Lawton, La Habana, 14 de mayo de 2009, (SDP) Entre los redactores de las Reflexiones atribuidas al ‘Compañero Fidel’, no puede faltar el humorista. Titular una de esas elaboraciones “Darlo todo”, parece un chiste. Sobre Fayad Jamis, poeta y artista plástico cubano ya fallecido, he leído lo que testimonió su viuda y lo que escribió su amigo el poeta Rafael Alcides, que reside en Cuba. Dar algo, cualquier cosa a este régimen, es una inversión más que costosa, dolorosa.
Esto es algo, que Fayad Jamis comprendió antes de morir. Parece haberlo hecho decepcionado. Como sucede en el instante postrero, comprendió que la libertad existe y que incluirla en el paquete etiquetado como ‘todo’ en su poema, era simplemente demasiado.
Conozco la amargura y la frustración de esos que le entregaron su fe, sus años más fértiles y su creatividad a este régimen. Los veo y confieso que llegan a darme pena. En sus elaboraciones, el ‘Compañero Fidel’ primero, echó mano a un poeta comunista cuyo nombre olvidé y luego por Fayad Jamis. Ninguno de los dos puede responder cosa alguna, están muertos e incapacitados para rectificar.
En aquellos años iniciales, los intelectuales sentían vergüenza por no ser violentos. El argentino matador, les acusaba de no ser auténticamente revolucionarios. La respuesta de muchos fue elaborar obras mediocres que ensalzaron a la revolución fusiladora, incapaz de crear riquezas, pero capaz de repartirlo todo, de la forma más arbitraria y caprichosa que alguien imaginara jamás.
Yo era niño y mi familia me mantuvo ajeno a cosas que en aquel tiempo, no eran para ser discutidas en presencia de los pequeños. Más tarde y ya adolescente, leí el poemario ‘Fuera de Juego’, del poeta Heberto Padilla. Desde aquel momento comencé a vislumbrar que era lo que se me pedía y me determiné a no entregarlo jamás. Me pareció muy difícil hablar sin lengua y echar a andar sin pies.
La exhortación a darlo todo, llega desde Punto Cero, desde Nuevo Vedado, Miramar o Kohly. Uno se pregunta qué más es lo que debe dar. Las comodidades, no. Nadie que no pertenezca al círculo del privilegio las tiene. No hay ventajas materiales que entregar, ya estas se encuentran en manos de los elegidos, entonces: ¿Qué es lo que pide el Compañero Fidel, qué ya no haya arrebatado? La respuesta es simple y sencilla como la verdad, quiere silencio, obediencia y más tiempo para continuar su espiral eterna de peticiones.
De veras que esto de darlo todo, al cabo de 50 años, tiene que ser un chiste. Dicen que en la historia, todo ocurre dos veces. La primera vez como tragedia, la segunda como comedia. Parece que la tragedia del Comandante necesitó en su elenco un argentino y lo tuvo.
Ahora, en el inevitable momento de la comedia, llegó alguien de Argentina para llenar el lugar. Como los tiempos han cambiado, en esta oportunidad no se trata de un fusilador. Esta vez le tocó a una pobre anciana jubilada, con poco para llenar su ocio. Se llama Stella Calloni y no le conozco obra de peso conocida. Pero como ahora se trata de la comedia y de un chiste… vale.
jgonzafebster@gmail.com
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1 comentario:
Muchas gracias Juan. Abrazos a todos.
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