jueves, 21 de mayo de 2009

EL VIEJO GRAU Y SU POLLITO, Frank Cosme


La Habana, Santos Suárez, 21 de mayo de 2009, (SDP) Invariablemente cuando se hojean los libros de Historia de Cuba editados antes del 1959 se notan numerosas lagunas. Muchos sucesos como el “primer Holocausto “que hubo en el mundo, la Reconcentración de Weyler, no están resaltados en la verdadera dimensión nacional e internacional que tuvo. Ni siquiera hay, como en Auswich o Buchenwald, un espacio que recuerde esta barbarie. Solo un ensayo de Emilio Roig de Leuschering donde se muestra la verdad descarnadamente. Este solo ejemplo nos hace meditar que mal anda un pueblo cuando no tiene verdadera memoria histórica.

Después de 1959, esas lagunas fueron rellenadas con escombros, lo que complicó aún más la interpretación de la historia real.

Tanto antes como después, hay historiadores excepcionales. Hortensia Pichardo ha sido uno de ellos. En sus tomos Documentos para la historia de Cuba (Ed. Ciencias Sociales la Habana 1980) se entresacan verdades que no aparecen en los libros de texto escolares. En estos, todo aparece como malo antes de la revolución y bueno después de esta.

Los cubanos ya con más de cincuenta o cincuenta y cinco años tienen el concepto que todos los presidentes que tuvo la República antes de 1959 fueron pésimos. Así por ejemplo, de José Miguel Gómez casi todos piensan que el fastuoso monumento hecho a su memoria y que encabeza la Avenida de los Presidentes se lo construyó él mismo, cuando en realidad fue por una colecta popular.

El caso de Ramón Grau San Martín es el más destacado de todos. No hay un viejo de más de 70 años que no diga que fue el más ladrón de todos. Están no solo influidos por las lagunas de la historia de antes de 1959, sino por la mayoría de la prensa que estaba en manos de la colonia española.

Para abordar este tema, que sé que es espinoso por las múltiples polémicas que he presenciado en las tertulias de catadores de ron, que invariablemente terminan en la política, voy a escoger un fragmento de “Trayectoria y balance del ciclo revolucionario”, ensayo de Raúl Roa sacado del citado libro, donde dice del primer gobierno de Grau, en 1933:

“No se le dio un respiro, vivió en acoso perpetuo, fue combatido por la vieja política, el alto comercio español, la confederación obrera, la embajada americana, la casi totalidad de la prensa y el Partido Comunista en una absurda coincidencia.”

Después del fracaso en cierta medida de la revolución del 33, Grau ocupó de nuevo la presidencia mediante elecciones. En el corto período de tiempo de 1944-48, acometió la “mayor obra de construcciones públicas que se ha realizado en Cuba”, bajo la máxima de que “hay que ir de prisa para liberar a Cuba”: institutos pre-universitarios, el Barrio Obrero, la Vía Blanca, la Avenida Lacret, el Paso Superior, escuelas, comedores escolares, hospitales, casas de socorro. Muchas de las placas conmemorativas de estas construcciones han sido retiradas ex profeso, pero quitar una placa de una construcción “no tapa la verdad”.

Para construir hace falta dinero y naturalmente lo sacó del tesoro público; circunstancia que aprovechó la prensa pro-española para devolver el golpe que le causó Grau en 1933 a la colonia cuando firmó la ley del 50%, acusándolo de corrupto y de malversar los fondos públicos.

La citada prensa armó todo ese revuelo al inaugurar la Fuente Luminosa de Vía Blanca y Boyeros. Los ya citados viejos cagalitrosos de 70 años dicen que el pueblo la bautizó como el Bidé de Paulina (en claro choteo a la Primera Dama de la República). Pero lo cierto que el pueblo tomó de la prensa esta burla, como también el adjetivo de ladrón, pues al desvirtuar todas las demás obras públicas realizadas, se ensañaron en esta fuente y manipularon la opinión pública hasta el punto que hoy día aún se repite lo mismo.

Este antiguo profesor de medicina de la Universidad de la Habana fue realmente un típico cubano. Tenía la costumbre de hablar pausado, cerrando la mano y moviéndola como si “hiciera el pollito”. Su supervivencia en el medio más hostil de la República, su inclaudicable voluntad por llevar el progreso a la nación a pesar de las calumnias, merece que se le siga la pista y que surja con evidencias concretas todo lo que en realidad pudo hacer en esos únicos 4 años que estuvo en el poder.
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