jueves, 14 de mayo de 2009

¿Y NOSOTROS, NO SOMOS CUBANOS?, Álvaro Yero Felipe



Mantilla, La Habana, 14 de mayo de 2009, (SDP) La juventud cubana de hoy no tiene derecho a intervenir en la política de su país dice un documento que circula desde un servidor radicado en Cuba. Las nuevas generaciones que no sigan el pensamiento de Fidel Castro quedan fuera de toda determinación que sea tomada por la dirección del Partido y el Consejo de Estado, argumenta el documento que su autor tituló, “El pensamiento de Fidel es un ejemplo a seguir”.

El autor del documento llamado Adriel Batista explicó que es un joven revolucionario, periodista del sistema informativo de la televisión cubana. Según comenta, a Fidel y a Raúl le debe todo lo que es hoy.

Para este joven, quien no siga las ideas de Fidel no es cubano. ¿Será que para ser cubano hay que seguir a Fidel?

Soy periodista independiente y formo parte de la otra juventud que según Adriel no es cubana por no seguir a Fidel Castro. Con todo el respeto que este colega merece, le contesto a su intento de marginar la nacionalidad de los que no son comunistas.

Si ha leído la historia, Fidel no tomó el poder en Cuba por ser comunista, Fidel prometió reformas democráticas y respeto a las libertades civiles. Pero cuando llego al poder, engañó a todo un pueblo inocente para luego convertirse en uno de los comunistas más intransigentes de la historia.

Si no sigo a Fidel, como estoy seguro que muchos no lo hacen y no lo dicen por miedo, es porque simplemente no creo en él. Fidel engañó a mis abuelos, a mis padres, a mí e intenta engañar también a mis hijos. Yo supe decir basta y enfrentarme a él, con pleno conocimiento de que ante todo su poder, podría cumplir una larga pena de cárcel o incluso morir, pero sin miedo.

En una de sus reflexiones, Fidel me llamó “pobre jovenzuelo, lobezno disfrazado de abuelita” porque me expreso libremente y sin su permiso. Eso me hace feliz. Sabe que existo y que no creo en sus discursos populistas.

En cambio, el colega se engaña a si mismo, y sirve a alguien que le censura su libertad de expresión y viola sus derechos como ser humano, a alguien que controla su vida como si fuera dueño de ella. Yo, digo lo que pienso y él debe pensar en lo que dice. Creo que hay mucha diferencia.

Es fácil sacar una conclusión. Los revolucionarios de hoy son destituidos por no seguir ese camino servil al que Adriel Batista hace referencia en su artículo. Son líderes del partido y el gobierno. ¿Qué podrá ser de Adriel mañana, cuando por algún motivo traicione la confianza que en él ha depositado el oficialismo para que difunda sólo lo que a ellos convenga? ¿Pasará al bando de los “no cubanos”? ¿Cambiará su opinión?

Ojala esté vivo para ver cuando eso suceda. Por ahora le digo: “hermano, yo me considero tan cubano como usted o Fidel. Aunque no haya luchado en la Sierra Maestra por su revolución, hoy lucho frente a frente, sin esconderme en las montañas, por una Cuba libre y para todos los cubanos.
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