Lawton, La Habana, 7 de mayo de 2009, (SDP) Como uno es receptivo a la crítica que ayuda a mejorar, retomo el tema de las ayudas en los términos más amplios y generosos concebibles. Hoy me referiré a las cosas edificantes vividas dentro de las difíciles relaciones con el exilio político cubano de Miami.
Para que no quede la duda, sobre las honrosas excepciones que conozco, tomaré dos de ellas para una exposición más clara de este trabajo. La primera, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA). Nadie en Cuba comenta sobre irregularidades de carácter financiero que tengan como sujeto a FNCA. No se tienen noticias que hayan manejado mal o de forma mal intencionada fondo alguno.
Pero quizás, el mejor elogio sobre esta institución lo haya escuchado en boca de un opositor anónimo. Un humilde cubano de a pie, que para dar una opinión, dijo sentenciosamente: “Esa gente, nunca habla mierda”. Este reconocimiento sólo será pasado por alto por alguien que no sea cubano. En Cuba sabemos que quiere decir exactamente la expresión, “esa gente no habla mierda”.
La otra organización de ‘allá’ a que me referiré es Acción Democrática Cubana (ADC). Esta organización y su líder, Juan Carlos Acosta, han sido y son excepcionalmente respetuosos y eficientes. Durante el lamentablemente corto espacio de tiempo que ayudaron con recursos materiales a la sociedad civil, la prensa nacional independiente y la oposición interna en Cuba, jamás condicionaron esa ayuda a conducta o postura alguna por parte de sus auxiliados. Nunca presionaron para que se hiciera esto o aquello.
Como nada es perfecto ni eterno bajo el sol, ADC cometió algunos errores que nos perjudicaron a todos. La conjunción negativa de unas latas de cangrejo americano en conserva, abrigos finos enviados a gente fina, juguetes para niños, más una sierra que alguien con sabiduría y algo más, encontró mal adquirida, dieron al traste con todo.
La sierra, las latas de cangrejo, los abrigos y los juguetes pesaron más por allá, que el servicio inestimable que ADC prestó hasta ese momento. Mala suerte. Como las asociaciones mentales son caprichosas, vienen al recuerdo los cursos para tibiar la leche de ancianos, la hojita ‘Sin Censura’ y la promoción del Proyecto Varela, luego que este agotó sus posibilidades. Pero hoy hablamos de las honrosas excepciones y no de la deshonrosa e intocable regla. De eso habló desde este semanario, hace algún tiempo un colaborador anónimo desde Miami: Justo Leal. ¿Qué será de él?
De vuelta con las honrosas excepciones, ADC en su hora de gloria, cubrió con medicinas, alimentos, ropas, zapatos e incluso equipos fotográficos y de oficina. Asistieron a periodistas, opositores, sociedad civil y a cuantos lo necesitaron. Quizás, de acuerdo a lo que se sabe de la regla, las nuevas autoridades norteamericanas sean algo más flexibles y den otra oportunidad. Para esto, sería inestimable pensar en al menos una de las honrosas excepciones.
Tanto la FNCA como ADC han vibrado con el sentimiento real del pueblo cubano. El reconocimiento a la conducta excepcional de estas organizaciones, obliga a que pongamos por escrito lo que es sin dudas un consenso generalizado desde Cuba. Reciban FNCA y ADC nuestro más emocionado agradecimiento por pensar en nosotros. Por ser en última instancia, honrosas excepciones-
jgonzafebster@gmail.com
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