jueves, 21 de mayo de 2009

TELECOMUNICACIONES, LEY Y TRAMPA, Ana Aguililla Saladrigas


Jaimanitas, La Habana, 21 de mayo de 2009, (SDP) Como el nuevo siglo de las luces debería catalogarse al siglo pasado. El surgimiento y desarrollo de la cibernética constituyeron realmente una gran revolución mundial. No hay un ser humano que no haya sido impactado por este gran logro que día a día da pasos gigantescos iluminando nuestros horizontes.

Al conmemorarse hoy el día mundial de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, apareció en la edición del periódico Granma de ayer un pequeño comentario donde se pondera el acceso de los niños cubanos a conocimientos informáticos desde preescolar y la importancia de los Joven Club de Computación. Según esta nota publicada en el diario, Alberto Rodríguez Arufe, viceministro de la Informática y las Comunicaciones ha señalado que nuestros pequeños y jóvenes tienen la posibilidad de disfrutar de programas educacionales y sociales comunicativos de gran valor educativo. También se habla ligeramente en el artículo de iniciativas relacionadas a proteger los infantes de formatos que priorizan la violencia.

Quien lee ese comentario podría pensar que las batallas que hemos tenido que enfrentar aquellas personas amantes de la libertad de expresión por el derecho a usar Internet en Cuba, carecen de fundamento. Pero nada más lejos de la realidad. Un informe reciente de Freedom House describe a la isla como el mayor censor del mundo. Acceder a un motor de búsqueda o correo electrónico en Internet en Cuba es totalmente restringido por el Estado.

Existe incluso la Resolución 180/ 2003 del Ministerio de Comunicaciones que dispone que la Empresa de telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA) debe usar todos los medios técnicos necesarios que permitan detectar e impedir el acceso al servicio de navegación por Internet, desde líneas telefónicas que operaran en moneda nacional no convertible. En abril del 2008 se permitió la venta de teléfonos celulares y computadoras, pero está prohibido a la población en sentido general conectarse a Internet desde viviendas particulares, con excepción de los cuadros del Estado.

En los llamados Joven Club de Computación se tiene acceso sólo a una intranet local, el correo electrónico es controlado a tal punto que mensualmente a la dirección de cada centro le envían una relación de la persona que recibió más mensajes por esta vía y quién los mandó. Casi todas las páginas internacionales están proscritas. Quien intenta llegar a ellas recibe una comunicación electrónica que dice “No se puede abrir esta página”. Los proveedores de Internet tienen la orientación del Ministerio de Informática y Telecomunicaciones de impedir el acceso a sitios cuyos contenidos sean contrarios a los intereses del Estado.

El gobierno de Cuba asegura que las razones para limitar el uso de Internet en la isla están dadas por la imposibilidad del país de acceder a cables submarinos que pasan cerca de sus costas, por lo que debe hacerlo vía satélite. Sin embargo, Venezuela está trabajando en un proyecto que permitirá a la isla conectarse al cable acuático de fibra óptica. Este proyecto debe quedar terminado para el 2010 y hasta ahora, no se vislumbra que habrá aperturas para que los cubanos accedan libremente al servicio, sino, por el contrario, funcionarios del gobierno han expresado que el país continuará fortaleciendo el uso social de Internet.

De todas formas, los cubanos, acostumbrados a lograr lo que queremos y merecemos a toda costa, hemos encontrado vías y formas de poder usar los beneficios de los medios de comunicación que nos han sido prohibidos. Hace un tiempo atrás se desató una ola de redadas represivas contra los propietarios de antenas parabólicas que burlaban las censuras para ver programas televisivos emitidos desde Miami. Muchas personas tuvieron que pagar altas multas por violar esta prohibición, aunque algunos hasta soterraban cables difíciles de detectar.

Cuando aún no era legal que los cubanos tuvieran cuentas de teléfonos celulares, muchos jóvenes disfrutaban de líneas que amigos extranjeros compraban para ellos. Ahora, pedimos el acceso a Internet libremente para no quedar exentos de este tipo de comunicación contemporánea. Algunos periodistas independientes recibimos el beneficio de Internet en embajadas de países amigos de la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos. Otros -y cuento que no son pocos- comparten el beneficio que recibe algún que otro dirigente del gobierno, quien, por la izquierda, divide los gastos del servicio con un vecino o amigo, a cambio de prestarle un buzón. Nada, que en este caso se aplica lo que dice el refrán: “Quien hizo la ley, hizo la trampa”.
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