Lawton, La Habana, 11 de Noviembre 2008 (SDP) Durante 26 años, me dediqué con entera devoción a la carrera de los saldos y números y aunque a Kevin Costner, no se le ocurriría ser contador a mi, no se me ocurriría, ser actor de Hollywood,
Las últimas reflexiones del Anciano, más que una broma, son sin lugar a dudas un sarcasmo. Ahora resulta que quien nos mantuvo en el ostracismo mas absoluto, durante años, de buenas a primeras, se ha convertido en el Primer Economista de Cuba. De hecho lo fue, pero siempre que pudiera torcer la contabilidad “como frágil varilla de estaño”, así decía una canción de Panchito Riset, en mis niñez.
Como estamos en reflexiones, y ahora lo puedo hacer, sin pedir permiso. Hagamos algo de historia, para el 80% de los cubanos, ya que un 20% restante, vive en libertad y si no lo sabe, se pueden enterar los que quieran.
Hasta 1962, existía en Cuba, si no, el mejor, unos de los mejores sistemas contables y tributarios del Continente, a pesar de que el Anciano, mostró siempre de forma notoria, su irritación por este.
Renuente al control y a las obligaciones, incluso a las familiares, donde se sentía en camisa de fuerza, consultó a un eminente economista oriental, Regino Botti y a otro tan eminente, como lo fue el Comodoro del Yacht Club de Cienfuegos, Lic. Dorticós Torrado. Entonces se creó un súper ministerio económico que a pesar de que era su objeto social, fue bautizado por el Anciano, a quien gustaba mucho bautizar, como Junta Central de Planificación o mejor JUCEPLAN, como la conocimos los cubanos que pasamos de 45 años.
Este paso no era nuevo. Durante los 3 años anteriores a esta entelequia, el genio del Anciano había creado el INRA, que en su momento de esplendor, lo mismo compró barredoras de nieve que ametralladoras Spandau (aun con la svástica nazi), sedas, vajillas, muebles clásicos chinos, estos últimos muy apreciados por los embajadores occidentales. Ellos los compraban al por mayor y los revendían en Europa, al por menor y bien al por el menor.
Pero sigamos con JUCEPLAN. Como escoba nueva, barre bien, nombraron a Regino Botti como presidente y este veterano comunista se creyó, al igual que muchos más, que la Revolución Socialista, era un órgano político colegiado, y que se podía actuar de forma responsable, con criterio propio. ¡Craso error!
El primer y único encontronazo fue con el Anciano, ya que otro economista, digo comunista, pedía dinero. ¿Pero, para qué podría ser? Era para unos fantásticos proyectos de industrialización como fabricas de mochas, machetes y alambre de púas.
A esto, el buenazo de Botti, respondió, de forma oficial que no era factible. En el mercado internacional, en específico el chino (de Mao), se podían adquirir por sólo el 10% del costo de los proyectos del Ministro argentino.
Este, que al final no fue ni comunista, ni médico y mucho menos economista, se quejó al Anciano, que citó a una reunión inmediata a Botti, Dorticós y al argentino, para tomar una decisión. Como Botti y el argentino atorrante, no cedían el punto y en aquella época, al Anciano le interesaban más los favores de una blonda y bellísima vedette, que una discusión retórica, sobre algo tan aburrido, hizo la pregunta salomónica al infeliz de Botti. Le dijo: ¿Entonces, Regino que tú propones como alternativa económica para el país?
!Pobrecito¡ Se lanzó con la fe de un Kamikaze islámico y contestó en minutos, fue su sentencia de muerte política: ¡El Turismo Comandante¡ -dijo.
El Anciano, enmudeció, por segundos. Más tiempo, con el, es un record Guinness. Ahí mismo, le anuncio que quedaba destituido. Porque la Economía de Cuba, y cito, “no podía estar en manos tan irresponsables, que quisieran, regresar a la Cuba del 50, con rumberas putas, turistas americanos y homosexuales incluidos” y que para sustituirlo, estaba presente, el Comodoro Dorticos y dio por terminada la reunión. Esta sería una primera crónica, sobre los avatares del Anciano como Maestro Economista. Hay más. Como para llenar un libro. Hasta pronto.
primaveradigital@gmail.com
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