Lawton, La Habana, marzo 12 de 2009, (SDP) Tradicionalmente y desde 1959, en Cuba la plaza de bufón político en las tablas internacionales la han ejercido los ministros de Relaciones Exteriores. En su momento Raúl Roa y Roberto Robaina, en la actualidad, Felipe Pérez Roque. Un ejemplo ilustrativo sobre tres célebres payasos que en su momento amenizaron una disciplina árida y en ocasiones incierta: la diplomacia. De los tres, Roa pasó a mejor vida hace algunas décadas, Robaina pinta oleos para galerías de Miami, que es de hecho pasar a una vida mejor y Pérez Roque, destituido y sin talento para pintar, de seguro salta en pijamas en su casa o en un cómodo calabozo, para no convertirse en yanqui, por no saltar a tiempo.
Para dar continuidad a la tradición, el gobierno cubano y su ministra de ¿Justicia?, Sra. María Ester Reus, demostraron conservar ese muy especial humor político internacional. Esta apreciación se justifica con creces, si se hace una lectura razonada y detenida del llamado “Informe nacional de la República de Cuba al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos”.
El informe presentado por la Sra. Reus, consta de ocho partes. El clásico número ocho, elaborado para exponer y potabilizar ante el mundo, al sistema promotor de las cárceles, los exilios y los fusilamientos en Cuba.
Su magia consiste en que el complaciente auditorio no notó la ausencia de esos derechos inalienables consustanciales a la condición humana. La Sra. Reus repitió el pie forzado, injusto, ofensivo e irrespetuoso por demás, de llamar mercenarios a los adversarios del régimen.
Con exquisita dulzura, la delegada de los Castro obvió a los presos políticos y a la tortura en las cárceles cubanas. La indefensión ciudadana ante los atropellos del poder, escapó del discurso y de la mirada miope internacional.
Con los imprescindibles vacíos exigidos por la censura, el informe castrista fue distribuido en forma de pasquín para ser ofertado en los puestos de venta de periódicos y revistas. En un país en que el papel sanitario cuesta más caro que algunos alimentos básicos, fue recibido con alegría por todos.
A fin de cuentas, la pobre Sra. Reus con su aspecto de ama de casa hacendosa, o de buena persona que quiere que todo marche mejor, resulta una opción más válida en los tiempos que corren, que el Sr. Pérez Roque.
Este, con su manía de reforzar los argumentos desde la portañuela, selló su destino. Esta enérgica búsqueda era tarea harto difícil para un hombre grueso que pasa de los cuarenta. Esto tampoco excluyó el mal gusto. Algunos diplomáticos esquivaron estrechar su mano, por desconocer exactamente que sostuvo minutos antes con ella. Su nuevo jefe, Raúl Castro decidió sustituirlo mientras se lavaba las manos y se miraba al espejo. No hay constancia de que haya llorado o no. Lo definitivo fue que lo tronó. Dicen que para no correr el riesgo, de estrecharle la mano en un futuro.
La conspiración internacional dirigida a legitimar la sucesión castrista, funcionó a la perfección en Ginebra. El Consejo de Derechos Humanos, no ha pasado de ser una asociación de dictadores-compadres. Una entelequia del todo inoperante e incapaz de realizar una defensa consecuente de las personas y sus derechos.
Salvo algunas objeciones presentadas por países del 1er mundo, la píldora castrista pasó perfectamente. Dicen que el informe hasta fue elogiado. De veras, uno siente escalofríos de pensar la cantidad de dinero e influencias que tienen que haberse movido. Más allá del informe humorístico de la Sra. Reus, la peregrinación de no sólo los presidentes de algunas tribus abanderadas de África, sino de países democráticos de América Latina refuerza este razonamiento.
Más allá del chiste que representa ser ministro de justicia de un gobierno que no respeta ni cumple sus propias leyes, en su momento la Sra. Reus dará cuenta sobre los sancionados por la Ley de Peligrosidad Pre-delictiva, las confiscaciones de propiedades a partir de decisiones administrativas, sin contar con los tribunales competentes o incompetentes, los actos de prevaricación incurridos por altos funcionarios, los abusos en las prisiones y otras menudencias de la vida ciudadana actual en Cuba.
Con más o menos desplantes, gamberrismos y toques dosificados del más exquisito sprit latino, el informe cubano ante Ginebra y las últimas destituciones en la cúpula, son muestra fehaciente de un peculiar sentido del humor, de cara a los finales.
jgonzafeb@yahoo.com
Para dar continuidad a la tradición, el gobierno cubano y su ministra de ¿Justicia?, Sra. María Ester Reus, demostraron conservar ese muy especial humor político internacional. Esta apreciación se justifica con creces, si se hace una lectura razonada y detenida del llamado “Informe nacional de la República de Cuba al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos”.
El informe presentado por la Sra. Reus, consta de ocho partes. El clásico número ocho, elaborado para exponer y potabilizar ante el mundo, al sistema promotor de las cárceles, los exilios y los fusilamientos en Cuba.
Su magia consiste en que el complaciente auditorio no notó la ausencia de esos derechos inalienables consustanciales a la condición humana. La Sra. Reus repitió el pie forzado, injusto, ofensivo e irrespetuoso por demás, de llamar mercenarios a los adversarios del régimen.
Con exquisita dulzura, la delegada de los Castro obvió a los presos políticos y a la tortura en las cárceles cubanas. La indefensión ciudadana ante los atropellos del poder, escapó del discurso y de la mirada miope internacional.
Con los imprescindibles vacíos exigidos por la censura, el informe castrista fue distribuido en forma de pasquín para ser ofertado en los puestos de venta de periódicos y revistas. En un país en que el papel sanitario cuesta más caro que algunos alimentos básicos, fue recibido con alegría por todos.
A fin de cuentas, la pobre Sra. Reus con su aspecto de ama de casa hacendosa, o de buena persona que quiere que todo marche mejor, resulta una opción más válida en los tiempos que corren, que el Sr. Pérez Roque.
Este, con su manía de reforzar los argumentos desde la portañuela, selló su destino. Esta enérgica búsqueda era tarea harto difícil para un hombre grueso que pasa de los cuarenta. Esto tampoco excluyó el mal gusto. Algunos diplomáticos esquivaron estrechar su mano, por desconocer exactamente que sostuvo minutos antes con ella. Su nuevo jefe, Raúl Castro decidió sustituirlo mientras se lavaba las manos y se miraba al espejo. No hay constancia de que haya llorado o no. Lo definitivo fue que lo tronó. Dicen que para no correr el riesgo, de estrecharle la mano en un futuro.
La conspiración internacional dirigida a legitimar la sucesión castrista, funcionó a la perfección en Ginebra. El Consejo de Derechos Humanos, no ha pasado de ser una asociación de dictadores-compadres. Una entelequia del todo inoperante e incapaz de realizar una defensa consecuente de las personas y sus derechos.
Salvo algunas objeciones presentadas por países del 1er mundo, la píldora castrista pasó perfectamente. Dicen que el informe hasta fue elogiado. De veras, uno siente escalofríos de pensar la cantidad de dinero e influencias que tienen que haberse movido. Más allá del informe humorístico de la Sra. Reus, la peregrinación de no sólo los presidentes de algunas tribus abanderadas de África, sino de países democráticos de América Latina refuerza este razonamiento.
Más allá del chiste que representa ser ministro de justicia de un gobierno que no respeta ni cumple sus propias leyes, en su momento la Sra. Reus dará cuenta sobre los sancionados por la Ley de Peligrosidad Pre-delictiva, las confiscaciones de propiedades a partir de decisiones administrativas, sin contar con los tribunales competentes o incompetentes, los actos de prevaricación incurridos por altos funcionarios, los abusos en las prisiones y otras menudencias de la vida ciudadana actual en Cuba.
Con más o menos desplantes, gamberrismos y toques dosificados del más exquisito sprit latino, el informe cubano ante Ginebra y las últimas destituciones en la cúpula, son muestra fehaciente de un peculiar sentido del humor, de cara a los finales.
jgonzafeb@yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario