viernes, 1 de mayo de 2009

RECUERDOS DE "EL ALMENDRALES", Amarilis C. Rey


La Habana, abril 30 de 2009. (SDP). Cuando aquella tarde llegué a la óptica “El Almendares”, no pude evitar que muchos recuerdos se agruparan en mi mente de forma vertiginosa, como si quisieran salir todos de golpe.

Las vidrieras exhiben una amplia gama de armaduras y gafas de sol con muchos colores fuera y dentro del recinto comercial. Mientras, en su interior se está muy a gusto, con aire acondicionado y unos butacones que invitan a no querer marcharse del sitio.

Consultas de Optometría y Contactología además de lentes blancas o fotocromáticas y coloración de cristales, conforman las especialidades que esta casa óptica, fundada en 1882, brinda a todas aquellas personas que puedan pagar sus servicios en moneda convertible.

Gracias a la ayuda de amigos que residen fuera de Cuba, pude beneficiarme de estos servicios. Varios y modernos son los equipos con que cuenta esta óptica para la medición visual. Ese día, la especialista que realizó mi examen desestimó una receta que le mostré de la policlínica a que estoy asignada. Argumentó: “Esa medida que te pusieron está mal, puedes botar la receta.”

En la Ciudad de La Habana existen dos tipos de establecimientos ópticos que comercializan sus servicios en divisa “El Almendares” y otro que se encuentra en la selecta barriada de Miramar. ¿Pero y las demás? Esas en las que se paga con moneda nacional. ¿Cómo funcionan?

Moisés, es residente en Ciudad Habana. En una de esas ópticas fue a realizar su medición visual. Disgustado por el trato recibido e inconforme con el resultado del examen, comentó: “Quizás es que la optometrista no quiera trabajar, pero tampoco tiene las condiciones ni los aparatos necesarios para realizar un buen diagnóstico.”

Juana Arias, residente de Placetas, en Villa Clara, alega que su esposo aún espera por un par de espejuelos que mandó a hacer en la óptica de su municipio el 13 de octubre del 2008. En aquel momento le comunicaron que la confección de los espejuelos demoraba 90 días.

Sonia Botello, de 48 años, trabaja como profesora en Sandino, Pinar del Río. El 26 de noviembre del 2008 llevó a la óptica local una receta para bifocales y hasta el 9 de febrero pasado aún no tenía sus espejuelos. “No los han terminado, y siempre hay una explicación diferente- señaló en aquel momento- ya la última es que el polvo para dar brillo o pulir los cristales no sirvió, lo que hizo fue rayar los cristales.”

En una de las tarjetas de promociones que me entregaron en “El Almendares” puede leerse: “El lugar ideal para confiar su mirada”. Al dorso explica: “Entrega en una hora.” Efectivamente, mis espejuelos estuvieron listos en ese tiempo, con una armadura moderna, de material liviano, por un precio de más de 100 CUC, unos tres mil pesos moneda nacional. El salario promedio en Cuba es de 408 pesos mensuales.

El Almendares que recordé aquella tarde, fue el de los años 70, cuando llegué con mi madre que era maestra y necesitaba un par de espejuelos bifocales. En aquel momento no había aire acondicionado ni butacones cómodos, ni bifocales, ni armaduras. Recuerdo que le adaptaron una armadura pequeña de niño con la que trabajó por muchos años. Fue algo que en aquel momento no podía entender ¿Por qué ella usaba armaduras pequeñas, igual que algunos de mis compañeros de aula?

Ahora, de seguro, ella no comprendería, como no lo entiende la inmensa mayoría de los cubanos, por qué no existen dificultades cuando se tiene moneda convertible para obtener los espejuelos, y en muchos casos es un suplicio lograr adquirirlos cuando de lo que se dispone es del peso que se obtiene a cambio del aporte laboral o de otro tipo que se entrega a la sociedad y al país.
amarilisrey@yahoo.com

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