jueves, 7 de mayo de 2009

¿DONDE FUE A PARAR EL SENTIDO COMÚN?, Frank Cosme


Santos Suárez, La Habana, 14 de mayo de 2009, (SDP) En 1944, un año antes del final de la Segunda Guerra Mundial, la Universidad de Chicago publicó “El camino de la Servidumbre” del economista Friedrich Hayek. Sus observaciones, al paso del tiempo, han resultado acertadas. Una de ellas es que, por vivir en Inglaterra y E. U. ha ido afianzándose en él la convicción de que en estos países actúan “algunas” de las fuerzas que destruyeron la libertad en Alemania. Afirma también que la mayor parte de la gente cuyas opiniones ejercen influencias sobre el desarrollo de la nación son socialistas en mayor o menor grado.

¿Tendría razón esta afirmación de este economista? Meditemos.

-Me paso un par de horas para comprar pan o viandas. Cuando voy a preparar la comida, me faltan la leche o los huevos. Tengo que fregar sin una gota de agua, con un mal pedazo de jabón.

-La bebida es cara. La cerveza aguada, como si la hubieran hecho de mala gana.
Esto, que parecen afirmaciones de cubanos actuales, fueron expresadas por ingleses en 1947, hace ya 61 años. Para el que cuestione estas afirmaciones, lo remito a una investigación realizada por Fulton Oursler y publicada por Selecciones de Noviembre de 1947.

Habían pasado solo 3 años y la profecía de Hayek se había cumplido en la Gran Bretaña de la post-guerra, pues los Laboristas Británicos (Socialistas) llegando al poder en ese período, hundieron en la debacle a ese país y lo condujeron a estar muy por debajo de Japón y Alemania, los supuestos “derrotados”.

Pasemos al súper-capitalista Estados Unidos. Aunque allí no fue tan evidente como en el Socialismo Británico, si hay pruebas de “excesivas regulaciones” por parte del Estado.

En 1946, un inventor apellidado Tucker construyó un automóvil que tenía todos los adelantos del auto actual, ¡hasta frenos de disco! No pudo seguir fabricándolos porque una “regulación” le obligaba a entregar 500 autos en una determinada fecha. Solo pudo construir 496. Por solo 6 autos “le quitaron la licencia para construirlos”.

Oregón es un estado situado al Noroeste de Estados Unidos. Sus residentes aficionados a la construcción casera de aviones, ayudaron a ganar la guerra con sus innovaciones. Terminada esta, empezaron las regulaciones que prácticamente no permitían fabricar estas máquinas. Los aficionados se rebelaron, hicieron caso omiso de las regulaciones haciendo valer su “libertad de acción”, siguieron construyendo aviones y ¡tuvieron que pagar altas multas!

Si se piensa fríamente, uno se pregunta qué hubiera sido de Edison, Fulton, Bell, Ford y hasta los hermanos Wright si en esas fechas hubieran existido tantas regulaciones que limitan “la libertad de acción del individuo”.

Si se sigue el rastro de esta afirmación de Hayek, nos damos cuenta también que ya en el terreno de la intelectualidad, (medios universitarios, periodísticos y culturales), prima esta influencia. El mismo autor es una víctima de su afirmación. Le otorgaron el Premio Nobel casi al final de su vida.

Muchos cubanos con un prestigio intelectual reconocido han visto cerradas las puertas incluso en los propios Estados Unidos por el solo hecho de pedir asilo político. Por esta criba pasaron al historiador Moreno Fraginals y al más joven y rebelde de los “origenistas”, Lorenzo García Vega, amén de un largo y anterior etcétera.

En cuanto a la prensa europea y norteamericana, la afirmación de Jacobo Manchover, un judío-cubano exilado en París de que el New York Times, el París Match, y la Bohemia de antes del 1959, entre magnificar, destacar y omitir noticias inconvenientes, son responsables de exaltar el mito de de la revolución cubana, tiene mucho fundamento. Le faltó agregar a Time, Look y Life.

El dueño y director de Bohemia, Miguel Ángel Quevedo, se saltó la tapa de los sesos ya en el exilio, dejando una carta que explicaba cómo manipularon las noticias a favor de un solo movimiento rebelde, en detrimento de otros, como el histórico Directorio Revolucionario.

Las crisis cíclicas del capitalismo podrían dar la razón a los ortodoxos del socialismo, pues “planificar el progreso” origina superproducción, y con ella la crisis, pues el mercado saturado no puede asimilar más mercancía.

El remedio de Hayek es tan simple que resulta patético por todos los problemas que ha originado en la historia contemporánea: _ “Nuestro problema consiste en crear condiciones que faciliten “un amplio campo de acción del individuo que favorezca el progreso”, pero no en PLANIFICAR EL PROGRESO.
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