Para algunos, los cubanos somos una especie alienígena incapaz de unirse en función de un propósito o de cualquier meta de interés común. Enfermos de vanidad, egoístas incurables, somos capaces de enajenar el fin más sagrado, o al menos eso parece deducirse de la más reciente reacción de la clase política cubana, al escuchar una muy bien intencionada exhortación.
Desde la fraterna República Checa, un amigo de verdad, de esos para buenos y malos tiempos exhortó a nuestra clase política a elegir un representante. Cyril Svoboda, ex canciller checo y presidente del Partido Demócrata Cristiano del hermano país, hizo una visita relámpago a la Isla. En el transcurso de la misma, participó en la Velada Literaria del Club de Escritores Independientes de Cuba. Aprovechó la ocasión y la presencia de relevantes figuras políticas, para lanzar un llamado a la unidad entre el grupo de dirigentes opositores congregados.
La propuesta no encontró una buena acogida. Días después, en la reunión ordinaria de Agenda para la Transición, la propuesta checa fue ventilada con idénticos resultados. Se habló de respeto a la diversidad, y como de costumbre, fueron sobredimensionados los escasos puntos de unión entre egos tan exquisitos y tan ajenos a los intereses populares.
Entre los diversos e interesantes elementos manejados para sostener el rechazo, estuvo el supuesto intento por parte del visitante para favorecer a Oswaldo Payá Sardiñas, primera figura del Movimiento Cristiano Liberación.
No nos constan las alegadas y supuestas intenciones del visitante por privilegiar al Sr. Paya Sardiñas. Escuchamos de forma muy clara cuando el Sr. Svoboda pidió que se reunieran y nombraran un representante. También que la filiación política del mismo no era importante.
En fin, quedó demostrado que las agendas y sus importancias personales, marcan los derroteros por donde transitan la actuación y la visión política de nuestros protagonistas vitalicios.
Hablar de unidad, se convirtió en un crimen. Una falta de la que honra hacerse reo, pero a fin de cuentas, una falta. Rechazar la unidad a todo costo, es el pecado o la secreta adicción compartida de nuestras figuras políticas y la derecha canalla de la otra orilla. Tan cerca y tan lejos unos de la otra, en la relación amor-odio perfecta que sostienen. Una oscilación equidistante sostenida, medida y muy equilibrada entre el sorprendido Tío Sam, la escandalizada Europa y el siempre complacido régimen cubano.
Lo preocupante es que el ausente es siempre el mismo: el pueblo cubano. Sigue ahí, a mil años luz de los políticos que debían representarlo y de sus planes circulares. Como el coronel garcía-marquiano al que aún, nadie le escribe, las ancianas que rotan en colas inacabables sin saber a ciencia cierta que artículo pondrán en venta o el ‘hombre-de- ninguna-parte’ que hace planes para nada de la hermosa canción de los Beatles.
SDP
Desde la fraterna República Checa, un amigo de verdad, de esos para buenos y malos tiempos exhortó a nuestra clase política a elegir un representante. Cyril Svoboda, ex canciller checo y presidente del Partido Demócrata Cristiano del hermano país, hizo una visita relámpago a la Isla. En el transcurso de la misma, participó en la Velada Literaria del Club de Escritores Independientes de Cuba. Aprovechó la ocasión y la presencia de relevantes figuras políticas, para lanzar un llamado a la unidad entre el grupo de dirigentes opositores congregados.
La propuesta no encontró una buena acogida. Días después, en la reunión ordinaria de Agenda para la Transición, la propuesta checa fue ventilada con idénticos resultados. Se habló de respeto a la diversidad, y como de costumbre, fueron sobredimensionados los escasos puntos de unión entre egos tan exquisitos y tan ajenos a los intereses populares.
Entre los diversos e interesantes elementos manejados para sostener el rechazo, estuvo el supuesto intento por parte del visitante para favorecer a Oswaldo Payá Sardiñas, primera figura del Movimiento Cristiano Liberación.
No nos constan las alegadas y supuestas intenciones del visitante por privilegiar al Sr. Paya Sardiñas. Escuchamos de forma muy clara cuando el Sr. Svoboda pidió que se reunieran y nombraran un representante. También que la filiación política del mismo no era importante.
En fin, quedó demostrado que las agendas y sus importancias personales, marcan los derroteros por donde transitan la actuación y la visión política de nuestros protagonistas vitalicios.
Hablar de unidad, se convirtió en un crimen. Una falta de la que honra hacerse reo, pero a fin de cuentas, una falta. Rechazar la unidad a todo costo, es el pecado o la secreta adicción compartida de nuestras figuras políticas y la derecha canalla de la otra orilla. Tan cerca y tan lejos unos de la otra, en la relación amor-odio perfecta que sostienen. Una oscilación equidistante sostenida, medida y muy equilibrada entre el sorprendido Tío Sam, la escandalizada Europa y el siempre complacido régimen cubano.
Lo preocupante es que el ausente es siempre el mismo: el pueblo cubano. Sigue ahí, a mil años luz de los políticos que debían representarlo y de sus planes circulares. Como el coronel garcía-marquiano al que aún, nadie le escribe, las ancianas que rotan en colas inacabables sin saber a ciencia cierta que artículo pondrán en venta o el ‘hombre-de- ninguna-parte’ que hace planes para nada de la hermosa canción de los Beatles.
SDP
1 comentario:
saludos a todos, les he publicado por chiquita.
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