Santos Suárez, La Habana, 28 de mayo de 2009, (SDP) No se trata de la linda mulatica que con el sobrenombre de Tojosa cautivó el corazón de los aficionados a las telenovelas de Cuba hace algunos años. Más bien vamos a hablar sobre la tojosa verdadera, especie de paloma diminuta y silvestre que solo se encontraba en los campos y que es originaria de Cuba. Para ser más precisos todavía, vamos a describir una serie de alados parientes de esta pequeña paloma que a continuación de ella, en el título, hubiera llenado varios renglones.
No solo Tojosas vuelan por toda la ciudad de La Habana, van acompañadas de Rabiches, (paloma silvestre también pero de mayor tamaño), Sinsontes, Mayitos, Zorzales, Zunzunes, Bijiritas y hasta Auras Tiñosas.
No se asombre con esto de las Tiñosas en medio de La Habana. Cuando vaya a Coppelia a tomarse un derretido helado Varadero, levante la cabeza, no mire solo lo que está a nivel de sus ojos o el piso, dirija su vista hacia la torre del Focsa o hacia el último piso del Habana Libre y verá la “corona negra” que forman estas aves de rapiña al volar en círculos alrededor de las cúspides de estos altos edificios. Cuando se cansan, se posan en las barandas, las antenas, los aleros, y cuanto saliente hay en estos rascacielos en los que forman un verdadero Auro-puerto.
No quiero ni imaginarme como deben estar las paredes y los techos por las cagadas de estos primos de los Buitres. Confieso también que me intriga que hacen aquí estas carroñeras si en las azoteas de esos edificios no hay animales muertos. ¿De que se alimentarán entonces?
De estas prietas aves no me había percatado que sobrevolaban el espacio aéreo de La Habana hasta que alguien en la ya citada cola de Coppelia nos llamó la atención sobre ellas. El mentado individuo de unos setenta y pico de años dijo que hace varios años que ocurre esto. Nos aclaró también que en los 60 años que vive en ese barrio habanero nunca antes había visto ese fenómeno.
Pero volvamos a nuestra más simpática fauna voladora de Tojosas, Rabiches y etcéteras. Estos no vuelan tan alto y si se es observador se verán hasta en el Paseo del Prado. Cuando oscurece, la bronca es tremenda con los históricos habitantes naturales, los gorriones, por un espacio en una rama de un árbol.
Después de toda esta descripción de este nuevo mundo alado de la Habana, se desprende la pregunta, ¿de donde han emigrado? Hasta hoy no he visto ninguna explicación de este asunto en ninguno de los medios oficiales de divulgación, pero he aprendido mucho de la conservación del medio ambiente a través de ellos.
La capa de ozono, la pesca sin control, la contaminación en los puertos, el CO2 de los autos y una “deforestación” violenta a causa de incendios o la tala indiscriminada son temas habituales en documentales nacionales y extranjeros.
Este último tema de la deforestación es lo que nos hace recordar que acaso la más violenta ocurrió aquí en La Habana, cuando a finales de los 60 y principios de los 70, derribaron todos los árboles frutales o no al sur de La Habana. De paso, algún que otro pueblo, como La Chorrera, desapareció inundado por una súper-presa. Naturalmente todo esto tenía un fin: convertir el país en un gran exportador de café. Pero ocurrió todo lo contrario. El café sembrado, una variedad llamada Caturra no dio resultado.
Solo Díos sabe cuanto dinero se perdió en árboles frutales, bolsitas de polietileno, tractores Piccolino, brigada Che Guevara del ejército, cargas de dinamita para desmontar los árboles, trabajo voluntario a pleno sol y pájaros.
¡Ah! Perdón, los pájaros no se extinguieron, emigraron de mata en mata hasta llegar a La Habana y como las Tiñosas, cagan a diestra y siniestra con la diferencia de que las deposiciones de estas son mas grandes que las de los gorriones. Al que lo dude que le pregunte a mi esposa, cada vez que tiende la ropa.
Como añoro mi vieja escopeta Diana de pellets. Agregaría mas calorías a mi no muy balanceada dieta y de paso suprimiría en un buen por ciento las continuas cagadas y roturas de antenas que me ocasionan las rabiches.
primaveradigital@gmail.com
No solo Tojosas vuelan por toda la ciudad de La Habana, van acompañadas de Rabiches, (paloma silvestre también pero de mayor tamaño), Sinsontes, Mayitos, Zorzales, Zunzunes, Bijiritas y hasta Auras Tiñosas.
No se asombre con esto de las Tiñosas en medio de La Habana. Cuando vaya a Coppelia a tomarse un derretido helado Varadero, levante la cabeza, no mire solo lo que está a nivel de sus ojos o el piso, dirija su vista hacia la torre del Focsa o hacia el último piso del Habana Libre y verá la “corona negra” que forman estas aves de rapiña al volar en círculos alrededor de las cúspides de estos altos edificios. Cuando se cansan, se posan en las barandas, las antenas, los aleros, y cuanto saliente hay en estos rascacielos en los que forman un verdadero Auro-puerto.
No quiero ni imaginarme como deben estar las paredes y los techos por las cagadas de estos primos de los Buitres. Confieso también que me intriga que hacen aquí estas carroñeras si en las azoteas de esos edificios no hay animales muertos. ¿De que se alimentarán entonces?
De estas prietas aves no me había percatado que sobrevolaban el espacio aéreo de La Habana hasta que alguien en la ya citada cola de Coppelia nos llamó la atención sobre ellas. El mentado individuo de unos setenta y pico de años dijo que hace varios años que ocurre esto. Nos aclaró también que en los 60 años que vive en ese barrio habanero nunca antes había visto ese fenómeno.
Pero volvamos a nuestra más simpática fauna voladora de Tojosas, Rabiches y etcéteras. Estos no vuelan tan alto y si se es observador se verán hasta en el Paseo del Prado. Cuando oscurece, la bronca es tremenda con los históricos habitantes naturales, los gorriones, por un espacio en una rama de un árbol.
Después de toda esta descripción de este nuevo mundo alado de la Habana, se desprende la pregunta, ¿de donde han emigrado? Hasta hoy no he visto ninguna explicación de este asunto en ninguno de los medios oficiales de divulgación, pero he aprendido mucho de la conservación del medio ambiente a través de ellos.
La capa de ozono, la pesca sin control, la contaminación en los puertos, el CO2 de los autos y una “deforestación” violenta a causa de incendios o la tala indiscriminada son temas habituales en documentales nacionales y extranjeros.
Este último tema de la deforestación es lo que nos hace recordar que acaso la más violenta ocurrió aquí en La Habana, cuando a finales de los 60 y principios de los 70, derribaron todos los árboles frutales o no al sur de La Habana. De paso, algún que otro pueblo, como La Chorrera, desapareció inundado por una súper-presa. Naturalmente todo esto tenía un fin: convertir el país en un gran exportador de café. Pero ocurrió todo lo contrario. El café sembrado, una variedad llamada Caturra no dio resultado.
Solo Díos sabe cuanto dinero se perdió en árboles frutales, bolsitas de polietileno, tractores Piccolino, brigada Che Guevara del ejército, cargas de dinamita para desmontar los árboles, trabajo voluntario a pleno sol y pájaros.
¡Ah! Perdón, los pájaros no se extinguieron, emigraron de mata en mata hasta llegar a La Habana y como las Tiñosas, cagan a diestra y siniestra con la diferencia de que las deposiciones de estas son mas grandes que las de los gorriones. Al que lo dude que le pregunte a mi esposa, cada vez que tiende la ropa.
Como añoro mi vieja escopeta Diana de pellets. Agregaría mas calorías a mi no muy balanceada dieta y de paso suprimiría en un buen por ciento las continuas cagadas y roturas de antenas que me ocasionan las rabiches.
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