jueves, 13 de agosto de 2009

EL PICHÓN NO QUIERE SALIR DEL NIDO, Manuel Damián Ortiz


Arroyo Naranjo, La Habana, agosto de 2009 (SDP) Luego que Raúl Castro sucediera en el poder a su hermano, iniciaron nuevos espacios promocionales en la TVC. En los spots publicitarios se expresa más manifiestamente en qué sentido va encaminada la gestión gubernamental del nuevo mandatario que en las intervenciones, declaraciones y arengas oficiales que ha realizado con esta intención. El señor no es hombre de numerosas palabras, hecho muy alarmante para quien conoce que el pensamiento se realiza precisamente con palabras.

Las promociones están enfocadas fundamentalmente en difundir por lo claro que los jóvenes cubanos en edad laboral no quieren trabajar, que el envejecimiento de la población cubana aumenta vertiginosamente, que estos dos factores, unidos a la gran crisis económica global, empeoran el empobrecimiento en que vive la familia cubana, que las tierras están ociosas, que existe una gran cantidad de puestos de trabajos vacantes y que si se cultivaran las tierras y se ocuparan los puestos de trabajo, esto generaría de por sí, más bienestar a la sociedad en general.

En tal sentido, los Ministerios de Justicia, Trabajo y Seguridad Social y otras entidades, han realizado los ajustes y reestructuraciones pertinentes para suprimir las trabas legales y burocráticas, que a su entender, viabilizarían la solución a tales problemas.

La Policía Nacional Revolucionaria ha enarbolado nuevamente la llamada acta de advertencia, el aviso previo a la sanción de cuatro años de privación de libertad, por la conocida ley de peligrosidad. Por otro lado, han arreciado las interminables redadas contra todas las actividades lucrativas donde pudiera intervenir algún hecho ilícito: zapateros, carpinteros, chapistas, mecánicos, vendedores ambulantes, dueños de paladares, de casas de alquiler. Cuentapropistas en general han sido afectados y se les ha retirado el permiso para realizar la actividad. Un sin número de fábricas clandestinas de cigarros, tabacos, ron, muebles, objetos de plástico, etc. han sido desmanteladas y los responsables, encarcelados o multados.

Los trabajadores sociales priorizan la labor de visitar uno por uno a aquellas personas en edad laboral que se encuentren desvinculados laboralmente, con la intención de incorporarlos a algún centro de trabajo.

El régimen la ha emprendido contra todas las formas que el cubano ha generado para desentenderse del estado y obtener mayor bienestar que el que este le ofrece.
Quienes garantizan el plato de comida en la mayoría de los hogares cubanos de hoy son la llamada población envejecida. Aún después de pasada su edad de jubilación, continúan activos laboralmente, incluso en dos empleos.

Precisamente estos son muchos de aquellos que antes de regresar victoriosos de las arenas de Playa Girón, concurrieron enérgicos a proclamar la instauración del socialismo y le otorgaron a su líder Fidel Castro la potestad de convertir el trabajo creador, generador de bienestar y riquezas, en esclavitud, sometimiento y miseria. Le dieron además el poder de perseguir, asesinar, encarcelar, y expulsar del país a millones de cubanos.
Si unos no hubieran sido fusilados o muertos en las prisiones, y otros pudieran salir del fondo del Estrecho de la Florida o del estómago de los tiburones y el resto no permaneciera en el exilio, lograrían un proporcional equilibrio de edades y fuerza de trabajo en la población.

Paradójicamente, ajenos a su error, es la población envejecida quien clama a gritos que los pichones dejen de estar con la boca abierta y que salgan del nido a buscar su comida. Ya no pueden más. Han pagado doblemente por su error al tener que llevar sobre sus hombros a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
primaveradigital@gmail.com

foto: Manuel Damián Ortiz

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