Santa Clara, Villa Clara, marzo 12 de 2009, (SDP) En casi todos los alfabetos conocidos, la letra zeta ocupa el último lugar. Por eso, cuando alguien se refiere a personas de la peor ralea se dice que son del tipo Zeta. Es un modo de graficar que no puede haber alguien más execrable de su tipo en el género humano.
Muchos son los analistas de la realidad socio-política cubana que consideran el
ambiente dentro de las prisiones como el peor que se puede padecer dentro de la isla. El anecdotario al respecto es rico. Está cargado de historias que superan cualquiera de las expectativas en cuanto a depravación entre los seres humanos.
Son los propios prisioneros que sufren el sui generis sistema carcelario del castrismo quienes lo han bautizado con el sugerente apodo de “cementerio de hombres vivos”, porque creen que dentro de las ergástulas no se vive, solo se aparenta existir fisiológicamente. Pero por dentro se está muerto.
Son muchas las historias de violaciones sexuales a reclusos por parte de agresivos matones presos. En la jerga carcelaria, a la violación se le denomina “pasar por la piedra”.
Son generalizados los hechos sangrientos que son exhibidos como meritos honoríficos en ese medio. Esto ha traído no pocos ultimados en interior de los centros de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios (DEP) del Ministerio del Interior.
Es un medio en el cual se corrompen hasta los propios oficiales que deberían velar por la reeducación y el orden entre los allí encerrados.
El trafico de bebidas alcohólicas, tabletas psicotrópicas, revistas pornográficas y armas punzantes solo es posible si intervienen los uniformados.
El doctor en ciencias psicológicas y profesor de la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, el ciudadano español nacionalizado cubano Emilio Melgarejo Merino, decía: “Comprendan por abstracción que si los sujetos sociales estando libres tienen perdidas de valores sociales, entonces como será dentro de las cárceles”.
En el interior de cada cárcel cubana, se halla un oficial uniformado muy peculiar, al que los presos llaman: “El oficial del TOS”. En la amalgama de acrónimos creados por el sistema totalitario se encuentra este que significa Trabajo Operativo Secreto (TOS). O sea, oficiales que se dedican a crear redes de informantes en las penitenciarías.
Estos informantes se venden a sus propios represores no por convicciones sino por prebendas materiales en un medio tan inhóspito como el sistema penal creado por el Dr. Fidel Castro. Estas sinecuras pueden ser más comida, visitas a la casa, mayor frecuencia en los encuentros conyugales y muchas otras.
Son los mismos represores quienes desprecian en alto grado a este tipo de infiltrado porque creen que son lo peor de lo peor. Por tal de no perder sus privilegios, son capaces de atacar y hasta herir a los condenados que reclamen sus derechos carcelarios. Esto incluye por supuesto a los presos políticos.
Los que los usan, los desprecian. El mayor de la Seguridad del Estado Vladimir Ernesto Méndez Mauad, afirma: “A los Zetas hay que usarlos a pesar que a uno se le revuelve el estómago de solo conversar con ellos, pero nos son muy útiles para mantener a raya a los presos contrarrevolucionarios”.
Toda sociedad en el mundo está conciente que dentro de sus prisiones están recluidos por lo general los sujetos con mayor grado de vileza. Sin embargo, los castro-comunistas, que se vanaglorian públicamente de ser moralmente inmaculados, utilizan a unos enanos morales denominados los Agentes Zeta.
cocofari62@yahoo.es
Muchos son los analistas de la realidad socio-política cubana que consideran el
ambiente dentro de las prisiones como el peor que se puede padecer dentro de la isla. El anecdotario al respecto es rico. Está cargado de historias que superan cualquiera de las expectativas en cuanto a depravación entre los seres humanos.
Son los propios prisioneros que sufren el sui generis sistema carcelario del castrismo quienes lo han bautizado con el sugerente apodo de “cementerio de hombres vivos”, porque creen que dentro de las ergástulas no se vive, solo se aparenta existir fisiológicamente. Pero por dentro se está muerto.
Son muchas las historias de violaciones sexuales a reclusos por parte de agresivos matones presos. En la jerga carcelaria, a la violación se le denomina “pasar por la piedra”.
Son generalizados los hechos sangrientos que son exhibidos como meritos honoríficos en ese medio. Esto ha traído no pocos ultimados en interior de los centros de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios (DEP) del Ministerio del Interior.
Es un medio en el cual se corrompen hasta los propios oficiales que deberían velar por la reeducación y el orden entre los allí encerrados.
El trafico de bebidas alcohólicas, tabletas psicotrópicas, revistas pornográficas y armas punzantes solo es posible si intervienen los uniformados.
El doctor en ciencias psicológicas y profesor de la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, el ciudadano español nacionalizado cubano Emilio Melgarejo Merino, decía: “Comprendan por abstracción que si los sujetos sociales estando libres tienen perdidas de valores sociales, entonces como será dentro de las cárceles”.
En el interior de cada cárcel cubana, se halla un oficial uniformado muy peculiar, al que los presos llaman: “El oficial del TOS”. En la amalgama de acrónimos creados por el sistema totalitario se encuentra este que significa Trabajo Operativo Secreto (TOS). O sea, oficiales que se dedican a crear redes de informantes en las penitenciarías.
Estos informantes se venden a sus propios represores no por convicciones sino por prebendas materiales en un medio tan inhóspito como el sistema penal creado por el Dr. Fidel Castro. Estas sinecuras pueden ser más comida, visitas a la casa, mayor frecuencia en los encuentros conyugales y muchas otras.
Son los mismos represores quienes desprecian en alto grado a este tipo de infiltrado porque creen que son lo peor de lo peor. Por tal de no perder sus privilegios, son capaces de atacar y hasta herir a los condenados que reclamen sus derechos carcelarios. Esto incluye por supuesto a los presos políticos.
Los que los usan, los desprecian. El mayor de la Seguridad del Estado Vladimir Ernesto Méndez Mauad, afirma: “A los Zetas hay que usarlos a pesar que a uno se le revuelve el estómago de solo conversar con ellos, pero nos son muy útiles para mantener a raya a los presos contrarrevolucionarios”.
Toda sociedad en el mundo está conciente que dentro de sus prisiones están recluidos por lo general los sujetos con mayor grado de vileza. Sin embargo, los castro-comunistas, que se vanaglorian públicamente de ser moralmente inmaculados, utilizan a unos enanos morales denominados los Agentes Zeta.
cocofari62@yahoo.es
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