Boyeros, La Habana, julio 9 de 2009 (SDP) Desde 1995, la revista “Temas”, que se publica trimestralmente, aborda diversos problemas de la cultura, la ideología y la sociedad. Desde su primer número hasta hoy, se mantiene abierta a la colaboración de autores cubanos y de otros países. Su consejo editorial, que dirige el politólogo Rafael Hernández, tuvo la feliz iniciativa de convocar a un evento teórico y de debate mensual con la participación del público, que es conocido como el “Ultimo Jueves”.
Concebido como un lugar para exponer y confrontar ideas, pretende ser el escenario que algunos ingenuamente catalogan de “verdadero ejercicio de ecumenismo sociológico”. En la práctica no es así. La intención de los promotores del evento no es romper los límites impuestos por los policías del pensamiento. Ante tal realidad, los menos exigentes se sienten a sus anchas, los más críticos consideran que falta algo y los herejes y heterodoxos lo califican como un simple juego en que lo real y maravilloso del pensamiento, no tiene cabida.
Puede ser cierto o no, pero hacer el papel del que va a pedir el gato y piensa que le dirán que no, es levantar innecesarios muros para interrumpir el diálogo. Sencillamente los únicos que salen beneficiados de tal absurda e infantil actitud son aquellos que se agrupan en los rincones oscuros en que se cocinan los pensamientos más conservadores y retardatarios que los guardianes del régimen imponen a la sociedad cubana.
Lo que buscan los promotores del evento (que respetan siempre el pensamiento oficial) es hacer creer que se está en los escenarios adecuados para que se expongan y concilien las diversas corrientes de pensamientos, sin importar de donde procedan. Tal parece que pretenden promover virtualmente nuevas formas que les permitan extender eso que se podría inicialmente llamar como “un nuevo eclecticismo posmoderno.”
El jueves 25 de junio de 2009, a las 4.00pm, en la galería Servando Cabrera del Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, Rafael Hernández, el Director de “Temas”, presentó a la nutrida concurrencia a Esteban Morales, estudioso de los problemas de Estados Unidos, el antropólogo Pablo Rodríguez y Yrmina Eng, profesora universitaria. Ellos integraron el Panel que condujo los debates del tema a discusión “La cuestión racial: prejuicios, discriminación, estereotipos.
Amén de los diferentes enfoques de los panelistas, de una manera u otra, todos concordaron en la existencia de la discriminación racial, la acentuación de los prejuicios, principalmente contra los negros, promovidos por las televisoras propiedad del estado cubano, los cada vez menos espacios en que los negros pueden aspirar a tener un empleo decoroso y bien remunerado, así como el auge de las desigualdades y la marginalización cada día más acentuada de la población negra.
A 50 años de la derrota de la dictadura del General Fulgencio Batista, ocasión en que se proclamaron los derechos, libertades y las oportunidades de todo tipo para los cubanos, resulta vergonzoso y ofensivo para el pueblo cubano, que a estas santas horas se hable aún del racismo y la discriminación.
Por su composición étnica, quiéranlo o no los llamados blancos cubanos, Cuba es una nación mestiza. Pero el látigo del mayoral, descargado brutalmente contra esa población negra traída en cadenas de África, dejó profundas cicatrices. Los criollos terratenientes y tratantes de esclavos luchaban por una Habana Europea. La burguesía de la primera mitad del siglo XX y todos de los que de ella dependían, añoraron siempre La Habana americana y blanca. Pero en l959 la gran mayoría del pueblo pensó que eso había terminado. Resulta que no.
Más allá de las buenas o malas intenciones de los promotores del evento, la exposición de los panelista y el encendido debate que se originó constituye la mayor denuncia a los gobernantes cubanos. Son ellos los principales culpables de esta bochornosa realidad.
Hablar de igualdad, de oportunidades y de derechos, resulta hoy algo quimérico, principalmente para aquellos que tienen un poco más oscura su piel. Pero eso no les quita el derecho de ocupar un trabajo digno de acuerdo a su talento y probidad moral. Denunciar que no ocurre así es la prueba más fehaciente que lo proclamado en esos primeros días de enero de 1959 es hoy una total falacia, un engaño y una traición.
Los acontecimientos que dieron lugar a los paradigmas en que con la participación del pueblo la dictadura se apropió de ellos y se consolidó, es una muestra de su embaucadores discursos que han servido para liquidar las libertades y derechos que empezaron a florecer en las primeras semanas de 1959.
La liquidación de la dictadura de Batista, la victoria de Bahía de Cochino, la Crisis del Caribe, las grandes movilizaciones en la agricultura y la construcción de vivienda, el envío de tropas a África, el desarrollo masivo de la educación y la salud, hicieron que millones de cubanos de una manera u otra se vieran implicados en estos acontecimientos sin que nadie preguntara quien era blanco o negro. Sencillamente, se era cubano.
Ahora resulta que en una nación mestiza como la cubana, los llamados blancos se han adueñado de los trabajos mejor pagados y de mayor realce social: turismo, Tiendas de Recuperación de Divisas, firmas extranjeras, embajadas, contrataciones para trabajo en el exterior, artistas, animadores, locutores y conductores de la televisión. Por la decisión de no se sabe quien, para estas actividades, los negros cubanos no clasifican. Lo más grave y desvergonzado del asunto es que en Cuba el principal empleador es el Estado.
En el último jueves de la revista “Temas”, que abordó y discutió los problemas del racismo y la discriminación en Cuba, faltó decir a los panelistas que el principal culpable de que ocurran estas irregularidades es el gobierno cubano que permite, protege y silencia estas censurables y vergonzosas manifestaciones.
ramsetghandi@yahoo.com
Concebido como un lugar para exponer y confrontar ideas, pretende ser el escenario que algunos ingenuamente catalogan de “verdadero ejercicio de ecumenismo sociológico”. En la práctica no es así. La intención de los promotores del evento no es romper los límites impuestos por los policías del pensamiento. Ante tal realidad, los menos exigentes se sienten a sus anchas, los más críticos consideran que falta algo y los herejes y heterodoxos lo califican como un simple juego en que lo real y maravilloso del pensamiento, no tiene cabida.
Puede ser cierto o no, pero hacer el papel del que va a pedir el gato y piensa que le dirán que no, es levantar innecesarios muros para interrumpir el diálogo. Sencillamente los únicos que salen beneficiados de tal absurda e infantil actitud son aquellos que se agrupan en los rincones oscuros en que se cocinan los pensamientos más conservadores y retardatarios que los guardianes del régimen imponen a la sociedad cubana.
Lo que buscan los promotores del evento (que respetan siempre el pensamiento oficial) es hacer creer que se está en los escenarios adecuados para que se expongan y concilien las diversas corrientes de pensamientos, sin importar de donde procedan. Tal parece que pretenden promover virtualmente nuevas formas que les permitan extender eso que se podría inicialmente llamar como “un nuevo eclecticismo posmoderno.”
El jueves 25 de junio de 2009, a las 4.00pm, en la galería Servando Cabrera del Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, Rafael Hernández, el Director de “Temas”, presentó a la nutrida concurrencia a Esteban Morales, estudioso de los problemas de Estados Unidos, el antropólogo Pablo Rodríguez y Yrmina Eng, profesora universitaria. Ellos integraron el Panel que condujo los debates del tema a discusión “La cuestión racial: prejuicios, discriminación, estereotipos.
Amén de los diferentes enfoques de los panelistas, de una manera u otra, todos concordaron en la existencia de la discriminación racial, la acentuación de los prejuicios, principalmente contra los negros, promovidos por las televisoras propiedad del estado cubano, los cada vez menos espacios en que los negros pueden aspirar a tener un empleo decoroso y bien remunerado, así como el auge de las desigualdades y la marginalización cada día más acentuada de la población negra.
A 50 años de la derrota de la dictadura del General Fulgencio Batista, ocasión en que se proclamaron los derechos, libertades y las oportunidades de todo tipo para los cubanos, resulta vergonzoso y ofensivo para el pueblo cubano, que a estas santas horas se hable aún del racismo y la discriminación.
Por su composición étnica, quiéranlo o no los llamados blancos cubanos, Cuba es una nación mestiza. Pero el látigo del mayoral, descargado brutalmente contra esa población negra traída en cadenas de África, dejó profundas cicatrices. Los criollos terratenientes y tratantes de esclavos luchaban por una Habana Europea. La burguesía de la primera mitad del siglo XX y todos de los que de ella dependían, añoraron siempre La Habana americana y blanca. Pero en l959 la gran mayoría del pueblo pensó que eso había terminado. Resulta que no.
Más allá de las buenas o malas intenciones de los promotores del evento, la exposición de los panelista y el encendido debate que se originó constituye la mayor denuncia a los gobernantes cubanos. Son ellos los principales culpables de esta bochornosa realidad.
Hablar de igualdad, de oportunidades y de derechos, resulta hoy algo quimérico, principalmente para aquellos que tienen un poco más oscura su piel. Pero eso no les quita el derecho de ocupar un trabajo digno de acuerdo a su talento y probidad moral. Denunciar que no ocurre así es la prueba más fehaciente que lo proclamado en esos primeros días de enero de 1959 es hoy una total falacia, un engaño y una traición.
Los acontecimientos que dieron lugar a los paradigmas en que con la participación del pueblo la dictadura se apropió de ellos y se consolidó, es una muestra de su embaucadores discursos que han servido para liquidar las libertades y derechos que empezaron a florecer en las primeras semanas de 1959.
La liquidación de la dictadura de Batista, la victoria de Bahía de Cochino, la Crisis del Caribe, las grandes movilizaciones en la agricultura y la construcción de vivienda, el envío de tropas a África, el desarrollo masivo de la educación y la salud, hicieron que millones de cubanos de una manera u otra se vieran implicados en estos acontecimientos sin que nadie preguntara quien era blanco o negro. Sencillamente, se era cubano.
Ahora resulta que en una nación mestiza como la cubana, los llamados blancos se han adueñado de los trabajos mejor pagados y de mayor realce social: turismo, Tiendas de Recuperación de Divisas, firmas extranjeras, embajadas, contrataciones para trabajo en el exterior, artistas, animadores, locutores y conductores de la televisión. Por la decisión de no se sabe quien, para estas actividades, los negros cubanos no clasifican. Lo más grave y desvergonzado del asunto es que en Cuba el principal empleador es el Estado.
En el último jueves de la revista “Temas”, que abordó y discutió los problemas del racismo y la discriminación en Cuba, faltó decir a los panelistas que el principal culpable de que ocurran estas irregularidades es el gobierno cubano que permite, protege y silencia estas censurables y vergonzosas manifestaciones.
ramsetghandi@yahoo.com
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