Santa Clara, Villa Clara, noviembre 13 de 2008, (CP) Los cubanos que viven en el campo utilizan determinadas frases para caracterizar diferentes acontecimientos ligados a su vida cotidiana. Las limitaciones impuestas a la libertad de expresión hacen que estas se tornen imprescindibles para definir adecuadamente el momento que vive la isla.
En las fábricas, en la agricultura, en los centros de enseñanza, donde quiera que se produzcan anomalías, arbitrariedades e insensibilidad ante el dolor humano y violación del derecho ajeno, siempre surgirá la expresión que catalogue el hecho, sin poner en peligro a quien la pronuncie.
El derrumbe del campo socialista europeo trajo consigo, al cesar los subsidios de estos países hacía Cuba, el colapso de la economía. Se redujeron las exportaciones e importaciones. Disminuyó la producción agrícola. Muchas industrias nacionales cerraron sus puertas en la década de los años 90 del pasado siglo, lo que obligaba a inventar que comer cada día.
Hay una expresión popular de los campesinos, que por si misma recoge la existencia de una situación desesperada, porque en los campos de la isla, cuando las cosechas son muy malas, solo se dan dos tubérculos alimenticios: la yuca y el ñame.
Ante la continuación de las torpes medidas totalitarias y antipopulares, resurgen expresiones verbales de malestar social y popular.
El paso de los huracanes Gustav e Ike por el territorio nacional causó enormes daños en viviendas, sembrados agrícolas, instalaciones deportivas, educativas o de salud pública, además de las perdidas en vidas humanas. El panorama que se presenta ante los cubanos es desolador y sin esperanzas.
Después del azote de los fenómenos meteorológicos, se empiezan a sentir con rigor los efectos perniciosos de los mismos. La escasez de productos de primera necesidad junto al desabastecimiento de los mercados agropecuarios. El incremento desordenado de los precios de venta ha creado un estado de inseguridad general.
Han sido impresionantes las escenas presentadas por la televisión cubana, observadas también en el exterior. Los meteoros que atravesaron todo el país dejaron un saldo impresionante de perdidas. Esto unido al ciclón anti-económico permanente que azota a la república desde 1959, aumenta las penurias del pueblo.
Se acercan para los cubanos momentos similares a los vividos durante el Periodo Especial. De nuevo el fantasma del hambre recorre a toda la isla y se multiplican las voces de los que plantean la incapacidad del Estado Totalitario para hacer frente a los efectos ocasionados por la naturaleza a pesar de que muchos países expresaron su solidaridad con Cuba, con el envío de donaciones en materias primas, alimentos o efectivo monetario. Las afectaciones según datos ofrecidos por el propio gobierno, ascienden a una cantidad mayor a los 5000 millones de dólares.
Una frase recorre al archipiélago de punta a cabo, la misma está cargada de ese humorismo ante los malos presagios que sirve para calificar a cualquier situación donde reine la falta de esperanza.
Ahora cunde el descontento por el desastre económico y la asfixia política impuesta por los autoritarios que rigen los destinos de Cuba.
Todo parece indicar que las viandas, hortalizas y vegetales volverán a ser sometidos al rígido control de la Libreta de (Des) Abastecimientos, sin mencionar a la carne de res, la cual nos dijo adiós hace ya muchos años. Esto hace exclamar la frase campesina: ¡La cosa está de Yuca y Ñame!
CP-SDP
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