Lawton, La Habana 16 de julio del 2009. (SDP) Hace unos meses, oía Radio Reloj y me llamaron la atención, los favorables comentarios de esta emisora, que por su alcance nacional refleja en vivo el punto de vista del castrismo primero que el Granma, sobre Barack Hussein Obama y las posibilidades que se abrían con una eventual mejora con las relaciones entre el régimen cubano y el gobierno de Obama
Después, escuché en la “cumbrecita” de Isla Margarita, al general-presidente en un emotivo rasgar de vestiduras, exclamar que estaba dispuesto a discutir con el gobierno de Obama “todo” lo que se viola en Cuba en progresión mayor a la fluidez en su corriente sanguínea del whisky canadiense que el Sr. consume. Es decir, los derechos humanos, la libertad de 250 presos políticos, el acceso a Internet para todos y un etc. tan largo como la Muralla China. Pero, recuerden que en el castrismo siempre hay un pero, con respeto a la autodeterminación y soberanía del castrismo.
No obstante, ser esta cantinela tan vieja como el Anciano, ipso facto se levantaron voces y plumas de todo tipo y colores “Urbi et Orbi”, unos aprensivos, otros expectantes, ora esperanzados y hasta algún descreído, entre los que me cuento, luego de emplear cincuenta años de mi vida en capear la construcción del socialismo.
Los afros del Black Caucus, los “honorables” Delahunt, Dodd, y Flake, empezaron con los viajes de approach y las declaraciones optimistas y lisonjeras sobre los racistas Castro. Hicieron más lobby que los republicanos cubanos americanos a Bush Jr, para que les aprobaran el presupuesto del 2008 de Radio y TV Martí.
Brian Latell escribió sagaz y pitoniso, sobre lo bueno que era tratar con Raúl y no con el Tiranosaurio y hasta Charlie Rose le hizo su mención. Menos mal que Don Francisco no lo incluyó en su show de los miércoles.
El asunto es serio, pero ante tanta candidez o idiotez, prefiero reírme. No concibo que hoy a 50 años de dictadura, exilio, separación, ahogados y fusilados, (incluyo los niños del remolcador 13 de Marzo), haya alguien que desde una cómoda poltrona, deguste un Glenlivet con un Cohíba, después de una opípara cena y se ponga a perorar sobre Cuba, sin siquiera saber donde está el hospital Calixto García en La Habana.
Para esos “despistados”, traigo una anécdota. En mayo de 1995 trabajaba junto con 76 cubanos en la reconstrucción de la SINA (Sección de Intereses de Norteamérica en la Habana). Gracias al contrato de una firma norteamericana, la Dilligham Parsons Construction Company, y Cubalse (firma que representa al Consejo de Estado de la República de Cuba). Allí presencié, cuando 47 optimistas empresarios yanquis, llegaron a esta ciudad “enemiga” a negociar con Castro. Parece que todo iba bien, porque los supervisores norteamericanos, me comentaron y cito: “Al, si el embargo se levanta, por favor, diles a los demás cubanos que firmen con nosotros, para empezar a trabajar en Cuba. Uds. forman un team excelente”.
En ese año llegaron a trabajar, entre funcionarios y familiares, cerca de 170 norteamericanos. Estos fueron, cada fin de semana, visitas muy bien vistas en Habana Vieja, Tropicana, Papa Hemingway, Varadero y otros lugares. Reconozco, para beneficio de tirios y troyanos.
Los “yumas”, como los conoce mi pueblo, empezaron a ser parte del paisaje habanero. Hasta los policías, compartían amigablemente con ellos (de esto ultimo puedo dar fe con fechas y lugares). De pronto, en febrero de 1996, son derribadas las avionetas de Hermanos al Rescate, se arresta a los miembros de Concilio Cubano y se interrumpen todas las negociaciones con los odiados imperialistas.
Lo mismo pasará con los fellow travellers que hoy están en la Casa Blanca. En el 96 estaban Bill Clinton, el ambientalista Gore y la señora Janet Reno. ¿Por qué? Muy fácil. Restaurar relaciones implica, ¡horror! pagar cerca de 3 billones de USD por expropiaciones ilegales, aceptar la oposición interna, liberar presos políticos y entre otras cosas, se pierde la primogenitura de la revolución latinoamericana- africana, bolivariana y no sé cuantas “anas” más...
Al final, la sempiterna falta de confianza entre los EE.UU. y los Castro, es y será el obstáculo mayor para lograr unas relaciones estables. Nada de lo que ocurrió en la Cumbre de Trinidad, ni lo que digan o hagan el Presidente Obama, Bárbara Lee, Richard Lugar, Pepe Serrano y otros wishfull thinkers, traerá algún acercamiento entre los dos bandos.
Esté quien esté en Washington, la corte geriátrica no cederá un ápice el poder que tiene hace 50 años. Por eso, ambos, como de costumbre, desde extremos opuestos, se mirarán como el borracho y el cantinero.
palest44@yahoo.com
Después, escuché en la “cumbrecita” de Isla Margarita, al general-presidente en un emotivo rasgar de vestiduras, exclamar que estaba dispuesto a discutir con el gobierno de Obama “todo” lo que se viola en Cuba en progresión mayor a la fluidez en su corriente sanguínea del whisky canadiense que el Sr. consume. Es decir, los derechos humanos, la libertad de 250 presos políticos, el acceso a Internet para todos y un etc. tan largo como la Muralla China. Pero, recuerden que en el castrismo siempre hay un pero, con respeto a la autodeterminación y soberanía del castrismo.
No obstante, ser esta cantinela tan vieja como el Anciano, ipso facto se levantaron voces y plumas de todo tipo y colores “Urbi et Orbi”, unos aprensivos, otros expectantes, ora esperanzados y hasta algún descreído, entre los que me cuento, luego de emplear cincuenta años de mi vida en capear la construcción del socialismo.
Los afros del Black Caucus, los “honorables” Delahunt, Dodd, y Flake, empezaron con los viajes de approach y las declaraciones optimistas y lisonjeras sobre los racistas Castro. Hicieron más lobby que los republicanos cubanos americanos a Bush Jr, para que les aprobaran el presupuesto del 2008 de Radio y TV Martí.
Brian Latell escribió sagaz y pitoniso, sobre lo bueno que era tratar con Raúl y no con el Tiranosaurio y hasta Charlie Rose le hizo su mención. Menos mal que Don Francisco no lo incluyó en su show de los miércoles.
El asunto es serio, pero ante tanta candidez o idiotez, prefiero reírme. No concibo que hoy a 50 años de dictadura, exilio, separación, ahogados y fusilados, (incluyo los niños del remolcador 13 de Marzo), haya alguien que desde una cómoda poltrona, deguste un Glenlivet con un Cohíba, después de una opípara cena y se ponga a perorar sobre Cuba, sin siquiera saber donde está el hospital Calixto García en La Habana.
Para esos “despistados”, traigo una anécdota. En mayo de 1995 trabajaba junto con 76 cubanos en la reconstrucción de la SINA (Sección de Intereses de Norteamérica en la Habana). Gracias al contrato de una firma norteamericana, la Dilligham Parsons Construction Company, y Cubalse (firma que representa al Consejo de Estado de la República de Cuba). Allí presencié, cuando 47 optimistas empresarios yanquis, llegaron a esta ciudad “enemiga” a negociar con Castro. Parece que todo iba bien, porque los supervisores norteamericanos, me comentaron y cito: “Al, si el embargo se levanta, por favor, diles a los demás cubanos que firmen con nosotros, para empezar a trabajar en Cuba. Uds. forman un team excelente”.
En ese año llegaron a trabajar, entre funcionarios y familiares, cerca de 170 norteamericanos. Estos fueron, cada fin de semana, visitas muy bien vistas en Habana Vieja, Tropicana, Papa Hemingway, Varadero y otros lugares. Reconozco, para beneficio de tirios y troyanos.
Los “yumas”, como los conoce mi pueblo, empezaron a ser parte del paisaje habanero. Hasta los policías, compartían amigablemente con ellos (de esto ultimo puedo dar fe con fechas y lugares). De pronto, en febrero de 1996, son derribadas las avionetas de Hermanos al Rescate, se arresta a los miembros de Concilio Cubano y se interrumpen todas las negociaciones con los odiados imperialistas.
Lo mismo pasará con los fellow travellers que hoy están en la Casa Blanca. En el 96 estaban Bill Clinton, el ambientalista Gore y la señora Janet Reno. ¿Por qué? Muy fácil. Restaurar relaciones implica, ¡horror! pagar cerca de 3 billones de USD por expropiaciones ilegales, aceptar la oposición interna, liberar presos políticos y entre otras cosas, se pierde la primogenitura de la revolución latinoamericana- africana, bolivariana y no sé cuantas “anas” más...
Al final, la sempiterna falta de confianza entre los EE.UU. y los Castro, es y será el obstáculo mayor para lograr unas relaciones estables. Nada de lo que ocurrió en la Cumbre de Trinidad, ni lo que digan o hagan el Presidente Obama, Bárbara Lee, Richard Lugar, Pepe Serrano y otros wishfull thinkers, traerá algún acercamiento entre los dos bandos.
Esté quien esté en Washington, la corte geriátrica no cederá un ápice el poder que tiene hace 50 años. Por eso, ambos, como de costumbre, desde extremos opuestos, se mirarán como el borracho y el cantinero.
palest44@yahoo.com
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