jueves, 2 de julio de 2009

LA DIÁSPORA CUBANA, Leonardo Calvo Cárdenas


Boyeros, La Habana, 2 de julio de 2009, (SDP) El fenómeno migratorio en nuestro país siempre ha estado matizado por particularidades llamativas y un tanto contradictorias. Especialmente durante los siglos XVIII y XIX ―mientras sufríamos un colonialismo en extremo inflexible―, el destierro se convirtió en un lacerante castigo y en la más trágica humillación para los nacidos en esta tierra.
Los compatriotas que vivían en el extranjero, lo hacían con su pensamiento y corazón pendientes de las bondades y dolores de la Isla, ejemplo de lo cual fueron los humildes trabajadores que, a fines del siglo XIX, desde su emigración floridana, sufragaron ―con abnegación y honradez― las contiendas político-militares por la independencia patria.
Durante muchas décadas arribaron a Cuba hombres y mujeres de diversas latitudes. Los sempiternos españoles, con su fidelidad recurrente, a pesar de enfrentamientos y desgarraduras; los franceses, haitianos, judíos de varias nacionalidades, árabes, chinos y caribeños que aquí se refugiaron de guerras y revoluciones, de la persecución o la miseria que los acechaba. Todos, con sus apellidos, su trabajo y costumbres, vinieron a enriquecer nuestra cultura y tradiciones.
En contraste, nosotros asumíamos la emigración como un recurso temporal y utilitario; los pocos que en la primera mitad del siglo pasado partían al extranjero, lo hacían siempre pensando en regresar.
Sin embargo, esta nueva etapa de nuestra historia ―que ya dura cinco décadas― ha impuesto al hecho migratorio una nueva dimensión. En lo que hoy llamamos “salida del país”, los sectores perjudicados por el poder triunfante, pretendieron encontrar la solución urgente a una situación poco envidiable, pero que creyeron transitoria.
La desesperación inicial de unos pocos se ha trocado en desesperanza congénita de la mayoría y, con el tiempo, cada vez más compatriotas tratan de encontrar, en otras latitudes, los espacios y perspectivas que les son negados en su tierra.
Las hoy crecientes y, a veces, irreflexivas ansias migratorias están matizadas por elementos sui géneris inquietantes.
La intención de establecerse, permanente o indefinidamente, en otra nación implica para nuestros ciudadanos, la pérdida del derecho de residencia, lo que se expresa en el inédito status jurídico de “salida definitiva del país” que conlleva, además, al despojo de todos los bienes patrimoniales y valores materiales del emigrado.
El Gobierno se abroga el derecho de autorizar o no la salida al extranjero por cualquier concepto y, además, cobra altas sumas en divisa por cada trámite de viaje al exterior.
Así los que dan el paso definitorio ―a veces definitivo― deben renunciar, de hecho, a su nacionalidad y a su patrimonio, y pagar en moneda extranjera el derecho al desarraigo.
Es significativo que hasta los “elegidos y privilegiados” de un sistema ideológicamente estratificado, escapen por cualquier vía en busca de la libertad individual, ese valor insustituible cuya ausencia ahoga, incluso, a los incapaces de definirla conceptual o teóricamente.
Hoy, procurando lavar imagen y lucrar con la prosperidad alcanzada por muchos hermanos allende los mares, las autoridades califican nuestra profusa emigración como “económica”, lo cual se contradice de manera rampante con el reiterado discurso de las garantías sociales y la seguridad material.
Aunque cada vez más cubanos utilicen el matrimonio, la visita familiar o las misiones oficiales para escapar de tan costosas garantías y seguridades, no huelga recordar que nunca un emigrado económico debió pedir permiso a un gobierno para volver a su patria.
Nuevamente el destierro es para nosotros humillante y trágico, aunque muchas veces otras angustias y necesidades nos impidan reparar en ello. La realidad supera los debates y las conceptualizaciones. Lo verdaderamente preocupante son los miles de compatriotas que hoy desandan el planeta a medio camino entre el legítimo deseo de realización personal y la nostalgia insuperable por una tierra que nunca fue de emigrantes
elical2004@yahoo.es

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