Guanajay, Habana, 21 de mayo de 2009, (SDP) Pasa que cuando se pierde la vergüenza, cuando la cobardía se envalentona y se hace creíble la mentira, cuando el ciudadano es atropellado, privado de sus derechos constitucionales, cuando hacen caso omiso al reclamo y sólo prima como estandarte la amenaza, cuando pende sobre el reclamante el encarcelamiento y está privado del derecho a la réplica en los medios informativos oficiales, los únicos permitidos en este país, ¿qué camino le queda?
Cuba critica a otros países por estas y otras razones no inherentes a la moral de un gobierno que se enorgullece de sus avances en los campos de la educación y la salud pública gratuita, algo, según la voz oficial, que es un logro único en el mundo, que consta en su haber,- y es de admirar- , con numerosas brigadas médicas y deportivas repartidas alrededor del mundo,
El gobierno cubano, que tanto critica a otros países es incapaz, en muchas ocasiones, de ponerle coto al atropello tanto físico como psicológico que sufren y han sufrido sus con nacionales por parte de cualquier engallado dirigente, o un policía que ha encontrado su plena realización en humillar a los demás, gracias a la credibilidad que da el uniforme azul y la pistola.
Este país ha sido objeto, en innumerables ocasiones de señalamientos y acusaciones por parte de instituciones internacionales de prestigio sobre violaciones de los derechos humanos, lo que niega y reniega a mandíbula batiente, reiterativamente, sin sonrojo siquiera, y sin que importe el qué dirán. Y arremete contra el asunto echando pestes de países como Estados Unidos, España, Australia o Israel, a quienes acusa de ser depredadores insignes y de cometer crímenes contra la población civil. Es su verdad.
Pero, ¿con qué moral se exige respeto del uno al otro cuando se han cometido, y se cometen por parte del demandante, abusos de todo tipo, y de frente a las leyes establecidas? Sobran pruebas de activistas de los Derechos Humanos presos y humillados, tanto física como psicológicamente, por el solo hecho de exponer sus verdades, por el solo hecho de no estar de acuerdo con el régimen y exponer sus puntos de vista, a contracorriente y sin derecho alguno a la confrontación verbal, ni a disentir, como lo puede cualquier ciudadano del mundo donde exista verdadera democracia y transparencia ideológica. En eso radica el principal concepto de una ideología plena, y no en el momo.
Me sobran razones y experiencia de reiterados abusos laborales y verbales cometidos contra mi persona, la pérdida de mi puesto laboral por una simple arbitrariedad de un dirigente mangante y venido a menos desde las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en componenda vergonzosa con la jefa de recursos humanos y su berreante segunda al mando.
Esto ocurrió en el país que dice proclamar y llevar a vías de hechos el con todos y para el bien de todos, y otros anhelos del apóstol Martí en cuanto a equidad sin distingo de raza, sexo o religión. En realidad, se martiriza a Martí con diatribas tergiversadas de su legado puro y decoroso.
En una sociedad de derecho, yo hubiera tenido derecho a ser escuchado. Me hubiera asistido el derecho de demandar a tales personajes y carearnos de tú a tú frente a un tribunal por daños y perjuicios. Me hubiera asistido el derecho de pertenecer a un sindicato independiente en aras de hacer justicia.
En una sociedad de derecho, no lo niego, también me hubiera quedado sin trabajo, y quizá, por reclamar mi derecho, hubiera tenido que enfrentar a una turba de gamberros asalariados. Pero la diferencia radica en que en aquella sociedad no dicen que no te botan. Te alejan del trabajo, pero me hubiera asistido el derecho a la huelga y la indemnización, me hubiera asistido el derecho a disentir. Mientras que este transparente y justo socialismo dice que ningún obrero queda desamparado, y hace todo lo contrario.
Muy poco o nada se hace, no asiste el derecho al obrero que sufre la aberración sofisticada y canalla de un dirigente chatarra y sus compinches. Se agudiza el conflicto si este hombre es un negro.
Nada, a no ser el despido despiadado y psicópata, cuando menos, lo que espera a quien se atreva, dentro de las leyes, a reclamar un derecho visible, algo, que por supuesto, en poco o casi nada tiene que ver con el derecho humano, porque un obrero, no es un ser humano, y a él se le pueden violar sus derechos sin que por ello se caiga en tales violaciones, cosa que, por supuesto, nunca o muy pocas veces llegan y se analizan en el Consejo de Derechos Humanos.
El único derecho que me asiste, es el que me quieran dar y nunca llega. Conceder esos derechos es una buena y decorosa manera de ser consecuente con el legado martiano.
makandalmm@yahoo.com
Cuba critica a otros países por estas y otras razones no inherentes a la moral de un gobierno que se enorgullece de sus avances en los campos de la educación y la salud pública gratuita, algo, según la voz oficial, que es un logro único en el mundo, que consta en su haber,- y es de admirar- , con numerosas brigadas médicas y deportivas repartidas alrededor del mundo,
El gobierno cubano, que tanto critica a otros países es incapaz, en muchas ocasiones, de ponerle coto al atropello tanto físico como psicológico que sufren y han sufrido sus con nacionales por parte de cualquier engallado dirigente, o un policía que ha encontrado su plena realización en humillar a los demás, gracias a la credibilidad que da el uniforme azul y la pistola.
Este país ha sido objeto, en innumerables ocasiones de señalamientos y acusaciones por parte de instituciones internacionales de prestigio sobre violaciones de los derechos humanos, lo que niega y reniega a mandíbula batiente, reiterativamente, sin sonrojo siquiera, y sin que importe el qué dirán. Y arremete contra el asunto echando pestes de países como Estados Unidos, España, Australia o Israel, a quienes acusa de ser depredadores insignes y de cometer crímenes contra la población civil. Es su verdad.
Pero, ¿con qué moral se exige respeto del uno al otro cuando se han cometido, y se cometen por parte del demandante, abusos de todo tipo, y de frente a las leyes establecidas? Sobran pruebas de activistas de los Derechos Humanos presos y humillados, tanto física como psicológicamente, por el solo hecho de exponer sus verdades, por el solo hecho de no estar de acuerdo con el régimen y exponer sus puntos de vista, a contracorriente y sin derecho alguno a la confrontación verbal, ni a disentir, como lo puede cualquier ciudadano del mundo donde exista verdadera democracia y transparencia ideológica. En eso radica el principal concepto de una ideología plena, y no en el momo.
Me sobran razones y experiencia de reiterados abusos laborales y verbales cometidos contra mi persona, la pérdida de mi puesto laboral por una simple arbitrariedad de un dirigente mangante y venido a menos desde las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en componenda vergonzosa con la jefa de recursos humanos y su berreante segunda al mando.
Esto ocurrió en el país que dice proclamar y llevar a vías de hechos el con todos y para el bien de todos, y otros anhelos del apóstol Martí en cuanto a equidad sin distingo de raza, sexo o religión. En realidad, se martiriza a Martí con diatribas tergiversadas de su legado puro y decoroso.
En una sociedad de derecho, yo hubiera tenido derecho a ser escuchado. Me hubiera asistido el derecho de demandar a tales personajes y carearnos de tú a tú frente a un tribunal por daños y perjuicios. Me hubiera asistido el derecho de pertenecer a un sindicato independiente en aras de hacer justicia.
En una sociedad de derecho, no lo niego, también me hubiera quedado sin trabajo, y quizá, por reclamar mi derecho, hubiera tenido que enfrentar a una turba de gamberros asalariados. Pero la diferencia radica en que en aquella sociedad no dicen que no te botan. Te alejan del trabajo, pero me hubiera asistido el derecho a la huelga y la indemnización, me hubiera asistido el derecho a disentir. Mientras que este transparente y justo socialismo dice que ningún obrero queda desamparado, y hace todo lo contrario.
Muy poco o nada se hace, no asiste el derecho al obrero que sufre la aberración sofisticada y canalla de un dirigente chatarra y sus compinches. Se agudiza el conflicto si este hombre es un negro.
Nada, a no ser el despido despiadado y psicópata, cuando menos, lo que espera a quien se atreva, dentro de las leyes, a reclamar un derecho visible, algo, que por supuesto, en poco o casi nada tiene que ver con el derecho humano, porque un obrero, no es un ser humano, y a él se le pueden violar sus derechos sin que por ello se caiga en tales violaciones, cosa que, por supuesto, nunca o muy pocas veces llegan y se analizan en el Consejo de Derechos Humanos.
El único derecho que me asiste, es el que me quieran dar y nunca llega. Conceder esos derechos es una buena y decorosa manera de ser consecuente con el legado martiano.
makandalmm@yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario