Playa, La Habana, 21 de mayo de 2009, (SDP) Cuando en el año 2006 empezaron a venderse los primeros efectos electrodomésticos y de cocción a crédito, como parte de un vasto programa energético concebido por el Comandante, la televisión no cesaba de mostrar a los beneficiarios recostados junto al nuevo refrigerador y blandiendo la olla arrocera con la diestra.
Las escenas más emotivas enseñaban a una campesina de la Ciénaga de Zapata que lloraba a lágrimas vivas, al tiempo que glorificaba al Comandante por hacer realidad sus sueños. Nunca, según ella, había soñado con tener un refrigerador nuevo.
Pero lo que nadie pensó entonces fue que pasado un año, la morosidad y la evasión en el pago pudieran desatar tan enérgica reacción por parte del gobierno.
Tal vez por tratarse de un estado que dice ser de los humildes, donde todo es del pueblo y porque además el gobierno está empeñado con medio mundo y le debe a las once mil vírgenes, quizás por todo ello, la gente pensó que podría evadir el pago o cuando menos, no ser tan riguroso en la liquidación del adeudo.
Lo cierto es que desde 2008, el Consejo de la Administración Provincial de Ciudad de la Habana (equivalente a la alcaldía de la capital), amenazó a los “malapagas”, entre otras medidas, con embargarles el salario. Mas como tales acciones no han podido contener la avalancha de deudores y el monto de la deuda ha crecido, el régimen recrudeció las exigencias, para evidenciar que, aunque mal pagador, es un excelente cobrador.
Los listados de deudores aparecen sobre el mostrador de las bodegas con el nombre, apellido y dirección de los “malapagas”. Por ejemplo, en la bodega situada en Dolores y Armas, Lawton, cuelga un cartel donde días atrás pude leer:
Aviso a los deudores de electrodomésticos
-Deben pagar los equipos antes de 15/4/09 en su bodega en cheque o en efectivo.
-Quienes no paguen serán puestos a disposición de los tribunales.
-El puesto de mando está en Milagros y San Anastasio
-Horario de atención: lunes a viernes de 1:30 a 6 pm.
Sábado de 1 a 5 pm.
En realidad, las deudas contraídas por la población no son del todo voluntarias, humanamente hablando. Quizás sean “voluntarias” al estilo marxista o voluntarias “como el chino”. Pues si se le dice a la ciudadanía que para los equipos viejos no entrarán piezas de repuestos en el futuro y que los talleres dedicados a repararlos serán desmantelados y a ello se agrega la voluntad del Comandante de cambiar los equipos soviéticos y americanos viejos por nuevo equipamiento chino de tecnología de punta, ¿quién osaría negarse? ¿Quién se atrevería a contradecir los planes del Comandante?
Realmente hay núcleos familiares con serias limitaciones económicas. El gobierno dijo, desde el primer momento, que se atenderían los casos de las personas con menores ingresos; de aquellos con dificultades para liquidar los plazos del adeudo. Más en la práctica, el monto de las mensualidades a pagar por los pensionados de bajos ingresos, por ejemplo, equivale a una tercera parte de la pensión que reciben. Ello sitúa al deudor en la siguiente disyuntiva: cumplir con el Comandante o con los reclamos del estómago; cumplimentar el deber revolucionario o atender las exigencias del caldero. Al parecer, una parte considerable de la población deudora optó por lo último.
osmariogon@yahoo.es
Las escenas más emotivas enseñaban a una campesina de la Ciénaga de Zapata que lloraba a lágrimas vivas, al tiempo que glorificaba al Comandante por hacer realidad sus sueños. Nunca, según ella, había soñado con tener un refrigerador nuevo.
Pero lo que nadie pensó entonces fue que pasado un año, la morosidad y la evasión en el pago pudieran desatar tan enérgica reacción por parte del gobierno.
Tal vez por tratarse de un estado que dice ser de los humildes, donde todo es del pueblo y porque además el gobierno está empeñado con medio mundo y le debe a las once mil vírgenes, quizás por todo ello, la gente pensó que podría evadir el pago o cuando menos, no ser tan riguroso en la liquidación del adeudo.
Lo cierto es que desde 2008, el Consejo de la Administración Provincial de Ciudad de la Habana (equivalente a la alcaldía de la capital), amenazó a los “malapagas”, entre otras medidas, con embargarles el salario. Mas como tales acciones no han podido contener la avalancha de deudores y el monto de la deuda ha crecido, el régimen recrudeció las exigencias, para evidenciar que, aunque mal pagador, es un excelente cobrador.
Los listados de deudores aparecen sobre el mostrador de las bodegas con el nombre, apellido y dirección de los “malapagas”. Por ejemplo, en la bodega situada en Dolores y Armas, Lawton, cuelga un cartel donde días atrás pude leer:
Aviso a los deudores de electrodomésticos
-Deben pagar los equipos antes de 15/4/09 en su bodega en cheque o en efectivo.
-Quienes no paguen serán puestos a disposición de los tribunales.
-El puesto de mando está en Milagros y San Anastasio
-Horario de atención: lunes a viernes de 1:30 a 6 pm.
Sábado de 1 a 5 pm.
En realidad, las deudas contraídas por la población no son del todo voluntarias, humanamente hablando. Quizás sean “voluntarias” al estilo marxista o voluntarias “como el chino”. Pues si se le dice a la ciudadanía que para los equipos viejos no entrarán piezas de repuestos en el futuro y que los talleres dedicados a repararlos serán desmantelados y a ello se agrega la voluntad del Comandante de cambiar los equipos soviéticos y americanos viejos por nuevo equipamiento chino de tecnología de punta, ¿quién osaría negarse? ¿Quién se atrevería a contradecir los planes del Comandante?
Realmente hay núcleos familiares con serias limitaciones económicas. El gobierno dijo, desde el primer momento, que se atenderían los casos de las personas con menores ingresos; de aquellos con dificultades para liquidar los plazos del adeudo. Más en la práctica, el monto de las mensualidades a pagar por los pensionados de bajos ingresos, por ejemplo, equivale a una tercera parte de la pensión que reciben. Ello sitúa al deudor en la siguiente disyuntiva: cumplir con el Comandante o con los reclamos del estómago; cumplimentar el deber revolucionario o atender las exigencias del caldero. Al parecer, una parte considerable de la población deudora optó por lo último.
osmariogon@yahoo.es
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