viernes, 1 de mayo de 2009

EL DELIRIO Y LA IMPOTENCIA, Editorial # 66

Hemos sido testigos de una jugada magistral. La recién concluida Cumbre de las Américas ha sido escenario para uno de los descalabros más formidables sufridos por la diplomacia y las estrategias continuistas del castrismo. El discurso confrontacional del régimen sufrió un golpe demoledor en la arena internacional. En el plano doméstico, el régimen también fue decisivamente golpeado.

El presidente estadounidense Barack Obama, a partir de las más recientes medidas emprendidas, dio un golpe de muerte al discurso político castrista. La reciente decisión tomada por tres de las más importantes agrupaciones políticas opositoras dentro de Cuba, de enviar una carta al presidente Obama, amplia el debate en relación con el destino de desperdicio sufrido por los fondos de ayuda a la democracia. Esto de seguro pondrá las cosas en una perspectiva más acorde con las necesidades reales.

Los cambios se producen en progresión impensada. La oposición madura y se delimitan campos. Quizás asistamos a la pérdida inexorable de espacio político por parte de la dictadura castrista y de la izquierda siniestra que la apoyó en América Latina. Pero aún así, la élite de gobierno castrista se niega a enterrar el aliento político fosilizado de Fidel Castro.

La dictadura militar se aferra a la confrontación con los Estados Unidos, porque fuera de la hostilidad contra algún enemigo, nada puede ofrecer al pueblo de Cuba. Con ánimo criminal el castrismo se niega a desatar las cadenas con que mantiene sujetas las aspiraciones y los sueños de todos los cubanos.

El legado bárbaro y esclavizador de Fidel Castro marca el derrotero de los continuadores de su dinastía. Su nombre aún aparece al frente del Partido Comunista y su espíritu inspira nuevas delaciones, más arrestos, más opresión y más miseria para el pueblo de Cuba.

Las más recientes respuestas a las medidas promulgadas por el presidente Barack Obama, atribuidas al ‘hombre-muerto-que reflexiona’, constituyen la materialización de la reacción de la élite verdeolivo, lo que perfiló desde antes de su elección, el teórico castrista Armando Hart Dávalos.

Por ello, se percibe delirio e impotencia en las últimas Reflexiones. La dictadura insiste en llamar mercenaria a la oposición interna cubana, pero ya pocos creen eso. Hoy, la confusión oficial de siempre sobre el verdadero significado de palabras como honor, compromiso etc., parece haberse agravado. Últimamente llaman arrogantes a los presos políticos. Eso da risa y da pena.

La buena noticia es, que a pesar de que sucedió el endurecimiento que se esperaba, Cuba será libre y el castrismo, también pasará.
SDP

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