jueves, 21 de mayo de 2009

EL HIJO PRODIGO Y EL INFANTE DESCARRIADO, Leonardo Calvo Cárdenas


Boyeros, La Habana, mayo 14 de 2009 (SDP) En los días previos a la celebración de la quinta Cumbre de las Americas (Puerto España, Trinidad Tobago 17-19 de abril) vimos al presidente venezolano Hugo Chávez arribar a La Habana, según todas las previsiones, con el objetivo de planificar junto a sus aliados, los hermanos Castro, acciones y diseños de cara al magno evento continental que debía significar el debut del presidente norteamericano Barack Obama en el escenario político y diplomático hemisférico.

A todas luces el plan definido estaba encaminado a sabotear en toda la línea los ambientes y consensos del conclave. Pocas horas antes de la magna cita, apareció el líder venezolano en la Cumbre extraordinaria de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) uniformado, derrochando toda la soberbia y agresividad de que es capaz y dispuesto a dinamitar la reunión de presidentes, aparentemente secundado por sus correligionarios.

Sin embargo, oh milagro divino, todo parece indicar que la sólida presencia y el discurso certero del presidente norteamericano apagaron los ímpetus de la radical agresividad populista. Recorrió el planeta la imagen del presidente Chávez despojado de su escafandra de saboteador de Cumbres, con un discurso más que conciliador y cortés con el mandatario norteño, sin contar que sobre nuestro país atinó a decir en tono muy quedo, y al parecer de manera inconsulta, que Cuba está cambiando. El mundo vio con asombro las imágenes de un Chávez amable y solícito con el presidente Obama ante el que por momentos, pareció una arrobada colegiala rendida a los encantos de su amor imposible. Es de imaginar el malestar y las euforias negativas del “compañero Fidel” al sentirse traicionado en este trance por su principal vástago político.

Las llamadas reflexiones del máximo líder tienen en realidad poco valor conceptual y político, pero constituyen sin dudas un certero retrato psicológico de alguien que después de haber gozado de poder, autoridad e influencia casi sin límites, se encuentra ahora preso de la inmovilidad y el resentimiento.

En sus entregas referidas a la Cumbre de Puerto España, casi no dice una palabra sobre el replegado Chávez y no le ha quedado mas remedio que agarrarse a ese clavo ardiente e infecto que es el presidente nicaragüense Daniel Ortega, quien parece convertirse al menos de momento, en el nuevo paladín del castrismo, a pesar de haber presentado en Puerto España el discurso político más pobre y hueco de los últimos 628 años, desechado por el presidente Obama con muy pocas y meridianas palabras.

Muy mal debe sentirse el Comandante en Jefe al no tener más remedio que atrincherarse tras uno de los políticos más desprestigiados de las últimas décadas. Acusado de abusar sexualmente de su hijastra. Aliado de sus antiguos enemigos para medrar del poder. Enriquecido a costa del sufrimiento de su pueblo. Morador de la mansión que usurpó a quien ahora es su vicepresidente. Secuestrador del sistema judicial para dejar incólumes todos sus desmanes. Martirizador de los excompañeros que no se pliegan a sus designios. Acusado del fraude electoral más sonado de los últimos tiempos. Casi impresentable ante su propio pueblo.

En los días que siguieron a la cumbre, las incoherentes monsergas de Ortega fueron reproducidas por el propio Castro, el mayor, el que habla, así como por los espacios y medios informativos del país. Además fue recibido por el máximo líder, quien debe ser presa de una gran frustración al no tener ni siquiera el consuelo de poder lanzar sobre Chávez toda su batería de insultos e ironías porque son muchas las dependencias y compromisos que amarran al alto liderazgo de La Habana con el arrogante caudillo de Miraflores, quien por cierto ni siquiera al regresar a sus predios ha retomado su agresiva retórica anti yanqui.

Esta vez, gracias a la debilidad connatural de un régimen cuya elocuencia y vocación represivas son tan grandes como su ineficiencia, el comandante en jefe tendrá que rumiar hacia adentro su enfado hasta que se le pase, puesto que el nuevo comodín de Managua no puede aportar los recursos y el petróleo que necesita para mal sostener el desastre nacional que padecemos.

Como dirían hace ya tres décadas los ilustres Willie Colon y Rubén Blades: “la vida te da sorpresas”, el Castro mayor no imaginó que al final de su triste camino tendría que lidiar con un presidente norteamericano afrodescendiente y brillante, ni verse obligado a echar mano al más impresentable de los políticos occidentales porque su hijo pródigo se convirtió de momento y por arte de (la) magia (de Obama) en un niño descarriado.
elical2004@yahoo.es Historiador y politólogo

1 comentario:

PiensoLuegoPiensoLuegoExisto dijo...

El gobierno de Chávez es indefendible desde cualquier punto de vista.

Alguien que se llena la boca con el 'anticapitalismo imperialista' y aloja las página oficiales de Venezuela en EEUU, no merece el menor respeto.

Pero bueno, es discurso de izquierda. Nunca han dado un argumento válido (o lógico siquiera) para nada. Y la historia se ha encargado de demostrarlo.

Saludos
PLPLE