Marianao, La Habana, mayo 7 de 2009, (SDP) Son de sobra conocidas las barbaridades, incluso trágicas, que han protagonizado en los centros de enseñanza de la Isla estos llamados maestros emergentes, formados a la carrera y puestos delante de un aula a impartirle clases a niños y adolescentes. El Decisor Supremo los tituló valientes y con eso se supone que baste para cumplir la misión de formar a sus alumnos. Se diría que el viejo Pepe de la Luz y Caballero disparataba cuando escribió aquello del Evangelio vivo.Simultáneamente, se ha puesto en práctica en la Secundaria Básica otro aporte pedagógico que Enrique José Varona no hubiese concebido ni en una pesadilla de verano: el Profesor Integral. Este súper catedrático ha de ser capaz de impartir todas las asignaturas del curso, desde Educación Física (me imagino) hasta Literatura Española. Digo me imagino, porque dada la importancia que le concedemos al deporte de alto rendimiento, puede que esa asignatura estratégica esté a cargo de un medallista municipal.
Más asombroso aún es que la cantera de donde emergen estos talentosos polifacéticos de hecho es la misma escuela formadora de maestros emergentes. Supongo que sean los más temerarios quienes dan el paso al frente. Si se trata de valientes del interior tendrán que dar algunos más para subir a la Yutong que los traerá a la conquista de la Capital. Con buena suerte, va y hasta escriben guiones y novelas tan bonitas y revolucionarias como las de Senel Paz. Con mala, pueden ir presos por homicidio o tener que mejorar el record mundial de los 100 metros delante de un padre con cuchillo. ¡Todavía hay quien dice que el socio-castrismo es aburrido!
El pasado año se convocó a los profesores jubilados para que regresasen, nada menos que a impartirles clases a la camada de superdotados integrales. Lamento no conocer a ningún integrante de esa tropa de refuerzo. No puedo asegurar que no estén instruyéndolos en las técnicas capaces de garantizar el 100% de promoción, mediante repasos intensivos antes del examen, sugerencias explícitas durante el examen o correcciones interpretativas después del examen, que en todas esas artes son duchos los viejos pedagogos revolucionarios. Al menos, siempre son metodologías pacíficas.
Nunca supe que el buen Quintanilla o la fabulosa Dra. María Máuriz Menéndez hubiesen propinado algún gaznatón a sus discípulos. Mi entrañable Eduardo Mancebo, maestro de 5to y 6to grado en el Colegio Academia Carlos de la Torre, no pasaba de soltar un come ñinga cuando le saturaban la cachimba.
En fin, basta de digresiones. Yo mismo fui profesor no titulado durante varios años (me separaron por considerar que había incumplido los parámetros políticos al participar en un curso libre de marxismo revolucionario impartido en La Habana de 1977 por el trotsko chileno Roberto Mendoza). Conozco a dos o tres profesoras y profesores que son excelentes y esforzados profesionales de la docencia, quienes no deben sentirse aludidos, y no quería tocar esta tecla, pero…
Acabo de leer en la peculiar página de opiniones (siempre favorables) del Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba la extensa carta de alguien que se identifica como Director de una escuela secundaria básica en Camagüey y graduado de profesor integral quien, luego de emprenderla con los padres que no estimulan a sus hijos a consagrarse al magisterio, refiere que un alumno suyo le argumentó que, mientras él como maestro devengaba 416 pesos MN mensuales, en un mes en su casa entraba diez veces esa suma (es decir,4160 pesos). No contento con eso, el profesor devenido chivato precisa que días después coincidió con el alumno en la cola para ver a un médico en el Hospital, y que la Dra. coló como primeros al niño y a la mamá “macetas”, violándole a él su sagrado número uno en aquella fila ocasional. Así, el Makarenquito sobre cumplió: tres echados pa‘lante con una sola denuncia. Me imagino que el Lic.Barredo, director del Granma, ya lo habrá recomendado para un ascenso en las nóminas del Ministerio de Educación y el MININT, pues se trata de un caso claro de multioficio.
Francamente, he envuelto esta anécdota en clave de (mal) humor porque me avergüenza comprobar hasta donde hemos descendido en bajeza y mezquindad. Quiero creer que el sujeto capaz de eso no es natural del Camagüey legendario, tierra de gente orgullosa y altiva, comarca de pastores y sombreros.
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