jueves, 2 de julio de 2009

SINFONÍAS ALBAÑALES, Víctor Manuel Domínguez




Centro Habana, La Habana, julio 2 de 2009 (SDP) El Preludio en Fo mayor para oídos indiscretos dejó inaugurada la temporada de conciertos en el Teatro Auditórium Amadeo Roldán, de Calzada y D, en la capital cubana.

La pieza musical, escrita para piano y orquesta por el maestro Ludwig Van Mofeta, en homenaje al viejo salidero que con frecuencia inunda las áreas del teatro, precedió al primer movimiento de una protesta coral interpretada por los vecinos y concurrentes a la instalación.

Seguidamente, bajo la batuta de Amadeo Pestón y con un solo de piano a cargo de Aurorita Blanco del Tufillo, la Orquesta de Cámara Antigás de los Servicios Comunales del Vedado, atacó la Fuga de aguas negras en compases líquidos y sólidos que hicieron ponerse de pie y taparse la nariz por la emoción al infectado público.

Inscriptas en las Jornadas de Sinfonías Albañales que sin reposo contrapuntean la música del Auditórium y los calderones que alimentan el olfato de negras, blancas, corcheas, fusas, semi-fusas y confusas personas vecinas del lugar, las piezas musicales integraron las partituras de la Ópera de los malos olores

El Amadeo Roldán, cerrado por más de dos décadas a causa de un atentado en la década de los años 70, incluye en su multimillonario remozamiento este laguito de aguas albañales que, como un simpático surtidor, baña en melodías pestilentes desde su reapertura hace apenas una década, el calzado y olfato de quiénes gustan de la música clásica.

Pero nada es tan placentero como sentir a plenitud la fragante sinfonía Los aromas mortales (para ñatos y narifinos). Detenerse a escuchar con los ojos llorosos por el escozor la Fuga de un asno pestilente, o disfrutar los arpegios de una tubería que estalla y preludia la obertura Olores Perros.

Por eso apesadumbra que una melómana frustrada que optó por escuchar rumba y reggaetón pese a vivir cercana al Auditórium, denuncie al periódico Juventud Rebelde, como un acto de desafinación masivo, la mezcla de olores y sonidos que confluyen mortales en Calzada y D.

Denominar hediondos desconciertos estas veladas culturales donde se interpretan arias como “Los hedores y andares de una hiena en celo” (de la ópera Aída huele a cacafuaca), es atentar contra el derecho de las tuberías a reventarse y correr por la acera.

Si la cultura no tiene hora ni lugar fijo, como dice la humorista de Servicios Comunales, Cuquita La Mora, las Sinfonías Albañales tampoco, repetía el maestro Van Mofeta mientras sus admiradores, con las aguas negras y pestilentes por encima de las rodillas, lo sacaban en hombros del teatro.
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