jueves, 2 de julio de 2009

LA PRIMERA ENTREVISTA EN EL PROGRAMA DE REFUGIADOS, Ramón Díaz-Marzo

(Fragmento de “Catarsis” junio del año 2004)
Habana Vieja, La Habana, 2 de julio de 2009, (SDP) Fara Armenteros me había contado por teléfono la humillación que había sufrido el día que fue a su primera entrevista. Parece que la situación de los periodistas independientes que no fuimos arrestados y enjuiciados en los Procesos de Marzo es precaria. Poncito, antes de morir, me dijo que en Miami lo que quieren son mártires. Y Manuel Vázquez Portal, una tarde de finales del año 2002, intentó decirme algo importante. Yo le dije, medio en broma y medio en serio, que si lo que iba a decirme me comprometía, que por favor hiciera silencio. Entonces Portal hizo silencio.

Buscando un patrón a los arrestos efectuados en el mes de marzo del año 2003, barajé posibles explicaciones. Algunas variantes son simples. Otras, retorcidas. Una explicación retorcida del asunto podría ser que todos los arrestados fueron víctimas de una conspiración diseñada por Fidel Castro.

No por gusto el oficial de la Seguridad del Estado “Jesús”, el 13 de febrero del año 2001, faltando menos de una hora para las doce de la noche del día de mi cumpleaños número 49, me interceptó frente al restaurante “El Castillo de Fornés”, a pocos metros del edificio donde vivo. Primero me habló algún tema relacionado conmigo de poca importancia. Le pregunté si aquella conversación tenía un carácter oficial o simplemente se trataba de un encuentro casual. El policía del pensamiento me dijo que nuestro encuentro era casual. Sin embargo, cuando consideró que ya había efectuado la introducción a la conversación para justificar el encuentro conmigo, comenzó a hablar de lo que realmente le interesaba. Me dijo:

-Cuando veas a tu amigo Manuel Vázquez Portal, dile de mi parte que, mientras no abandone el periodismo independiente, no lo dejaremos salir de Cuba.

Yo estuve apunto de decirle al policía del pensamiento que yo no era mensajero de nadie, y mucho menos de la Seguridad del Estado. Y que eso de que dile a tu amigo, conmigo no funcionaba, pues hacía muchos años yo había dejado de tener amigos. Pero me contuve.

Semanas después, cuando me encontré con Portal en el Parque de Armas le conté este encuentro. Entonces fue cuando Portal me contó que los norteamericanos le habían otorgado a él, a su mujer e hijo, el status de Refugiado Político. En ese momento comprendí que Portal se encontraba entre la espada y la pared. El Ministerio del Interior le había otorgado el permiso de salida a su mujer y a su hijo, pero no a él mientras ejerciera el periodismo independiente.

No conozco el pasado político de Portal, pero me lo imagino. Entonces me arriesgué a decirle que el diferendo entre Cuba y los Estados Unidos era un chanchullo que ni él, ni yo, ni nadie, podían arreglar. Que mientras tanto habían pasado más de cuatro décadas, y ahí permanecía Fidel Castro, incólume como el primer día. Le expliqué que todos nosotros éramos unos conejillos de indias. Que si los norteamericanos le habían otorgado la visa, le tomara la palabra a la Seguridad y se fuera echando pal carajo. Que de este país se habían ido gentes más importantes que él y que muchos de nosotros. Incluso habían escapado hacia la libertad muchas personas que colaboraron con Fidel Castro de un modo tenebroso y no tenían perdón de Dios. Que ahora la cuestión era que jugaban con su honor. Pero que no comiera mierda y despertara y comprendiera que el honor existe, pero es relativo. Que en el mundo político no existe el honor. Entonces Portal me dijo que él no podía irse y abandonar el periodismo independiente. Que si él guardaba su pluma, para que la Seguridad lo dejara marchar, quien llegaba al extranjero no era un hombre libre, sino un hombre derrotado moralmente. Entonces pensé que cada hombre es su propio tribunal. Y que tipos como Portal y el Gordo tenían que pagar un alto precio equivalente al nivel de comprometimiento que tuvieron con el sistema en años anteriores, algo que no nos tocaba a tipos como yo que jamás tuvimos la desgracia de mamar la leche del poder.

Esto me ha hecho pensar en las posibles variantes. Unos pocos de los que fueron detenidos e inculpados en los Procesos de Marzo purgan sus pecados personales, mientras que el resto es carne de cañón. Una sub-opción sería que Raúl Rivero, Portal y otros más, no podían marcharse de la Isla y dejar en solitario el proyecto de restauración de la libertad de expresión en Cuba, fuera o no fuera esta restauración un proyecto de inteligencia del propio gobierno, apuntado con luz larga hacia el futuro.

Rosa Berre, desde Miami, cuando hablábamos por teléfono en la época en que todavía no teníamos fax, me hacía repetir el soneto de René Ariza, “La Trampa”:

“Que trampa tan bien hecha nos han hecho
Que somos el ratón y la carnada
La pared, la punta de la espada
El embudo y su cono más estrecho.

Que modo de torcernos tan derecho
Que resultamos crimen y coartada
Se escucha en la atmósfera enlutada
Un ronronear de gatos satisfechos

Y un dolor que penetra por el pecho
Y un veneno que a gotas destilado
Baja de la ancha miel de otros provechos

Que trampa tan bien hecha y adornada
Con nuestro propio estilo contrahecho.

Estas disquisiciones eran muy dramáticas para mí. Al parecer, los norteamericanos no nos tenían en cuenta, en el sentido de personalizar a cada uno de nosotros. Pues, después de todo, este asunto del periodismo independiente sigue siendo una verdadera guerra de pensamientos donde están en juego intereses muy grandes, tanto de la parte cubana como de la parte norteamericana. Y no todos los periodistas tuvieron la suerte de no ser arrestados y tener en el extranjero un amigo desinteresado, como fue mi caso.

Los señores de la guerra, tanto dentro de la isla como fuera de ella, no nos respetan. Incluso, el propio Reinaldo Arenas cuenta en su libro de memorias “Antes que anochezca” que cuando llegó a Miami le dijeron ¿Y tú qué haces aquí? ¡Donde tú tienes que estar es en Cuba… aquí ya no nos eres útil!

Esto significa que Fidel Castro ha espiojanizado a todos los cubanos. No somos los cubanos ciudadanos normales, estemos dentro o fuera de la isla. No tenemos ningún derecho a existir a partir de nuestros propios intereses personales. Sólo tenemos derecho a existir si nos convertíamos en peones útiles a los intereses de los Señores de la Guerra. Y los señores de la guerra, pertenezcan al bando de Fidel Castro, Miami, o Washington, no tienen piedad.
ramon597@correodecuba.cu

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