jueves, 7 de mayo de 2009

UNA TRAGEDIA PERSONAL, Juan González Febles

Lawton, La Habana, mayo de 2009, (SDP) Shelyn Rojas, mi amiga y colega sufrió un infarto cerebral. Se le afectaron dos terceras partes del hemisferio cerebral izquierdo. Tuvo mucha suerte según los médicos. Verdaderamente, pudo ser mucho peor. Un disgusto que nadie consigue recordar en detalle, desencadenó esta tragedia personal.

Con 42 años de edad, sus sueños y aspiraciones, han quedado reducidas a poder caminar y comer sin ayuda. Los especialistas que se encargan de su atención, afirman que se recuperará. Pero dicen además, con la reticencia de estos casos, que nunca será la misma.

Shelyn ha recibido la ayuda de sus colegas de la prensa nacional independiente. La Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP) la apoyo material y espiritualmente, pero no es suficiente. Quizás, algunos promotores y activistas con los que colaboró, le hagan llegar el estimulante aliento solidario, en estos, sin dudas sus peores momentos.

Hace un año y un poco más, funcionarios del Ministerio del Interior le notificaron que no le sería permitido viajar. Dijeron que no le otorgarían la Tarjeta Blanca como castigo por su labor como periodista independiente. Afirmaron que quizás dentro de un año podría viajar. Eso claro está, si se portaba bien y dejaba de escribir y trabajar como periodista independiente.

Como muchos cubanos, a Shelyn no se le ocurrió preguntar qué ley amparaba ese chantaje. En aquel momento, pensó que no se trataba de una ley. Estaba en lo cierto, era una orden y decidió obedecer. Si lo hacía, quizás estaría más cerca de alcanzar su sueño. A fin de cuentas, al parecer era poco lo que pedían.

Si hubiera podido largarse, quizás no se habría disgustado. Hubiera estado concentrada en luchar por eso que definió como su felicidad. En Cuba, la vida es difícil. Uno apuesta una charada loca cada mañana. Se juega para perderlo todo, para ganar a medias o para nunca ganar. Ella soñó con algo diferente.

Si hubiera vivido en un ‘país normal’ (así llaman los cubanos en Cuba al concierto de naciones democráticas) nada de esto habría pasado. En ‘países normales’, los ciudadanos viven bajo el imperio de la ley. Allí nadie se atreve a dar órdenes por encima de esta. Pero lo cierto era que vive en Cuba y en Cuba se vive sin derechos y a merced de órdenes.

Cualquier patán autorizado por la familia gobernante, da órdenes. Mientras redactaba este trabajo y Shelyn se recuperaba precariamente en uno de los devastados hospitales que la solidaridad gobernante nos dejó, el presidente Raúl Castro disfrutaba de buen licor y del placer violento de una típica pelea de gallos. No tenía de que preocuparse. La familia anda bien y las órdenes, están dadas hace más de cincuenta años.
jgonzafeb@yahoo.com

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