El Vedado, La Habana, 13 de agosto de 2009, (SDP) Desde 2004, el principal interlocutor europeo con Latinoamérica es Miguel Moratinos, el canciller de España. El pasado 29 de julio, Moratinos selló en Caracas, con un abrazo al “Comandante” Hugo Chávez, la alianza estratégica. Dos días después, la Asamblea Nacional Bolivariana presentó el proyecto de Ley Especial contra Delitos Mediáticos. Una vuelta de tuerca a la limitación de las libertades democráticas.
No es extraordinario. Mientras más presionan los líderes antidemocráticos latinoamericanos como Chávez, Correa, Morales, Ortega y Castro, a sus sociedades, más complacientes con ellos se vuelve la UE.
Otra actitud asumen con los que en condiciones muy difíciles defienden la democracia. Así pasó con la interrupción presidencial en Honduras, tras la cual el Presidente Manuel Zelaya fue sustituido por el Presidente del Congreso, Roberto Micheletti.
Ante las prudentes medidas tomadas por el nuevo gobierno para mantener la constitucionalidad en la nación centroamericana, la UE de la mano de España, condenó de inmediato el hecho, no reconoció al nuevo gobierno y retiró a los embajadores, aunque se dieran todas las garantías de continuar el proceso a concluir en el mes de noviembre de 2009, con la elección del nuevo presidente. De esa manera, se unió al Coro de Cassandras, que apoyan el discurso del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez y de su ordenanza, el Secretario General de la OEA, Miguel Insulza.
Bruselas, empujada por Madrid, pierde cada vez más protagonismo en el área latinoamericana, aunque se ufane en afirmar que propone en todos los acuerdos e instrumentos de cooperación, la condicionalidad democrática. La clausula se convierte en un discurso retórico a través de las conductas de los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela y Cuba, forjadores del frente antidemocrático, que ahora llaman Alianza Bolivariana (ALBA). Este presentó credenciales durante la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile de 2007. Sus acciones posteriores en marcos internacionales solo acrecientan sus méritos.
El vacío del discurso de la UE se debe a no resolver a su interior los criterios para su uso ni su efectividad ante situaciones de conflicto. En la aplicación de sanciones no siempre se usa el mismo rasero, los ejemplos de Cuba y Nicaragua son paradigmas. Sobre esta última pesa una supresión de la ayuda presupuestaria de la UE desde el fraude electoral en las elecciones municipales de noviembre de 2008. Esa medida no hizo mella en el “Comandante” Daniel Ortega, gracias a que el Comandante Hugo Chávez, cubrió inmediatamente el déficit sustanciosamente. Es más, en respuesta la crisis hondureña, durante la celebración del 30 aniversario de la revolución sandinista, Ortega lanzó la propuesta de reforma constitucional para postularse de manera consecutiva y convirtió su territorio en “cabeza de playa” de los opositores hondureños, en violación de todos los convenios internacionales.
Durante los días previos a la interrupción presidencial, la diplomacia europea estuvo presente, apoyando los intentos populistas del ex presidente Zelaya. Las mejores señales internacionales fueron el mantenimiento del “dialogo crítico” con el gobierno militar de La Habana, la suspensión de las sanciones impuestas luego de la represión de la primavera negra de 2003 y los fusilamientos tras juicios sumarios, todo después que el gobierno comunista no cediera en un solo punto de la liberalización de la sociedad y el respeto de los derechos humanos. Además de la no condena a Venezuela y Ecuador, por su interferencia en los asuntos internos colombianos y su apoyo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), considerada un grupo narcoterrorista.
La urgente petición de la cancillería española de retirada conjunta de embajadores europeos de Tegucigalpa contrasta con la permanencia y ampliación de los lazos con la Habana y Caracas. Las huestes chavistas-zelayistas interpretaron que la UE aceptaría como hechos consumados las acciones anticonstitucionales planeadas y siguieron adelante. Un mes después se puede decir que no se equivocaron.
A lo anterior se suma la actitud de Benita Ferrero. La Comisaria Europea rápidamente tomó medidas para congelar y suspender las negociaciones con Honduras. Días después visitaba La Habana, se reunía con las más altas autoridades, dejaba a las fuerzas democráticas fuera de su agenda, y al preso político de los 75, Ariel Zigler Amaya, en lamentable estado de salud.
Cuando se mira atrás, a los conflictos centroamericanos de la década de los ochenta del siglo XX, algunos tienden a avalar a Europa de su solución. Sin embargo, fue la posición clara en defensa de la democracia del Presidente Ronald Reagan quien desbarató las dictaduras latinoamericanas y los grupúsculos facciosos de izquierda. Lo hizo público el ex presidente de El Salvador, Francisco Flores, en la Cumbre iberoamericana de Panamá (2000), al poner en su sitio a la dictadura cubana y acusar directamente al ex Presidente Fidel Castro de la violencia y la muerte en Centroamérica.
Ante el comportamiento de la UE en Centroamérica, surge una pregunta hipotética. ¿Cual sería su actitud si un grupo cívico-militar depone a la monarquía de los Castro? Ante la incierta respuesta, conviene estimular a las democracias europeas en su apoyo a las homólogas hemisféricas.
aleagapesant@yahoo.es
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