jueves, 5 de febrero de 2009

LA ÚLTIMA LEVA, Juan González Febles


Lawton, La Habana, febrero 5 de 2009, (SDP) Primero los vigilan. Obtienen información sobre dónde y cómo se reúnen. Lo preparan todo. En esto participan los ‘periodistas de confianza’ situados en Granma, aunque también otros no tan confiables ni tan bien situados. Los dirigentes de ocasión elevados al ‘más alto nivel de dirección política del país’ y algún que otro macaco con poder en esa rama, tratarán de atizar el odio necesario contra ellos. Se les culpará que los ancianos que trabajan tengan que hacerlo más y por más tiempo. Se les satanizará y se buscará que crezca el número de idiotas que se avienen a odiar por mandato. Cuando se sienten listos caen sobre ellos.

El Ministerio del Interior (Minint) caza a los muchachos en las calles. Ubican los transportes en lugares estratégicos y cuando la redada comienza, los muchachos encuentran que no les queda mucho espacio para esconderse. Alarmantes informes que llegan desde la zona oriental, dan cuenta de la última leva que lleva adelante la dictadura militar, mayoritariamente contra jóvenes del sexo masculino. El problema es que tratan de enfrentar con represión la última y más peligrosa asonada que enfrentan: Una masiva y silenciosa huelga de brazos caídos emprendida por la juventud de todo el país, contra el régimen.

El fenómeno es del corte de Fuenteovejuna: Sin orden o concertación previa y sin organización de ningún tipo. Los jóvenes de Guantánamo y la zona oriental, al igual que los del resto del país no cooperan, no trabajan y no chivatean.

No ha sido necesaria la reedición formal de las UMAP, de la Ley Contra la Vagancia o del Parametraje. Basta con la Ley de Peligrosidad Pre Delictiva. A fin de cuentas, esto hiere la sensibilidad a flor de piel de tanto pajarraco (según el lenguaje oficial de una época) antes parametrado y hoy recién galardonado. Los muchachos son condenados en unos casos a temporadas de trabajo correccional obligatorio, en otros, son amenazados para una inminente e inevitable próxima vez.

No se conoce que amenace comenzar una nueva turbonada o tormenta de e-mail en sufragio de estos jóvenes. Los únicos que se han pronunciado contra la última leva son los colegas periodistas de la zona oriental de la Isla. Por cierto, lo han hecho desde Radio Martí.

Las razones a partir de las cuales los jóvenes se niegan a trabajar para el estado son ampliamente conocidas. El trabajo para el estado patrón no satisface adecuadamente las necesidades y aspiraciones materiales de estos jóvenes. Si no es para satisfacer estas aspiraciones y necesidades, entonces: ¿Para qué trabajar?

La otra cara de esta moneda vil es: ¿Hasta dónde un estado moderno tiene derecho a obligar alguien a trabajar? El trabajo obligatorio fue abolido en Cuba en 1886, cuando se cerró el capítulo de la esclavitud. Sólo los esclavos trabajan obligatoriamente, o los presos comunes condenados a trabajos forzados. Los hombres libres trabajan en busca de su bienestar, como vehículo en la busca de la felicidad.

Los medios oficiales, Granma en primer lugar, han dado en llamar holgazanes a estos jóvenes. De ellos dicen que no sudan la camisa. ¡Qué cosa! Son tantos en Cuba los que viven bien, muy bien y no la sudan desde hace 50 largos y aburridos años. La élite geriátrica uniformada nunca trabajó. Cuando estuvieron en condiciones de hacerlo, eran revolucionarios profesionales consagrados a hacer la revolución. Hoy los jóvenes cubanos están negados a sudar la camiseta para ellos. Así de sencillo.

Los jóvenes de la zona oriental de la Isla y los del resto del país, deben recibir de inmediato la solidaridad que necesitan. A fin de cuentas, la UMAP, el parametraje y la persecución a lo diferente, no habría sido posible si en aquel momento hubieran existido periodistas independientes, opositores y sociedad civil en pugna por su derecho a existir.

Este es el mejor de los momentos para abortar la última leva contra el derecho ciudadano emprendida por el régimen de los Castro.
jgonzafeb@yahoo.com

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