Están haciéndose ver, a cualquier hora del día o de la noche, en las principales arterias de la Capital, despliegues de fuerzas de la llamada Policía Especial. Visten de negro y lucen un monograma en el hombro de la camisa con un frenético gallo de pelea. Se colocan a intervalos de 25/30 metros, acompañado cada uno por un imponente perro pastor y permanecen en disciplinado silencio. Los transeúntes por supuesto no se atreven a preguntarles nada, aunque miran intrigados en todas direcciones, sin encontrar el motivo del zafarrancho. Algunos se conforman con suponer que se trata de un ensayo para filmar otro episodio de Tras la Huella (serial televisivo producido por el MININT), pero otros creen que se trata de una exhibición de fuerzas represivas, destinada a transferirle a la aparentemente inofensiva población parte del miedo que cunde en el Alto Mando. ¡Parece mentira, con el apoyo de más del 90% con que según sus peculiares elecciones cuentan!
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En una mini-cafetería del Vedado, el joven dependiente comenta con un cliente:
._Viste, ahora sí Santiago se fue del aire completo…
._Van a tener que jugar con los juveniles – contesta el otro.
Para frustración de este reportero, no entraron en detalles.
CHISTE
Moscú, una noche cualquiera de 1938. Tocan rotundamente a la puerta de una habitación en una residencia colectiva. Abre un sujeto soñoliento y se encuentra con otro de gabán y sombrero negro, que le espeta a boca de jarro: ¿Es usted Porfirio Porfirovich? A lo que el primero, ya del todo despierto, le responde, con alivio, No, al lado. Iván Ivanovich, que así se llama nuestro héroe, recordará toda su vida aquel instante de una noche cualquiera como el más feliz de su existencia.
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