Managua, La Habana, marzo 19 de 2009 (SDP) La familia, columna central de la sociedad, está muy diezmada en Cuba. Se puede asegurar que en todo el país, son poquísimos los núcleos familiares que no sufren separación debido al autoexilio a que nos hemos condenado los cubanos.
Esa historia, que estamos viendo repetirse una y otra vez, parece venir inoculada en los genes de las nuevas generaciones a lo largo de este medio siglo, sin que los sufrimientos y las desgarraciones que implica sean un atenuante para recapacitar.
“La separación de mi esposo, fue lo más terrible que me ha podido ocurrir, el se fue hace cuatro años en una balsa para los Estados Unidos, pensó que así podría tratar de sacarnos de aquí, pero parece que las cosas no van a salir bien”.
Esto comentó Zaida, enfermera de profesión .Ella quedó en Cuba al cuidado de sus dos hijos.
“Cuando mi esposo se fue –dice – el niño más pequeño tenía un añito y el mayor diez. En aquel momento acordamos que renunciaría a mi empleo para cuando el pudiera reclamarme, que el gobierno no me impidiera la salida del país, por no tener mi liberación como enfermera.”
Una disposición gubernamental exige que, el personal médico y para médico debe estar más de cinco años desvinculado del ministerio de Salud Pública para obtener el permiso de salida del país o tarjeta blanca. Sólo por ese trámite, cada ciudadano debe abonar 150 CUC. (Un dólar es igual a 80 centavos de (CUC).
“Todo comenzó muy bien –dice – el nos ayudaba en algo económicamente y yo también trataba de buscar algo por acá. Con muchas necesidades, sobre todo las de cariño, esas que impone la ausencia, pero continuamos tratando de salir adelante.
La ilusión de volver a estar juntos no me permitía observar que la casa en que vivo se me está cayendo arriba, y que nuestra alimentación es pésima, sobre todo en la edad que tienen mis hijos cuando necesitan más nutrientes.”
Hoy Saida desesperada trata de buscar una salida, según su criterio las cosas no andan nada bien.
“Hace algunos meses venía notando la despreocupación de mi esposo hacia sus hijos, hacia mi. Hasta que por fin me dijo que hiciera mi vida que quería casarse por allá.
Ahora me pregunto ¿qué explicación le doy a mis hijos, después que tanto les he dicho que papá esta lejos por ayudarnos?
¿Cómo podré regresar a mi empleo si pedí mi baja porque me quería ir del país y eso aquí es peor que cometer un asesinato? Muchos amigos me dicen que me vaya para Ecuador, que allí están dándoles cabida a todos los cubanos que quieran (ir para ese país). Eso no es tan fácil,- reflexiona- tendría que encontrar quien me pusiera la carta de invitación y prestara algún dinero, pero pienso en mis hijos, como los voy a dejar yo también.
Por estos días- agrega- en que me he visto sin posibilidades ni de dar de comer a mis hijos, por mi mente ha pasado la idea de matarme y matarlos a ellos también, por eso creo que ya me falta poco para enloquecer”.
Criar cerdos para venderlos, piensa que podría ser una opción. Desanimada comenta.
“Como tengo bastante espacio en el patio de la casa, podré hacer algunos corrales para criar cerdos y poder venderlos. Ahora esa será otra batalla con los inspectores del gobierno y los ladrones, pero en las condiciones en que me encuentro no me importa lo que venga. Sé que por mis hijos tendré que tener valor”
Zaida una enfermera de 31 años y residente en la ciudad de la Habana. No puede pensar en comprarle confituras a sus hijos y mucho menos juguetes. Ahora sin ilusiones, debe sobrevivir hasta que las cosas cambien para ella. Sus hijos serán nuevas víctimas de la separación familiar que como una cadena, si en nuestro país no hay cambios hacia la democracia, seguramente trasmitirán a sus futuras descendencias.
amarilisrey@yahoo.com
Esa historia, que estamos viendo repetirse una y otra vez, parece venir inoculada en los genes de las nuevas generaciones a lo largo de este medio siglo, sin que los sufrimientos y las desgarraciones que implica sean un atenuante para recapacitar.
“La separación de mi esposo, fue lo más terrible que me ha podido ocurrir, el se fue hace cuatro años en una balsa para los Estados Unidos, pensó que así podría tratar de sacarnos de aquí, pero parece que las cosas no van a salir bien”.
Esto comentó Zaida, enfermera de profesión .Ella quedó en Cuba al cuidado de sus dos hijos.
“Cuando mi esposo se fue –dice – el niño más pequeño tenía un añito y el mayor diez. En aquel momento acordamos que renunciaría a mi empleo para cuando el pudiera reclamarme, que el gobierno no me impidiera la salida del país, por no tener mi liberación como enfermera.”
Una disposición gubernamental exige que, el personal médico y para médico debe estar más de cinco años desvinculado del ministerio de Salud Pública para obtener el permiso de salida del país o tarjeta blanca. Sólo por ese trámite, cada ciudadano debe abonar 150 CUC. (Un dólar es igual a 80 centavos de (CUC).
“Todo comenzó muy bien –dice – el nos ayudaba en algo económicamente y yo también trataba de buscar algo por acá. Con muchas necesidades, sobre todo las de cariño, esas que impone la ausencia, pero continuamos tratando de salir adelante.
La ilusión de volver a estar juntos no me permitía observar que la casa en que vivo se me está cayendo arriba, y que nuestra alimentación es pésima, sobre todo en la edad que tienen mis hijos cuando necesitan más nutrientes.”
Hoy Saida desesperada trata de buscar una salida, según su criterio las cosas no andan nada bien.
“Hace algunos meses venía notando la despreocupación de mi esposo hacia sus hijos, hacia mi. Hasta que por fin me dijo que hiciera mi vida que quería casarse por allá.
Ahora me pregunto ¿qué explicación le doy a mis hijos, después que tanto les he dicho que papá esta lejos por ayudarnos?
¿Cómo podré regresar a mi empleo si pedí mi baja porque me quería ir del país y eso aquí es peor que cometer un asesinato? Muchos amigos me dicen que me vaya para Ecuador, que allí están dándoles cabida a todos los cubanos que quieran (ir para ese país). Eso no es tan fácil,- reflexiona- tendría que encontrar quien me pusiera la carta de invitación y prestara algún dinero, pero pienso en mis hijos, como los voy a dejar yo también.
Por estos días- agrega- en que me he visto sin posibilidades ni de dar de comer a mis hijos, por mi mente ha pasado la idea de matarme y matarlos a ellos también, por eso creo que ya me falta poco para enloquecer”.
Criar cerdos para venderlos, piensa que podría ser una opción. Desanimada comenta.
“Como tengo bastante espacio en el patio de la casa, podré hacer algunos corrales para criar cerdos y poder venderlos. Ahora esa será otra batalla con los inspectores del gobierno y los ladrones, pero en las condiciones en que me encuentro no me importa lo que venga. Sé que por mis hijos tendré que tener valor”
Zaida una enfermera de 31 años y residente en la ciudad de la Habana. No puede pensar en comprarle confituras a sus hijos y mucho menos juguetes. Ahora sin ilusiones, debe sobrevivir hasta que las cosas cambien para ella. Sus hijos serán nuevas víctimas de la separación familiar que como una cadena, si en nuestro país no hay cambios hacia la democracia, seguramente trasmitirán a sus futuras descendencias.
amarilisrey@yahoo.com
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