Santos Suárez, La Habana, marzo 19 de 2009 (SDP) Si alguien piensa que sólo existen héroes de la Segunda Guerra Mundial europeos o norteamericanos y ninguno cubano, se equivoca. Si tiene dudas, le insto a que se llegue al parque situado en O Reilly y Avenida del Puerto, cerca del Castillo de La Fuerza. Verá usted allí un empolvado y olvidado monumento a los marinos cubanos caídos en esa guerra.
Ellos aportaron la modesta pero importante contribución de transportar por todo el arco del Golfo de México, el sur de Estados Unidos, el Canal de Panamá y Venezuela, los suministros bélicos y estratégicos que como el níquel cubano y el petróleo venezolano hicieron posible que los aliados ganaran la guerra.
En esta historia sumergida, voy a destacar precisamente al héroe que vengó la muerte de estos marinos cubanos: el alférez de fragata Mario Ramírez Delgado, capitán del caza-submarinos CS-13 de la Marina de Guerra Cubana.
El antagonista de Ramírez fue Reinen Dienken, comandante del submarino U Boat 176, que operó en la zona descrita durante todo el año 1942 y hundió cuanto mercante fue localizado en la cruz de fuego de su periscopio.
Los estadounidenses, que sólo reaccionan cuando ya tienen las llamas sobre ellos, se percataron del peligro bastante tarde, pues todo ese año de 1942, las pérdidas de tonelaje hundido y vidas humanas fueron cuantiosas. No había defensa antisubmarina en toda esa área sobrecargada de tráfico marítimo a causa de la guerra.
Los alemanes, mas previsores, mucho antes de que la guerra saliera del marco europeo, habían colocado en La Habana a Herr Lunig, un individuo que hablaba perfecto castellano y que pasando por cubano, se movía por todos los bares del puerto habanero, donde invariablemente a todos los marinos se les iba la lengua cuando tomaban una copa de más. Naturalmente, toda esta información se la trasmitía por radio a los submarinos alemanes.
Nótese que los alemanes situaron al espía aquí en La Habana, no en La Florida o Panamá. Era la misma Habana de las flotas españolas, de los ingleses de 1762 y de los rusos en 1962. El estratégico portaviones terrestre donde los estadounidenses, ya con la candela “in the ass”, como dicen ellos, hicieron aceleradamente tres grandes bases aéreas y habilitaron puertos para torpederas y caza-submarinos.
El 5 de mayo de 1943, el U Boat 176 hundió el mercante Nikenline al este de Nuevitas. Después de esta acción, enfiló rumbo noroeste y esperó pacientemente a dos cargueros, el cubano Camaguey y el hondureño Wark, que sabía se dirigían al puerto de Isabela de Sagua.
Lo que Herr Dienken no sabía era que los cargueros venían escoltados por tres caza-submarinos cubanos, CS-11, CS-12 y CS-13, este último comandado por Ramírez. Un avión King Fisher descubrió al submarino en la latitud 23 grados Norte y la longitud 80 grados Oeste y notificó de inmediato al convoy. Ramírez, que era el más cercano, salió como un relámpago, a toda máquina en su búsqueda. Con la misma celeridad, mandó a activar 3 bombas de profundidad de 500 libras a 100, 200 y 300 metros.
A los nazis casi no les dio tiempo a sumergirse, pues ya Ramírez estaba encima de ellos lanzando sus cargas de profundidad. A los pocos minutos, un espantoso ruido surgió de las profundidades del mar y una enorme columna brotó del lugar donde habían arrojado las bombas. Restos del submarino, aceite y petróleo, subieron a la superficie. Por si acaso, el cubano maniobró lanzando las restantes bombas para rematarlos.
Lo amargo de esta historia vino cuando Ramírez arribó a La Habana creyendo que le reconocerían esta acción de guerra. En vez de eso, el jefe del Estado Mayor de la Marina de Guerra lo puso al habla con el presidente Fulgencio Batista, el cual le increpó alterado: Ramírez, ¿qué has hecho? ¡Tú no sabes lo que has hecho!
Con esta amenaza, se demostró lo que se corría entre los marinos: alguien suministraba petróleo e insumos a los submarinos nazis y Batista estaba al corriente de eso.
Lo cierto es que este desafortunado héroe cayó en desgracia. Hasta el día de hoy, no se ha reconocido, ni a él ni a los tripulantes del CS-13, el honor que merecen. Su historia aún es una historia submarina. Ya es hora que salga a flote.
primaveradigital@gmail.com
Ellos aportaron la modesta pero importante contribución de transportar por todo el arco del Golfo de México, el sur de Estados Unidos, el Canal de Panamá y Venezuela, los suministros bélicos y estratégicos que como el níquel cubano y el petróleo venezolano hicieron posible que los aliados ganaran la guerra.
En esta historia sumergida, voy a destacar precisamente al héroe que vengó la muerte de estos marinos cubanos: el alférez de fragata Mario Ramírez Delgado, capitán del caza-submarinos CS-13 de la Marina de Guerra Cubana.
El antagonista de Ramírez fue Reinen Dienken, comandante del submarino U Boat 176, que operó en la zona descrita durante todo el año 1942 y hundió cuanto mercante fue localizado en la cruz de fuego de su periscopio.
Los estadounidenses, que sólo reaccionan cuando ya tienen las llamas sobre ellos, se percataron del peligro bastante tarde, pues todo ese año de 1942, las pérdidas de tonelaje hundido y vidas humanas fueron cuantiosas. No había defensa antisubmarina en toda esa área sobrecargada de tráfico marítimo a causa de la guerra.
Los alemanes, mas previsores, mucho antes de que la guerra saliera del marco europeo, habían colocado en La Habana a Herr Lunig, un individuo que hablaba perfecto castellano y que pasando por cubano, se movía por todos los bares del puerto habanero, donde invariablemente a todos los marinos se les iba la lengua cuando tomaban una copa de más. Naturalmente, toda esta información se la trasmitía por radio a los submarinos alemanes.
Nótese que los alemanes situaron al espía aquí en La Habana, no en La Florida o Panamá. Era la misma Habana de las flotas españolas, de los ingleses de 1762 y de los rusos en 1962. El estratégico portaviones terrestre donde los estadounidenses, ya con la candela “in the ass”, como dicen ellos, hicieron aceleradamente tres grandes bases aéreas y habilitaron puertos para torpederas y caza-submarinos.
El 5 de mayo de 1943, el U Boat 176 hundió el mercante Nikenline al este de Nuevitas. Después de esta acción, enfiló rumbo noroeste y esperó pacientemente a dos cargueros, el cubano Camaguey y el hondureño Wark, que sabía se dirigían al puerto de Isabela de Sagua.
Lo que Herr Dienken no sabía era que los cargueros venían escoltados por tres caza-submarinos cubanos, CS-11, CS-12 y CS-13, este último comandado por Ramírez. Un avión King Fisher descubrió al submarino en la latitud 23 grados Norte y la longitud 80 grados Oeste y notificó de inmediato al convoy. Ramírez, que era el más cercano, salió como un relámpago, a toda máquina en su búsqueda. Con la misma celeridad, mandó a activar 3 bombas de profundidad de 500 libras a 100, 200 y 300 metros.
A los nazis casi no les dio tiempo a sumergirse, pues ya Ramírez estaba encima de ellos lanzando sus cargas de profundidad. A los pocos minutos, un espantoso ruido surgió de las profundidades del mar y una enorme columna brotó del lugar donde habían arrojado las bombas. Restos del submarino, aceite y petróleo, subieron a la superficie. Por si acaso, el cubano maniobró lanzando las restantes bombas para rematarlos.
Lo amargo de esta historia vino cuando Ramírez arribó a La Habana creyendo que le reconocerían esta acción de guerra. En vez de eso, el jefe del Estado Mayor de la Marina de Guerra lo puso al habla con el presidente Fulgencio Batista, el cual le increpó alterado: Ramírez, ¿qué has hecho? ¡Tú no sabes lo que has hecho!
Con esta amenaza, se demostró lo que se corría entre los marinos: alguien suministraba petróleo e insumos a los submarinos nazis y Batista estaba al corriente de eso.
Lo cierto es que este desafortunado héroe cayó en desgracia. Hasta el día de hoy, no se ha reconocido, ni a él ni a los tripulantes del CS-13, el honor que merecen. Su historia aún es una historia submarina. Ya es hora que salga a flote.
primaveradigital@gmail.com
1 comentario:
Es una lástima que tan excelente comentario usted lo hecha a perder por el absurdo comentario sobre Batista, el cual como soldado al fin no tenía la menor idea de la Guerra Submarina. Segun la informacion que tengo no se le dió publicidad al hundimiento por dos razones: Una no se podia confirmar el hundimiento y segundo no se le podia informar al enemigo lo sucedido, como uste ve no tiene nada que ver con Batista, como usted está interesado en asuntos navales de Cuba le recomiendo visitar la pagina www.circulonaval.com donde con mucho gusto se puiera publicar su artticu,
Capt Andres Vazquez
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