Managua, La Habana, marzo 5 de 2009. (SDP) Académicos oficialistas y algún que otro vocerito del régimen están dando recetas para resolver los problemas económicos y financieros que existen… en Estados Unidos en estos momentos.
Al mismo tiempo, no hay un día en que los medios, todos, no “informen” sobre las “agobiantes” dificultades que están afrontando las poblaciones de los países desarrollados, conducidos a esa situación por el imperio.
Créalo o no lo crea, desde La Habana podemos resolver todos o la mayoría de los entuertos surgidos en los últimos tiempos en las grandes economías del planeta.
Parece que en la isla estamos preparados para las cosas grandes. En una ocasión construimos una de las fábricas textiles más grandes del mundo. Claro, después no había telas.
Se trabajó para tener una fabulosa industria láctea. Hubo hasta una famosa vaca, Ubre Blanca, que daba más de cien litros de leche diarios. Por supuesto, no hay leche.
Íbamos a “liberar” a toda la América Latina. “Hacer dos, tres, muchos Viet Nam es la consigna”. Aquí es innecesario cualquier comentario.
Cuba es un país con un racionamiento alimentario de casi cinco decenios. El salario promedio mensual, después de ser aumentado, no sobrepasa los 20 dólares. La situación habitacional es catastrófica.
El sistema de alcantarillado está casi colapsado. Más del 50% del agua que sale de las fuentes de abasto se pierde por el deterioro de las redes. El 80% de los suelos sufre algún tipo de erosión.
El sistema vial tiene un deterioro de magnitud mayúscula. Para poner en funcionamiento, hace unos meses, unos cientos de ómnibus de procedencia china, rusa y ucraniana, fue necesario arreglar primero las vías por donde esos equipos iban a transitar.
Cerca del 20% de la población total del país ha emigrado. El Estado asegura que la gran mayoría ha tomado esa decisión por motivaciones económicas.
Como cuestiones colaterales, la natalidad ha descendido a un nivel que no tiene antecedentes en el Continente Americano, y la tasa de divorcio asciende al 60%.
Entonces, ¿cómo es posible dar sugerencias o hablar sobre lo que presuntamente es necesario para resolver la crisis financiera y económica internacional y no buscar o aplicar soluciones para que Cuba salga, o al menos se sacuda un poco, de la calamitosa situación en la que está sumida hace decenios?
Ante tan tremenda contradicción que arremete violentamente contra los cánones éticos, mi abuelo materno, hombre humilde y rudo del campo, hubiera dicho:”Habráse visto tamaño descaro”.
fornarisjo@yahoo.com
Al mismo tiempo, no hay un día en que los medios, todos, no “informen” sobre las “agobiantes” dificultades que están afrontando las poblaciones de los países desarrollados, conducidos a esa situación por el imperio.
Créalo o no lo crea, desde La Habana podemos resolver todos o la mayoría de los entuertos surgidos en los últimos tiempos en las grandes economías del planeta.
Parece que en la isla estamos preparados para las cosas grandes. En una ocasión construimos una de las fábricas textiles más grandes del mundo. Claro, después no había telas.
Se trabajó para tener una fabulosa industria láctea. Hubo hasta una famosa vaca, Ubre Blanca, que daba más de cien litros de leche diarios. Por supuesto, no hay leche.
Íbamos a “liberar” a toda la América Latina. “Hacer dos, tres, muchos Viet Nam es la consigna”. Aquí es innecesario cualquier comentario.
Cuba es un país con un racionamiento alimentario de casi cinco decenios. El salario promedio mensual, después de ser aumentado, no sobrepasa los 20 dólares. La situación habitacional es catastrófica.
El sistema de alcantarillado está casi colapsado. Más del 50% del agua que sale de las fuentes de abasto se pierde por el deterioro de las redes. El 80% de los suelos sufre algún tipo de erosión.
El sistema vial tiene un deterioro de magnitud mayúscula. Para poner en funcionamiento, hace unos meses, unos cientos de ómnibus de procedencia china, rusa y ucraniana, fue necesario arreglar primero las vías por donde esos equipos iban a transitar.
Cerca del 20% de la población total del país ha emigrado. El Estado asegura que la gran mayoría ha tomado esa decisión por motivaciones económicas.
Como cuestiones colaterales, la natalidad ha descendido a un nivel que no tiene antecedentes en el Continente Americano, y la tasa de divorcio asciende al 60%.
Entonces, ¿cómo es posible dar sugerencias o hablar sobre lo que presuntamente es necesario para resolver la crisis financiera y económica internacional y no buscar o aplicar soluciones para que Cuba salga, o al menos se sacuda un poco, de la calamitosa situación en la que está sumida hace decenios?
Ante tan tremenda contradicción que arremete violentamente contra los cánones éticos, mi abuelo materno, hombre humilde y rudo del campo, hubiera dicho:”Habráse visto tamaño descaro”.
fornarisjo@yahoo.com
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