jueves, 23 de julio de 2009

DESDE CASA DEL DIABLO, Juan González Febles




Lawton, La Habana, julio 23 de 2009, (SDP) En menos de seis meses, ya van dos curas españoles asesinados en La Habana. Ante la falta de información confiable, el rumor toma cuerpo, como ya es costumbre. En relación con las relaciones culposas entre los rumores, el pueblo y el gobierno que este sufre, poco hay que decir que no haya sido dicho. En Cuba, la información debe ser muy bien sopesada y para ello es necesario tomar en cuenta al rumor. Nunca olvidar que el gobierno enriquece sus versiones con rumores que echa a rodar de forma intencionada.

De acuerdo con los rumores echados a rodar para la ocasión, todo parece indicar que existe una secta de carácter satanista. Es a esta secta hacia la que apunta la mira del pueblo. Pero a esto habría que agregar, que en Cuba no se mueve algo que no sea escrutado hasta la saciedad por policías de todos tipos, colores y motivaciones profesionales.

Me pregunto cómo es posible la existencia de una secta satánica en casa del Diablo sin conocimiento y sin permiso de este. ¿Cómo no se ha informado con detalle la motivación y las circunstancias de los asesinos de sacerdotes? ¿Cómo el siempre eficiente Ministerio del Interior, capaz de capturar a vendedores de jabas, palestinos ilegales, disidentes, antenas satelitales y ‘peligrosos’ agentes del enemigo, demoró tanto en capturar a los asesinos de los sacerdotes españoles?

Aunque Cuba mayoritariamente dejó de ser católica, lo cierto es que los curas y las monjas de a pie, prestan un servicio inestimable a la sociedad civil que contribuyen a formar cada día con modestia y humildad. Estos sacerdotes de parroquia están unidos firmemente al dolor de un pueblo al que educan, cristianizan y en no pocas ocasiones, alimentan. Combaten al dolor, a la superstición y a la doble moral.

Cuando dan, nunca preguntan quién es católico o quien no, ellos sólo ven dolor y se lanzan a aliviarlo. No discriminan entre el dolor físico de la enfermedad y el dolor moral de la desesperanza. Ciertamente, los diablos no pueden quererlos.

Me pregunto: ¿Quién podría tener motivos para asesinar sacerdotes en Regla o en Lawton? Hombres de Dios, que enseñan amor y además, que Dios nos hizo libres. ¿Quién puede tener interés en asesinar a estos hombres?

La otra pregunta que me hago es: ¿Cómo el Reino español, de quien son súbditos los asesinados, no exige una aclaración completa de estos hechos? ¿Qué pasa que el Vaticano no exige lo propio?

Para muchos, el Diablo es sólo la abstracción de la maldad humana. De acuerdo con este concepto, es fácil identificarlo por sus obras, más que por el tridente y el olor a azufre. Alemania, Cambodia, Rusia y China, fueron considerados infiernos modélicos en su momento. Otros, se mantienen aferrados a lo tradicional y prefieren creer en los cuernos, en los exorcistas y los crucifijos boca abajo.

De cualquier forma que se mire, el mal tiene su encanto. Lo tiene para la OEA, para la ONU y para algún que otro arzobispado. Los infiernos de estos tiempos, han sido múltiples y cambiantes, desde fríos y siberianos hasta eternos veranos. Todo en dependencia del Diablo oficiante, de sus bendiciones y sus condiciones.
Sobre los curas asesinados en La Habana, fuentes eclesiásticas que exigieron anonimato, informaron que ambos pensaban fundar una Vicaría de la Solidaridad en Cuba, similar a la que funcionó en Chile en tiempos de Augusto Pinochet.

Es por esto que, desde casa del diablo y en relación con diablos que matan sacerdotes, pienso en Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado, y en el padre Popieluzko de Polonia. Pero también y por qué no, en Eduardo de La Fuente y Mariano Arroyo, los curas asesinados de La Habana.

Los diablos, en el fondo son siempre los mismos. Sólo varían los climas, los colores y las temperaturas de sus infiernos.
jgonzafebster@gmail.com

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