jueves, 28 de mayo de 2009

CARTELES, Frank Correa



Jaimanitas, La Habana, 28 de Mayo del 2009, (SDP) De Jaimanitas para Santa Fé por la Quinta avenida, a la derecha y pegado al mar, se encuentra el complejo turístico “Marina Hemingway”, con sus cuatro canales interiores.

Al final del primer canal, a la entrada del Taller de Reparaciones de barcos, pernocta a la intemperie un cartel muy deteriorado con un retrato de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, junto a una frase a la que le faltan casi todas las letras. Sólo sobrevive su encabezamiento: La.

Uno siente curiosidad de saber cuál fue, de los miles de apotegmas que escribiera el apóstol, el que una vez llenara aquel vacío. Pero también nos asiste una irremediable indignación, por el doble sentido que la indolencia de los irresponsables hace reverberar junto al retrato del prócer.

La, ¿qué?
¿Artículo determinado femenino singular?
¿Acusativo del pronombre personal de la tercera persona?
¿Símbolo químico de Lantano?
¿Sexta voz de la escala musical?
¿O una oración que hablaba de libertad, de la razón y la pureza?

Por este sitio transitan diariamente miles de personas. Además, es la vía expedita de los altos dirigentes de la revolución. Nadie parece percibir el agravio de relegar a José Marti, el tenor de las letras hispanoamericanas, al penúltimo sonido de los registros agudos de la escala musical.

Martí, un hombre que sacrificó su existencia en busca de la justicia y la democracia para Cuba, suprimido en plena vía del verbo poderoso, del sustantivo enérgico, de los adjetivos viriles.

Tres kilómetros más adelante por la misma acera, en un edificio en ruinas habitado por familias, hay otro cartel igualmente singular. Peligrosas cuarteaduras en toda su estructura, arquitrabes y columnas rajadas, ventanas de madera podridas por el comején y pedazos de hormigón que caen continuamente a la calle, obligaron a las autoridades del lugar a colocar un aviso de peligro.

Tal vez por la escasez de materiales que hoy acosa al país y para aprovechar el poco cartón disponible, le escribieron encima una consigna partidista. Uno pasa por la Quinta avenida y observa en la planta baja del edificio en ruinas el cartel y no queda otra alternativa que echarse a reír.

Ahora sí vamos a construir el socialismo.
Cuidado. Derrumbe.
primaveradigital@gmail.com

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