Managua, La Habana. 14 de mayo de 2002. (SDP) Leonardo Tamayo Núñez tiene 67 años. Está en el ejército desde abril de 1957. Se incorporó a las guerrillas siendo todavía un niño. Participó en numerosos combates durante la etapa insurreccional. Fue el segundo jefe del Pelotón Suicida. Estuvo diez años y medios junto al Che Guevara, era su ayudante y jefe de escolta.
Es el Urbano de la guerrilla enviada a Bolivia y uno de los tres sobrevivientes de esa fracasada empresa intervencionista. Antes había estado también con el guerrillero argentino Che Guevara en África.
Jugó un rol básico en la localización de los restos mortales en Bolivia de la alemana Tania la Guerrillera.
Combatió en la guerra de Angola. Sus últimas actividades bélicas las desarrolló en Nicaragua en 1988. Tiene tres heridas de balas y veintiuna por una granada de mano. Son sus marcas de guerra.
Es licenciado en derecho, pero su grado militar es sólo de coronel. En la actualidad labora en las oficinas de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
La misión más importante que le han encomendado en los últimos tiempos, según parece, fue ir a España a servir de asesor en la filmación de las dos partes de la película sobre el Che, El Argentino y la Guerrilla.
Alejandro Castro Espín, tiene 47 años; que se conozca, nunca ha participado en acciones bélicas. Jamás “le ha tirado ni un hollejo a un chino”, como suele decirse en estos casos en el argot popular, y su grado militar es de coronel.
Pero además, está subiendo como la espuma. Recientemente la televisión lo mostró en la presentación de un libro de su autoría. El auditorio era selecto, incluyó hasta un miembro del Buró Político del Partido Comunista.
Y el viernes 25 de abril estaba situado inmediatamente detrás de su padre, el general gobernante, Raúl Castro, que presidía una reunión del Consejo de Defensa Nacional.
Es muy probable que estemos observando los primeros atisbos del deseo manifiesto de una sucesión dinástica al estilo de Korea del Norte.
Reconforta en alguna medida pensar que si una maniobra tan humillante como esa para la nación cubana se está gestando, que habrá militares pundonorosos dispuestos, al menos, a quebrar su espada como en su momento lo hizo Federico Capdevila ante la ignominia de la condena a muerte de los ocho estudiantes de medicina, en 1871.
Los Castro han dicho en más de una ocasión que odian el nepotismo, pero lo que se percibe es todo lo contrario. De gente que ha estado 50 años en el poder es imposible esperar nada bueno. “El poder absoluto corrompe absolutamente.”
Si los preparativos para mantener a la dinastía Castro en el “trono” están en curso, habrá que detener ese crimen porque de materializarse, todos los cubanos seríamos convertidos en hombres de siete meses.
fornarisjo@yahoo.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario