirata Francisco Jacques de Sores a La Habana, en 1555. A fines de ese mismo siglo. llegaba a las costas cubanas Francisco Gustiniani, quien se desempeñaría como Regidor Alcalde Ordinario de La Habana, Teniente de Tierra Adentro y Capitán de Caballos, entre otros cargos dentro del cabildo habanero.
Por su parte, Jácome Milanés, residente en Bayamo, encabezó a los vecinos de esa villa que en 1604 arremetieran contra el filibustero Gilberto Girón y rescataran al Obispo Cabezas Altamirano.
Llegado el siglo XVIII, se asentaron en la isla otros hombres de armas de nacionalidad italiana. Podemos citar al sargento Antonio Ferrera, vecino de Santiago de Cuba; y a Guiseppe María Francisco Vigo, quien apenas si permaneció en tierras insulares el tiempo suficiente para dejar su nombre en los registros antes de trasladarse a Nueva Orleans. En 1793 aparece en Remedios, pueblo del centro de la Isla, un Oficial de Medias Annatas nombrado José Joaquín Carrandi.
Durante el 1800, numerosos militares con apellidos italianos integraron los cuerpos de milicias de la nación caribeña. Fueron celadores, oficiales de marina, comisarios; ocuparon cargos, además, en los tribunales de guerra, batallones, regimientos... Los de mayor graduación se inscribieron incluso como socios numerarios de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Gracias a la Guía de Forasteros de 1823, hoy podemos recordar al Teniente Coronel Francisco Letamendi. Afírmase, también, que Joaquín Justiniani se desempeñó como Capitán del barrio habanero de Peñalver.
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, bajo el influjo de la revolución francesa y napolitana, viajaron hacia puertos de Cuba numerosos italianos que sustentaban ideas liberales. En consecuencia, mucho antes de iniciarse las primeras guerras independentistas en la Isla (1868-1878) algunos de aquellos inmigrantes ya se habían vinculado a sus movimientos separatistas. Así hizo el teniente Giovanni Placosio, quien en 1851 se unió a la fracasada expedición bélica de Narciso López y falleció durante los enfrentamientos con el ejército de la metrópoli. Por esa misma época, Máximo Borgellá era acusado de conspiración contra el estado y el joven tipógrafo cubano-italiano Eduardo Facciolo Alba moría en el garrote, en aras de la causa independentista.
Ha quedado demostrada, al parecer, la visita de Garibaldi a La Habana en aquel turbulento año de 1851. Utilizó el pseudónimo de Giuseppe Pane, identidad ya empleada por él durante sus actividades revolucionarias en la "Joven Italia", unos diecisiete años atrás. Lo acompañaba su amigo Francisco Carpenetto. Aunque los objetivos del viaje permanecieron en el mayor secreto, muy serios historiadores afirman que pretendían organizar un grupo conspirativo.
No obstante existir mayor constancia de italianos mambises durante la segunda contienda independentista en Cuba, Fernando Ortiz incluye en su ya mencionado libro al siciliano Aquiles Aviles, caído durante el asalto a Las Tunas, en 1870. primaveradigital@gmail.com
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