jueves, 30 de julio de 2009

LA HABANA QUE VA CONMIGO, Jorge Luís González Suárez


El Vedado, La Habana, Julio 30 de 2009 (SDP) No he podido encontrar un título mejor para este trabajo que el homónimo del libro del arquitecto Mario Coyula Cowley, de la editorial Letras Cubanas publicado en el 2002.

El ejemplar contiene una selección de las charlas ofrecidas en la Maqueta de La Habana desde el año 1998, con carácter mensual y la participación de notables figuras de la cultura en nuestro país.

Entre las muestras que se recogen baste citar a Eduardo Robreño, Natalia Bolívar, Segundo Curti, Rosita Fornés y otros.

La primera oración introductoria del antologador es: “Una ciudad puede ser vista de muchas maneras, según los antecedentes e intereses de cada observador…”. Sin embargo todos coinciden en un pasado nostálgico y el deseo latente de la recuperación constructiva y tradicional de ella.

Resulta interesante recoger fragmentos de los testimonios ofrecidos por los conferencistas, para analizar diferencias y similitudes entre unas y otras visiones.
El Dr. Guillermo Jiménez Soler, luchador clandestino del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y escritor, dice entre otras cosas: “…Me dirán que la bodega no ha desaparecido. Bueno, casi ha desaparecido. Lo que queda es una caricatura de la bodega…eso aparte de las otras cosas que faltan en la bodega”.

En otro párrafo, refiriéndose a los cafés, señala: “…había dos platos nacionales en Cuba antes de la Revolución: el café con leche y el ajiaco. En ese café había una vida intensa. Eso desapareció totalmente, no quedaron ni las mesas…”

También destaca que… “Había otros lugares menores en su jerarquía, como los puestos de chinos. Nunca debimos dejar que desaparecieran; eso fue un error de la Revolución”.
Estas ideas se reiteran en otros participantes, echando de menos en la actualidad establecimientos y servicios que se brindaban entonces con abundancia y asequibilidad.

Una frase de Robreño, abogado y escritor costumbrista, no necesita comentario: “Yo podría hablar de muchas cosas que todavía me quedan por escribir, porque he escrito mucho y hasta ahora, he escrito elogiando. El día que me permitan escribir fustigando, entonces va a ser tremendo…” ¡Lástima que haya muerto sin hacerlo!

Natalia Bolívar y Aróstegui, combatiente del Directorio Revolucionario, estudiosa de la etnología y escritora, nos comenta acerca de las escuelas de su niñez: “Estudié en la St.George School, que era un colegio americano muy bueno, estaba en una de las antiguas casas del Vedado. Este colegio me enseñó todo lo que sé de inglés hasta el momento.”

Amplía más adelante: “A mí me trae muchos recuerdos El Sagrado Corazón porque era un colegio precioso, con una arquitectura muy bella y una férrea disciplina…estar con estas monjas, a quienes les llaman las jesuitas no fue fácil. Sin embargo, nos educaron muy bien, a ellas les debo la educación que todavía conservo”.
Rosita Fornés, vedette y actriz, nos habla de su medio: “Yo soy una persona discutida, cuestionada, no admitida por la intelectualidad de Cuba, por la cosa de que el nombre de vedette me hizo mucho daño…”

Después expresa… “Cuando triunfa la Revolución no querían que surgieran vedettes, pues eran una estampa de la burguesía, del pasado. Estaban completamente equivocados. Yo he viajado por toda Europa socialista y en todos los lugares existían espectáculos con primeras vedettes…”

Rosita se lamenta del actual deterioro en que caído en extremo grandes teatros de la Habana con el Campoamor, el Martí y el teatro musical de La Habana y cita: “...Al Amadeo Roldán, porque lo quemaron… ya no tiene nada que ver con lo que fue …ese teatro que han hecho allí, lo podían haber ubicado en otro sitio…este debió restaurarse como era el Amadeo Roldán”.

Cierro estas notas con las de Pastorita Núñez, conocida militante ortodoxa y combatiente revolucionaria. En la actualidad se halla recluida en el Asilo-Hogar de Santovenia, atendido por monjas católicas, de quienes afirma: “Son excelentes personas, lo mejor que hay en el mundo, tienen una vocación y una dedicación…vienen de otros países a servir aquí de criadas a los Ancianos y ancianas…Esas monjas no me explico de qué material humano están hechas, yo las admiro, ellas tienen valores humanos extraordinarios, que merecen el respeto de todo el pueblo.”

El libro está lleno de estos comentarios y otros temas de gran interés como el mantenimiento arquitectónico, sitios y costumbres desaparecidas, el folklore etc. Mediante su lenguaje ameno, me hace recordar, vivir tiempos pasados y momentos actuales. Así, expreso: La Habana que va conmigo es la mía, la de ustedes, la de todos, los que estamos aquí y los de allá.
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