jueves, 20 de agosto de 2009

COLONIA-FACTORÍA: ¿UN TÉRMINO EN DESUSO? Frank Cosme

Santos Suárez, La Habana, 20 de agosto de 2009, (SDP) En 1913 y en 1918 aparecieron dos trabajos realizados por uno de los periodistas cubanos más renombrados de principios del siglo XX, José Sixto Sola. Los aludidos artículos son: “El pesimismo cubano” y “Pensando en Cuba”. Observe las fechas, amigo lector, y de paso, también los títulos.

La referencia de estos artículos fue tomada de una revista Carteles de junio de1933, tres meses antes del derrocamiento del régimen de Machado.

Hurgar en los antiguos artículos periodísticos es la clave al paso del tiempo para la construcción de una historia más veraz. Comprobar décadas después la razón que tuvieron apologistas o detractores de un determinado asunto vivido por ellos, nos muestra como se mueven las fuerzas del pensamiento en una sola dirección, la verdad. A veces esta, entorpecida, retrocede, pero a la larga vuelve a avanzar.

En algunos casos, como el de nuestro país, esta verdad avanza muy poco debido en su mayor parte, a la forma poco práctica en que ha sido redactada nuestra historia. Ha sido ocultada en algunas ocasiones y deformada en otras, lo que origina confusión y desconocimiento. Acontecimientos que han sucedido vuelven a suceder y es que simplemente, los cubanos no hemos entendido nada las advertencias que nos hizo José Martí en su artículo aparecido en el periódico Patria y titulado “Ciegos y Desleales”.

José Sixto Sola, como en una máquina del tiempo, nos traslada a la primera década de vida de la República de Cuba. Con acierto, Sola atribuye el origen del pesimismo criollo y “otros males” al concepto de Colonia-Factoría que se implantó en Cuba por espacio de 400 años.

Aclara también, con dominio del sentido común, que por regla general, el peninsular estimaba a Cuba como un lugar de tránsito, bueno solo para sus proezas de mercader y para llevarse más tarde las riquezas atesoradas y disfrutarlas en la madre patria. Explica Sola: “Por eso vemos que durante el tiempo del régimen colonial, todo en Cuba parecía provisional y dispuesto para ser abandonado en cualquier momento, la pobreza de los edificios comerciales construidos por estos reconoce ese fenómeno”.

Al parecer esta costumbre continuó ya entrada la república, pues aquellos que tenemos unos añitos recordamos que El Encanto fue una de las tiendas más famosas de La Habana. Por la calle Galiano, donde estaba el letrero de esta tienda, una especie de jardines colgantes ayudaban a resaltar la belleza del edificio. Que sorpresa se llevaron los residentes de La Habana cuando días después del incendio intencional ocurrido a inicios de la década del 60, solo quedaron hierros retorcidos. El edificio había sido construido en su mayor parte con madera y forrado en un material conocido en aquella época como cartón piedra, sumamente combustible, pero de un efecto tan sólido que parecía concreto.

Otro pensador más conocido todavía, Enrique José Varona, en su ensayo “Mirando en Torno” alerta: “Mayor será nuestro estancamiento si no trabajamos para ir desbrozando el enmarañado yerbajo que por toda la República extiende esta prolongación de Colonia-Factoría que vivimos y que amenaza con la total desintegración de nuestra nacionalidad”. Varona no solo se refería a España, cuyo dominio económico seguía latente en nuestra isla, sino también al reciente dominio de Estados Unidos. Y continuaba diciendo Varona: “Jamás podrá ser feliz el pueblo cuyos hijos se conformen con llevar siempre la vida triste y despreciable de colonos de una factoría”.

Pienso que no hay que ser muy avispados para darse cuenta que con solo cambiar las fechas, los referidos artículos son tan actuales como hace casi 100 años. El escenario es el mismo. Uno de los artistas sigue ahí como hace 500 años, el otro fue sustituido pero el sustituto también se retiró, dejando tras de sí los perfectos recogedores de escombros que en todas las épocas aciagas surgen buscando como enriquecerse.

De esta herencia de colonia-factoría, casi habíamos salido en los años 50 como consecuencia de la revolución del 1933. Otra revolución, la de 1959, en un principio nacionalista, derivó hacia un socialismo de corte leninista que la historia demostró en Europa en 1989 que no funcionaba. La suma de los vestigios de colonia-factoría que todavía nos quedaba, más el concepto de control total de este citado socialismo no ha hecho más que reproducir el enmarañado yerbajo que, como expresó Varona, es la causa de nuestro estancamiento. primaveradigital@gmail.com

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