jueves, 21 de mayo de 2009

TRADICIONES BAJO LA LLUVIA Amarilis C Rey


Managua, La Habana, Mayo 21 de 2009(SDP) Por estos días, las fiestas tradicionales de la localidad de Managua, en Ciudad de la Habana, ha venido a cambiar la rutina de sus residentes.

De origen religioso, esta celebración que recuerda la fundación de la Villa el 15 de mayo de 1730, tiene como eje principal al santo patrón “San Isidro Labrador”, cuya imagen, desde entonces cargada en hombros, era costumbre que recorriera las calles de su pueblo.

Pero al parecer con el lema de: “Las calles son para los revolucionarios”, el sistema político que tomó el poder en Cuba en 1959, prohibió estas manifestaciones públicas, por lo que los fieles tuvieron que conformarse durante años con pasear la imagen por el interior del templo.

Después de varias décadas, esa prohibición se convirtió en restricción. Y hoy las autoridades solo permiten el recorrido alrededor de la manzana donde esta ubicada la iglesia, bajo las miradas inquisitivas de agentes policiales y de la policía política que no disimulan su disgusto y preocupación ante el espectáculo de fe.

Fe que muchos creyentes aseguran que este año estuvo bendecida por el cielo, debido a que un aguacero torrencial se presentó a acompañarlos durante el recorrido.

“Estaba nublado, pero pensábamos que no sería mucho, pues ya había caído un buen chubasco, pero no importa, nos mojamos con gusto, eso limpia el camino”, dijo Caridad, de 70 años, que sostuvo uno de los estandartes en la procesión.

Algunos participantes se protegían de la lluvia con sombrillas, otros con capas. Pero la mayoría prefirió correr la misma suerte de la imagen de San Isidro y la Virgen de Fátima que tenían sus túnicas saturadas del agua lluvia.

La celebración de estas fiestas se desarrolló durante toda la semana, y contó el martes 12 con una misa que ofició Monseñor Carlos Manuel de Céspedes. El miércoles estuvo dedicado a los niños y a la Virgen de Fátima, por lo que varios pequeños rememoraron el milagro de la aparición de la santa a los dos hermanitos en esa región de Portugal.

Paralelo a las actividades religiosas, el milagro del que tanto habló el sistema: el hombre nuevo también estuvo presente. Ese individuo actual que saturado de alcohol baila y ríe sin importarle mucho esta historia. Ese que la policía tiene que vigilar para tratar de evitar que con su proceder pendenciero empañe el propósito gubernamental que parece ser rescatar, en alguna medida, las tradiciones de la comunidad.

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