Santa Clara, Villa Clara, marzo 26 de 2009 (SDP) Muchos de los analistas y observadores internacionales de la realidad política de Cuba se cuestionan por qué los actuales gobernantes se mantienen en el ejercicio del poder a pesar del gran número de precariedades materiales por las que atraviesan los cubanos de a pie.
Algunos achacan la longevidad en el mando gubernamental de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz, a que el primero es un encantador de serpientes. O sea, un individuo que posee ciertas dotes personales predestinadas para manejar a grandes grupos de personas.
Sin embargo, estos mismos estudiosos no le imputan ninguna responsabilidad al magistral manejo de los más bajos sentimientos humanos, que afloran en cualquier grupo social debido a que nos encontramos ante seres humanos con virtudes y también muchos defectos en la esfera afectiva.
En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término envidia se define por los académicos de la lengua hispana como: “Tristeza o pesar por el bien ajeno 2. Emulación, deseo de algo que no se posee. comerse alguien de. fr. coloq. Estar enteramente poseído de ella”.
Para la dominación de los habitantes de una Cuba inmersa en un régimen totalitario desde hace la nimiedad de 50 años, el deseo morboso de tener para uno como individuo las propiedades de que es poseedor el prójimo, es un enfrentamiento planificado a partir del poder.
Mecanismos rechazados socialmente en todas partes de este planeta, como son la delación y la crítica a la prosperidad material de los cercanos coterráneos, progresan aquí.
En este enfermizo contexto del archipiélago cubano, ser un soplón resentido forma parte de la idiosincrasia política predominante.
Una organización tan omnisciente como los Comités de Defensa de la Revolución, fue creada en septiembre de 1960, precisamente para institucionalizar la confidencia entre conocidos, vecinos y hasta familiares, con la consabida secuela de desgarramientos personales.
Esto constituye por sí mismo una aberración psico-social muy preocupante para la salud mental de los residentes dentro de la cerrada sociedad de corte filocomunista. Los psicoterapeutas que ejercen dentro de la mayor isla del mar Caribe reconocen un alto grado de inestabilidad psíquica en los cubanos.
Las discusiones por la repartición de las deficitarias viviendas entre los trabajadores afiliados a sindicatos regidos por el gobierno, son temas históricos en cada provincia o municipio. En estos litigios, para obtener un apartamento, de ambas partes se han sacado muchos trapos sucios.
Ejemplo imperecedero e ilustrativo en la ciudad de Santa Clara lo fue la asignación de viviendas al terminarse de construir el edificio de 12 plantas “La Riviera”, a principios de la década de los años 90 de la pasada centuria. En ese menester, por las fuertes polémicas suscitadas, se hicieron 8 reuniones de distribución de casas. Los compañeros de trabajo que se suponían amigos por varios lustros de labor, se denunciaron mutuamente respecto a llegadas tarde, no asistencia a trabajos voluntarios, guardias obreras y donaciones de sangre. El proceso de litigio duró unos 9 meses. La población rebautizó al edificio como “Batalla de Santa Clara”.
Algunos ingenuos todavía creen que estos desaguisados entre los cubanos de a pie tienen una raíz espontánea. No quieren aceptar que mientras los gobernados se enfrasquen en luchas fraticidas por un pedazo de las migajas, los gobernantes no tendrán que responder a sus subordinados.
El castrismo-fidelismo que duró 48 años y el actual castrismo-raulismo usan y hasta abusan de las carencias materiales de los cubanos para mantener su poder gubernamental. Este es un aporte a la teoría de las dictaduras totalitarias en este mundo: obtener el control social a través de envidiar el bien ajeno.
cocofari62@yahoo.com
Algunos achacan la longevidad en el mando gubernamental de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz, a que el primero es un encantador de serpientes. O sea, un individuo que posee ciertas dotes personales predestinadas para manejar a grandes grupos de personas.
Sin embargo, estos mismos estudiosos no le imputan ninguna responsabilidad al magistral manejo de los más bajos sentimientos humanos, que afloran en cualquier grupo social debido a que nos encontramos ante seres humanos con virtudes y también muchos defectos en la esfera afectiva.
En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término envidia se define por los académicos de la lengua hispana como: “Tristeza o pesar por el bien ajeno 2. Emulación, deseo de algo que no se posee. comerse alguien de. fr. coloq. Estar enteramente poseído de ella”.
Para la dominación de los habitantes de una Cuba inmersa en un régimen totalitario desde hace la nimiedad de 50 años, el deseo morboso de tener para uno como individuo las propiedades de que es poseedor el prójimo, es un enfrentamiento planificado a partir del poder.
Mecanismos rechazados socialmente en todas partes de este planeta, como son la delación y la crítica a la prosperidad material de los cercanos coterráneos, progresan aquí.
En este enfermizo contexto del archipiélago cubano, ser un soplón resentido forma parte de la idiosincrasia política predominante.
Una organización tan omnisciente como los Comités de Defensa de la Revolución, fue creada en septiembre de 1960, precisamente para institucionalizar la confidencia entre conocidos, vecinos y hasta familiares, con la consabida secuela de desgarramientos personales.
Esto constituye por sí mismo una aberración psico-social muy preocupante para la salud mental de los residentes dentro de la cerrada sociedad de corte filocomunista. Los psicoterapeutas que ejercen dentro de la mayor isla del mar Caribe reconocen un alto grado de inestabilidad psíquica en los cubanos.
Las discusiones por la repartición de las deficitarias viviendas entre los trabajadores afiliados a sindicatos regidos por el gobierno, son temas históricos en cada provincia o municipio. En estos litigios, para obtener un apartamento, de ambas partes se han sacado muchos trapos sucios.
Ejemplo imperecedero e ilustrativo en la ciudad de Santa Clara lo fue la asignación de viviendas al terminarse de construir el edificio de 12 plantas “La Riviera”, a principios de la década de los años 90 de la pasada centuria. En ese menester, por las fuertes polémicas suscitadas, se hicieron 8 reuniones de distribución de casas. Los compañeros de trabajo que se suponían amigos por varios lustros de labor, se denunciaron mutuamente respecto a llegadas tarde, no asistencia a trabajos voluntarios, guardias obreras y donaciones de sangre. El proceso de litigio duró unos 9 meses. La población rebautizó al edificio como “Batalla de Santa Clara”.
Algunos ingenuos todavía creen que estos desaguisados entre los cubanos de a pie tienen una raíz espontánea. No quieren aceptar que mientras los gobernados se enfrasquen en luchas fraticidas por un pedazo de las migajas, los gobernantes no tendrán que responder a sus subordinados.
El castrismo-fidelismo que duró 48 años y el actual castrismo-raulismo usan y hasta abusan de las carencias materiales de los cubanos para mantener su poder gubernamental. Este es un aporte a la teoría de las dictaduras totalitarias en este mundo: obtener el control social a través de envidiar el bien ajeno.
cocofari62@yahoo.com
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