jueves, 19 de marzo de 2009

DEBE Y HABER, Paulino Alfonso



Lawton, La Habana, marzo 19 de 2008, (SDP) Al igual que mis colegas, para completar un salario que me permita vivir modestamente, a pesar del título de mercenario otorgado por la familia real, me dedico a la ilegal actividad de enseñar Inglés. Otros venden flores, cerdos o arreglan videos y equipos de audio que en otro país estarían en el basurero.

Cuando el 3 de Marzo, uno de mis alumnos me comentó: “Profe, ¿vio el golpe de Estado?”, respondí: “¿En Guinea?”. “No, aquí en Cuba”, me respondió. Me reí, pero al verlo tan serio, le dije: “No jodas Fidel”. Se llama igual que el Anciano. Su difunto tío lo bautizó, a escondidas en su natal Guanajay, cuando estaba tan borracho como un irlandés en la fiesta de San Patricio.

Después de ver, oír y leer las noticias que se sucedieron como una cascada llena de piedras e improperios, comprendí que Fidel (mi alumno) tenía razón. Era un golpe de estado y sus víctimas principales eran 3 criaturas de Castro I: Carlos Lage, Felipe Pérez y Otto Rivero. Este último, ignorado después de su desliz con unos “pesillos” convertibles detectados por los vigilantes de la miel revolucionaria y que si no cayó en el mismo hueco que el hoy exitoso Chef de una paladar (negocio gastronomico semiclandestino en Cuba), Luís Orlando Domínguez, quien ostentaba el mismo cargo que Ottico fue por obra y gracia del Anciano, por nada más.

Anteriormente y en silencio como ha tenido siempre que ser, habían fallecido políticamente, Hassan “Ametralladora” Pérez, Carlitos Lage Jr, Carlitos Valenciaga (nada que ver con el modisto), Marta Lomas, la Ministra de Colaboración Extranjera y la ministra de Agricultura que por lo importante, nadie recuerda su nombre, y al parecer el último talibán: Enriquito el Guardia Rojo. Perdón, el jefe de los Trabajadores Sociales. Esas son las victimas visibles. Las invisibles serán cientos de ilusos que 20 años después de la Causa 1, todavía creen que viven en un estado de derecho.

Pero dejemos el amarillismo y veamos eso que los contadores y economistas llaman “relación costo-beneficio”. ¿Ganó Raúl Castro con sustituir al único de los cortesanos que sabía qué hacer? En mi opinión, no. El resto eran sólo papeles secundarios en esta pieza teatral.

¿Por qué ese énfasis en que los cargos de secretario del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros y cito, “no constituyen legalmente una instancia con facultades de decisión en materia gubernamental, no tienen nivel de decisión ni se le atribuye protagonismo político alguno en la dirección del Gobierno? ¿Es que se puso la teja después del ciclón?

¿Por qué el Secretario del Consejo de Estado está pendiente de aprobación por (no se rían, no sean mal pensados), la Asambleas del Poder Popular, mientras que el Secretario del Consejo de Ministros, cargo que ostentaba Lage, fue “ipso facto” y nada pendiente de aprobar por nadie? ¿Por qué un General de Brigada?

José M. Miyar Barruecos, el hoy defenestrado Secretario del Consejo de Estado, me recuerda a Celedonio, el mayoral de esa gran novela, Los 4 Jinetes del Apocalipsis. Lo único que hizo toda su vida fue obedecer al Big Brother y decir siempre que sí a todo sus caprichitos. Y de paso, satisfacer su gusto por la fotografía. Creo que por eso lo mandaron a administrar la Ciencia. Al menos no cayó dentro de los “sibaritas indignos”.

De Felipito, el fiel intérprete del pensamiento del Anciano Máximo, nada puede decirse. No resolvió ningún problema ni caprichito. No hizo nada, solo confundir o confundirse. Como se debe estar riendo Robertico (el pintor) Robaina.

¿Por que Carlos Lage? En 23 años ascendió de amanuense a las más altas esferas del poder castrista. Vice-Presidente, miembro del Buró Político del Partido Comunista y además representante personal del Anciano en infinidad de citas y lugares: tres Cumbres Iberoamericanas, innumerables “cumbres” del ALBA, Davos, la ONU o dondequiera que la prudencia o la salud del líder lo aconsejaran. Fue impulsor y gestor principal del programa de electrificación, súper-ministro, administrador de jabitas y quien sabe de cuantas cosas más.

Todo el que lleva tantos años de convivencia con alguien lo llega a conocer muy bien. Eso me pasó, presentí que se cocinaba un potaje extraño cuando vi al eterno “Sin Cartera” ser nombrado sin móvil aparente, Vicepresidente para los Asuntos Económicos y de Comercio Exterior. Me refiero al Sr. Ricardo Cabrisas, que para ser justo, siempre debió ocupar el cargo de Lage. Pero parece que había un problema de empatía entre el Máximo y este, ya que a pesar de ser un buen especialista en estas materias, fue desechado por un ginecólogo. Vaya usted a saber que prisma o filtro esotérico utilizó el Máximo para tomar tan sabia decisión.

Lo cierto es que a Lage Dávila le tocó bailar con el Periodo Especial y errores aparte, hizo algo cuando ninguno de sus detractores hizo nada. Dice un refrán deportivo que lo importante no es ganar o perder, sino jugar. En la “ética” del castrismo no es así: se gana o se pierde. A Lage Dávila le deben pesar las maratónicas reuniones con el Anciano Máximo, donde ingenuamente se creyó que gobernaba. Pobrecito, no leyó a Cabrera Infante cuando escribió sabiamente que lo único que no se puede ser en Cuba es PESADO (o como dicen en España, plomo).
palest44@yahoo.com


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