jueves, 16 de julio de 2009

UN GRITO MUDO, Laritza Diversent



El Calvario, La Habana, 16 de julio de 2009, (SDP) “Solidaridad y humanismo”… ¡Qué huecas se sienten esas palabras cuando quieres ayudar al prójimo y no sabes cómo! El amargo sabor de la impotencia, eso es lo que se siento cada vez que le pregunto a Yunia Palacio si obtuvo respuesta del gobierno con respecto a su situación de vivienda.

Yunia Palacio pide al gobierno municipal de Arroyo Naranjo, un cubículo de albergue para vivir ella y sus tres hijos. Tiene 29 años de edad. Es negra y presenta un retraso mental ligero. Sin embargo, no tiene disminuido su amor de madre.

Vive hacinada, bajo el mismo techo, con el padre de sus hijos. Ambos terminaron hace tiempo la relación y comparten una convivencia no deseada. El le había dado plazo hasta el pasado 6 de julio para abandonar el hogar. Ella no lo complació, no tiene para donde ir.

El recurre a todas las maniobras posibles para obligarla a irse: maltratos físicos y de palabra, le corta la energía eléctrica para que no cocine y le cierra la casa para que no entre. Incluso la denunció como ilegal ante la Dirección Municipal de la Vivienda.
Al instante apareció una inspectora de la referida institución estatal y le impuso una multa administrativa de 150 pesos moneda nacional (MN), por violar las disposiciones del Decreto 217 de “Regulaciones Migratorias Internas para la Ciudad de La Habana”. La segunda en menos de 35 días, en virtud de la misma norma.

El pasado 6 de junio, Yunia pidió auxilio a las autoridades policiales. A cambio recibió, de parte de una inspectora de la Oficina del Registro de Direcciones, una multa de 200 pesos MN, que ya se le duplicó. Ahora tiene que pagar 400 pesos MN.

¿Cómo una madre soltera, que no trabaja, responsable de mantener tres niños, pagará 550 pesos MN de multas, cuando el único ingreso económico que tiene es una pensión de 150 pesos MN?

Faltan 23 días para que la última multa se duplique y la deuda de Yunia ascienda a 700 pesos MN por concepto de recargo. No obstante, en 21 días, los tribunales, según la legislación vigente, establecerán un proceso de apremio por el no pago de la penúltima multa.

Yunia está desahuciada, incrédula y sin esperanza. No tiene dinero. Teme ir a prisión y que le quiten sus hijos. Escuchar sus lamentos no solo parte el alma, da miedo. Pienso constantemente en que será de esos niños. Temo por lo que pueda llevarla a hacer la desesperación.

Victima de la violencia doméstica, muerte por suicidio o la cárcel es el futuro previsible de esta joven. Situaciones extremas, pero susceptibles de ocurrir. Es angustiante no poder hacer nada. Sentirse atadas las manos.

Parece que es más fácil que esos sucesos fatales ocurran antes que el gobierno acceda a resolver su problema de vivienda. Yunia aún espera, sin embargo, está conciente que su petición sigue siendo un grito mudo, que nadie escucha.
laritzadiversent@yahoo.es

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