jueves, 2 de julio de 2009

EN LA FUENTE DE ANTONIO CONTE, Tania Díaz Castro



Jaimanitas, La Habana, 2 de julio de 2009, (SDP) Conocer a Jorge Luis, un adolescente no tan apasionado en el amor, más bien con sus dos pies bien plantados sobre el asfalto habanero, y fabricado por un escritor de larga trayectoria como poeta, periodista, guionista de cine, es volver a vivir en cada una de las páginas de la novela La fuente se rompió, una historia cotidiana que tantos cubanos hemos deseado dejar atrás.

Antonio Conte (La Habana, 1944) vive en el exilio de Miami. Ha publicado Afiche Rojo, Con la prisa del fuego, En el tronco de un árbol, Ausencias y Peldaños y Definición del humo y la novela La fuente se rompió, editada en 2000 en Bogotá, Colombia.

En las cercanas postrimerías de su vida, Antonio Conte retrocede en el tiempo y llega hasta el joven Jorge Luis, o es el joven quien lo atrae con furia, con rabia a veces, delirante casi siempre, para hacerlo entrar a su mundo surrealista, para que pueda narrar en una bella prosa, y a través de un aluvión de poesía, cómo Jorge Luis se siente incapaz de escapar de su mundo, donde define su posición política ante el universo de su conciencia, intercalando sueños y pesadillas.

Jorge Luis despierta una tarde en la luneta de un cine habanero y conoce a Eugenia. Luego se acuestan desnudos, y vuelve a despertar ante una doble fuente que se rompe: la virginidad de la joven y el espectáculo morboso del fusilamiento del padre de ésta en los primeros días de la Revolución.

Una muchacha bonita y traumatizada le sirve de puerto para desplazarse en un rico torrente de imágenes y metáforas que sólo la mano maestra del escritor es capaz de construir. Imágenes y metáforas, por qué no, también crudas, descarnadas, tal y como resulta para Jorge Luis este romance y su vida:

“El cielo se oscureció y ya no vieron las estrellas para iniciar un viaje de retorno donde el cuerpo de Eugenia era la única salvación. La imagen se disolvió entre nieblas cuando dejó de sentir su propia mano en la pierna de la muchacha. Un guantazo fulminante lo devolvió al delirio.”

La novela de Antonio Conte, un cubano que abandonó su país cuando llevaba años de haber descubierto que la fuente de la Revolución se había roto en el sitio más sincero del hombre: en su corazón, es un fiel testimonio donde la frustración de millones de sus coterráneos dijeron lo mismo que su personaje Eugenia: “Cuando veas la mierda de las palomas caer, huye por la puerta más cercana.”

La fuente se rompió, con cerca de 200 páginas, quiere no sólo hacer la historia de la nación en breves pinceladas, hacer reír, poco, porque es mucha su carga de dolor, al pensar en cuanta locura, disparates y caprichos hemos vivido, porque todo hubiera podido ser distinto si ese desbordamiento de augurios y proyectos a través de largos discursos en que nos robaron tantas horas de vida, fueran hoy una realidad tangible.

Como tantos cubanos, el escritor Antonio Conte se vio obligado a renunciar a su país, a sobrevivir en el destierro, después de marcharse de la Plaza antes de que finalizara la misma cantaleta de siempre.

-Estás oyendo al Caballo. ¡Qué bonito!
-¿Tú crees lo que dice?
-Son promesas.
-Parece que se van a cumplir mañana.
-¿Cuántos años han pasado?

Como Jorge Luis, muchos cubanos sentimos espanto ante los fusilamientos, dolor cuando vimos romperse a pedazos cada una de nuestras fuentes, todo lo que examina Jorge Luis, con ojos de adolescente. ¿Cuál es su ilusión? ¿Quiere acaso una cueva por destino donde sólo él escucha lo que piensa?

El amor que tuvo siempre al alcance de su mano queda rezagado, sobre todo cuando le interrumpen su paz, sus pensamientos. Entonces ve a ese amor como un baile incansable al que no quiere entregarse. ¿Al final Jorge Luis se salva del amor, del vacío, de la soledad, del mar su constante, él, que bien sabe pastorear sus mareas?
Santa Fe, 28 de junio de 2009
vlamagre@yahoo.com

Nota: El libro “La fuente se rompió” puede adquirirse como préstamo en la Biblioteca circulante de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

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