Jaimanitas, La Habana, 28 de mayo del 2009, (SDP) En la Sesión Constitutiva de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en Cuba; el 25 de febrero del 2008, Raúl Castro afirmó: “Reitero que el país tendrá como prioridad satisfacer las necesidades básicas de la población, tanto materiales como espirituales, partiendo del fortalecimiento sostenido de la economía nacional y de su base productiva, sin lo cuál, repito una vez más, sería imposible el desarrollo. Un ejemplo es la propuesta de medidas dirigidas a incrementar las producciones agropecuarias y perfeccionar su comercialización, las cuáles se han analizado recientemente provincia por provincia, con una amplia representación de los encargados de llevarla a la práctica, incluido los propios productores”.
Poco tiempo después se autorizó la entrega de tierras en usufructo a personas jurídicas o naturales en conformidad con los Decretos 259 y 282, procedimiento que en opinión del economista Oscar Espinosa Chepe, traerá ciertos beneficios, pero no resolverá el problema del suministro de alimentos a la población, ni disminuirá las importaciones, fundamentalmente de Estados Unidos.
Un informe de la Comisión Internacional de Comercio, dice que en el año 2008, Cuba importó 707 millones de dólares en carnes y productos agrícolas de Estados Unidos; cifra que podría aumentar considerablemente si se reducen las restricciones a las exportaciones agrícolas de EE.UU. a Cuba.
El principal problema de la producción parece estar dado precisamente por la distribución y comercialización de los productos agrícolas. El pasado jueves 21 de mayo, un artículo publicado en el Granma, bajo el título de “Producir más, prioridad del campesino cubano”, se refirió a las palabras de Orlando Lugo Fonte, Presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en una reunión con productores, donde calificaba de verdadero crimen la pérdida de cosechas en los campos en las circunstancias actuales.
Sin embargo se conoce que, a pesar de las necesidades existentes, esto ocurre con cierta frecuencia. Jorge Omar Lorenzo Pimienta, Presidente de la ONG Consejo Nacional por los Derechos Civiles en Cuba, quien reside en San Antonio de los Baños, provincia Habana, plantea que se ha dado casos en los cuáles cuando el campesino reclama a los funcionarios de “Acopio” su obligación de comprarle la cosecha, estos le visitan se la pagan y luego le dicen: “Ya te la pagamos, ahora bótala”.
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Las Empresas Agrícolas Estatales, las Unidades Básicas de Producción Cooperativistas y las Cooperativas de Producción Agropecuarias trabajan para el Estado. Las Cooperativas de Créditos y Servicio son particulares y han demostrado ser las más productivas con un menor número de tierras.
Hasta hace unos meses atrás, todas estas agrupaciones agrarias (estatales y particulares) tenían que enviar una parte de su producción ( 70%) al organismo encargado de recepcionar, almacenar y distribuir los productos agrícolas ( Acopio ). Sin embargo, este órgano estatal compra a muy bajos precios y no pagaba nunca al contado. El campesino tiene que llenar una planilla y esperar a veces meses para que le paguen su cosecha. Además frecuentemente Acopio tiene problemas con el transporte para trasladar los productos. El otro 30% servía directamente a la población a través de los mercados campesinos y los propios productores garantizaban el movimiento de la mercancía.
En la actualidad los trabajadores agrícolas o campesinos tienen que entregar o vender toda la cosecha al estado como única opción posible a pesar de que todas las ineficiencias descritas acerca de “Acopio”, persisten.
El gobierno eliminó puntos de venta para productos de agro que facilitaban el acceso de la población a los mismos. Desde que los eliminaron, en lugares céntricos de la Capital donde puede acudir el turismo, hay algunos grandes mercados con altos precios pero con mayor cantidad de productos. Sin embargo en la mayoría de los repartos o zonas de residencias fuera de esta zona- incluyendo pueblos rurales-, la oferta es demasiado escasa para cubrir la demanda, al margen de que ésta ya no tiene la misma calidad.
Pero ahora ha surgido un rumor que realmente preocupa a la población. Trabajadores del sector agropecuario han informado que se pondrá en vigor en los próximos días una Disposición Ministerial que establece que el Ministerio del Comercio Interior será quien dirija a Acopio y se encargue de la distribución de alimentos.
Ese mecanismo puede traer como consecuencia que el campesino o las entidades del estado disminuyan considerablemente la producción, puesto que los precios serán más bajos y gran parte de las cosechas se pueden perder debido a la escasez de medios para transportarla, espacio para guardarlas, dinero para comprarlas o burocratismo, etc. Además, el interés por el trabajo -que ya venía disminuyendo en la población joven por falta de incentivos- decaerá más aún. O lo que es peor, puede llevar a corrupción.
En fin, en este país cansado de tanta verborrea y praxis de ineficiencia, en breve saldrán a la luz nuevas palabras en forma de ley para oscurecer más la utopía. Sólo si existe la motivación adecuada para que el campesino trabaje y produzca, podrán satisfacerse las necesidades básicas de la población.
primaveradigital@gmail.com
Poco tiempo después se autorizó la entrega de tierras en usufructo a personas jurídicas o naturales en conformidad con los Decretos 259 y 282, procedimiento que en opinión del economista Oscar Espinosa Chepe, traerá ciertos beneficios, pero no resolverá el problema del suministro de alimentos a la población, ni disminuirá las importaciones, fundamentalmente de Estados Unidos.
Un informe de la Comisión Internacional de Comercio, dice que en el año 2008, Cuba importó 707 millones de dólares en carnes y productos agrícolas de Estados Unidos; cifra que podría aumentar considerablemente si se reducen las restricciones a las exportaciones agrícolas de EE.UU. a Cuba.
El principal problema de la producción parece estar dado precisamente por la distribución y comercialización de los productos agrícolas. El pasado jueves 21 de mayo, un artículo publicado en el Granma, bajo el título de “Producir más, prioridad del campesino cubano”, se refirió a las palabras de Orlando Lugo Fonte, Presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en una reunión con productores, donde calificaba de verdadero crimen la pérdida de cosechas en los campos en las circunstancias actuales.
Sin embargo se conoce que, a pesar de las necesidades existentes, esto ocurre con cierta frecuencia. Jorge Omar Lorenzo Pimienta, Presidente de la ONG Consejo Nacional por los Derechos Civiles en Cuba, quien reside en San Antonio de los Baños, provincia Habana, plantea que se ha dado casos en los cuáles cuando el campesino reclama a los funcionarios de “Acopio” su obligación de comprarle la cosecha, estos le visitan se la pagan y luego le dicen: “Ya te la pagamos, ahora bótala”.
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Las Empresas Agrícolas Estatales, las Unidades Básicas de Producción Cooperativistas y las Cooperativas de Producción Agropecuarias trabajan para el Estado. Las Cooperativas de Créditos y Servicio son particulares y han demostrado ser las más productivas con un menor número de tierras.
Hasta hace unos meses atrás, todas estas agrupaciones agrarias (estatales y particulares) tenían que enviar una parte de su producción ( 70%) al organismo encargado de recepcionar, almacenar y distribuir los productos agrícolas ( Acopio ). Sin embargo, este órgano estatal compra a muy bajos precios y no pagaba nunca al contado. El campesino tiene que llenar una planilla y esperar a veces meses para que le paguen su cosecha. Además frecuentemente Acopio tiene problemas con el transporte para trasladar los productos. El otro 30% servía directamente a la población a través de los mercados campesinos y los propios productores garantizaban el movimiento de la mercancía.
En la actualidad los trabajadores agrícolas o campesinos tienen que entregar o vender toda la cosecha al estado como única opción posible a pesar de que todas las ineficiencias descritas acerca de “Acopio”, persisten.
El gobierno eliminó puntos de venta para productos de agro que facilitaban el acceso de la población a los mismos. Desde que los eliminaron, en lugares céntricos de la Capital donde puede acudir el turismo, hay algunos grandes mercados con altos precios pero con mayor cantidad de productos. Sin embargo en la mayoría de los repartos o zonas de residencias fuera de esta zona- incluyendo pueblos rurales-, la oferta es demasiado escasa para cubrir la demanda, al margen de que ésta ya no tiene la misma calidad.
Pero ahora ha surgido un rumor que realmente preocupa a la población. Trabajadores del sector agropecuario han informado que se pondrá en vigor en los próximos días una Disposición Ministerial que establece que el Ministerio del Comercio Interior será quien dirija a Acopio y se encargue de la distribución de alimentos.
Ese mecanismo puede traer como consecuencia que el campesino o las entidades del estado disminuyan considerablemente la producción, puesto que los precios serán más bajos y gran parte de las cosechas se pueden perder debido a la escasez de medios para transportarla, espacio para guardarlas, dinero para comprarlas o burocratismo, etc. Además, el interés por el trabajo -que ya venía disminuyendo en la población joven por falta de incentivos- decaerá más aún. O lo que es peor, puede llevar a corrupción.
En fin, en este país cansado de tanta verborrea y praxis de ineficiencia, en breve saldrán a la luz nuevas palabras en forma de ley para oscurecer más la utopía. Sólo si existe la motivación adecuada para que el campesino trabaje y produzca, podrán satisfacerse las necesidades básicas de la población.
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