Calvario, La Habana, marzo 19 de 2009, (SDP) ¿Qué motivó la revocación de los cargos que tenían Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila en el Consejo de Ministros? ¿Por qué renunciaron a los otros puestos que tenían en los demás órganos de dirección estatal?
El 2 de marzo los medios oficiales dieron a conocer la nota del Consejo de Estado que anunciaba la revocación de Carlos Lage Dávila como secretario del comité ejecutivo del Consejo de Ministros y la de Felipe Pérez Roque como Ministro de Relaciones Exteriores.
El 3 de marzo el compañero Fidel, en su reflexión “Cambios sanos en el Consejo de Ministros”, alegó que “ninguno de los dos mencionados por los cables como más afectados pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna”.
Según el mayor de los Castro: “No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder por la cual no conocieron sacrificio alguno despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno”.
El 5 de marzo la prensa nacional publicó las respectivas cartas de renuncias de los referidos funcionarios estatales, fechadas el día 3. Para los medios oficiales, quedó cerrado el asunto. Sin embargo, la duda late fuerte en la mente de los cubanos.
¿Por que las revocaciones y consiguientes renuncias de dos personajes de la vida pública nacional? ¿A que tipo de ambiciones se refería Fidel? ¿Por qué fueron analizados en una reunión del Buró Político del partido? ¿Cuáles fueron los errores que cometieron y de que forma respondieron?
El diario Granma no dice nada. Silencio absoluto en los noticieros televisivos. La curiosidad se alimenta de comentarios callejeros, que en buen cubano se conocen como bolas. Los posibles motivos van desde la corrupción, pasan por negociaciones ilícitas y llegan a la planificación de un golpe de Estado.
Esas bolas son las que mantienen informado al pueblo de la situación nacional. Las fuentes son desconocidas y poco confiables. Ante el silencio de los medios, ellas son las únicas que explican el por qué de la decisión gubernamental.
Los funcionarios revocados eran parlamentarios, fueron elegidos como diputados en elecciones populares. Como miembros de los órganos superiores del Estado tomaban decisiones a nombre y representación de toda la nación.
Muchos de los decretos y resoluciones gubernamentales, firmados por ellos, afectaron a la población. Los ciudadanos tienen derecho a saber como se equivocaron y en que forma responden por sus errores.
El pueblo no tiene por qué imaginarse o sentir curiosidad. Merece una explicación. Sea cual fuese el motivo, no debe ser un secreto de Estado. Sin embargo, las bolas ruedan y forman gigantescas avalanchas. Solo el paso del tiempo las detiene, cuando los hechos se aclaren o se borren de las memorias.
laritzadiversent@yahoo.es
El 2 de marzo los medios oficiales dieron a conocer la nota del Consejo de Estado que anunciaba la revocación de Carlos Lage Dávila como secretario del comité ejecutivo del Consejo de Ministros y la de Felipe Pérez Roque como Ministro de Relaciones Exteriores.
El 3 de marzo el compañero Fidel, en su reflexión “Cambios sanos en el Consejo de Ministros”, alegó que “ninguno de los dos mencionados por los cables como más afectados pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna”.
Según el mayor de los Castro: “No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder por la cual no conocieron sacrificio alguno despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno”.
El 5 de marzo la prensa nacional publicó las respectivas cartas de renuncias de los referidos funcionarios estatales, fechadas el día 3. Para los medios oficiales, quedó cerrado el asunto. Sin embargo, la duda late fuerte en la mente de los cubanos.
¿Por que las revocaciones y consiguientes renuncias de dos personajes de la vida pública nacional? ¿A que tipo de ambiciones se refería Fidel? ¿Por qué fueron analizados en una reunión del Buró Político del partido? ¿Cuáles fueron los errores que cometieron y de que forma respondieron?
El diario Granma no dice nada. Silencio absoluto en los noticieros televisivos. La curiosidad se alimenta de comentarios callejeros, que en buen cubano se conocen como bolas. Los posibles motivos van desde la corrupción, pasan por negociaciones ilícitas y llegan a la planificación de un golpe de Estado.
Esas bolas son las que mantienen informado al pueblo de la situación nacional. Las fuentes son desconocidas y poco confiables. Ante el silencio de los medios, ellas son las únicas que explican el por qué de la decisión gubernamental.
Los funcionarios revocados eran parlamentarios, fueron elegidos como diputados en elecciones populares. Como miembros de los órganos superiores del Estado tomaban decisiones a nombre y representación de toda la nación.
Muchos de los decretos y resoluciones gubernamentales, firmados por ellos, afectaron a la población. Los ciudadanos tienen derecho a saber como se equivocaron y en que forma responden por sus errores.
El pueblo no tiene por qué imaginarse o sentir curiosidad. Merece una explicación. Sea cual fuese el motivo, no debe ser un secreto de Estado. Sin embargo, las bolas ruedan y forman gigantescas avalanchas. Solo el paso del tiempo las detiene, cuando los hechos se aclaren o se borren de las memorias.
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