Boyeros, La Habana, 27 de agosto de 2009, (SDP) La caballería se desarrolló y tuvo sus manifestaciones más destacadas en el siglo XIII. Se difundió a lo largo y ancho de Europa y de la Tierra Santa, e influyó en la literatura popular.
Como cualquier otra profesión, la de caballero se aprendía mediante la instrucción desde muy corta edad. Para ellos no existía dolor que los afligiera.
Los caballeros y nobles convertidos en soldados fundaron organizaciones conocidas como “Ordenes”. Las mismas estaban sujetas a los principios del honor. De igual manera, los méritos que debían reunir sus integrantes, respondían a las normas vigentes en una sociedad predominantemente religiosa.
Aunque separado en el tiempo y con culturas diferentes, las normas de conducta a la que debían de atenerse los nobles guerreros japoneses o Samuráis, conocidas como “Bushido, marcaba estrictos códigos de ética en que sobresalía la rectitud, perseverancia, lealtad y honor. Los que trasgredían el Bushido tenían obligatoriamente que recurrir al suicidio mediante el “Harakiri”.
En Occidente, en el caso de los caballeros, el honor mancillado se saldaba con el duelo.
La literatura en torno a la caballería y los caballeros, fue copiosa. Sobresale “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Los argumentos de todas las novelas de caballería, con mayor o menor intensidad, giran en torno al culto a las damas y la interrelación constante de las imágenes del amor y de la muerte. Se exalta en ellas la figura heroica del caballero, capaz de hacer justicia, vengar la traición y, en definitiva, hacer que el mundo vuelva al orden que fija la virtud y el honor.
De las órdenes conocidas, la que alcanzó mayor poder en el siglo XIII fue la de los “Caballeros Templarios”, convertida en protectora de los cruzados y peregrinos. Fueron los guardianes del dinero y los bienes que se movían entre Europa y la Tierra Santa. Alcanzaron tal desarrollo y poder que fueron los primeros banqueros de la Edad Media. Por esta labor lograron a amasar considerables fortunas.
La riqueza de los Templarios desató la envidia, la codicias, la intriga de reyes, papas y nobles, que arruinados por las fracasadas cruzadas, activaron la maquinaria para liquidar la Orden. Se acusó falsamente a los Caballeros Templarios de herejías, prácticas satánicas y cientos de ellos fueron torturados y quemados en la hoguera. Todos sus bienes fueron confiscados y repartidos entre los mejores postores.
Trascurrido 10 siglos del surgimiento de las ordenes de caballerías y del Bushido, en plena expansión de las sociedades posmodernas, en que cobra mayor auge la Tecnología de la Información y las Comunicaciones y como resultado de ellas, surgen nuevos redimensionamientos que marcan los valores humanos, tales como la verdad, la razón y la fe, que combinados, definen los comportamientos de las personas.
Estas originales maneras de proceder, en la que muchas empiezan a engrosar el inventario humanista del siglo XXI, afortunadamente se están desmarcando de los lastres dejados como herencia perniciosa y maldita de un socialismo materialista y salvaje y la dictadura totalitaria y deshumanizada que cruelmente tiene sometido al pueblo cubano. Uno y otra han dejado terribles huellas en el alma y la conducta de los cubanos. Por ello, los elementos más avanzados y pragmáticos de la sociedad civil y la oposición han tomado la decisión de buscar herramientas que permitan instrumentar nuevas reglas morales de actuación, en que el honor, la virtud y la probidad ética sean las cartas de presentación de los ciudadanos.
Pero resulta inaudito que personas que han sufrido en carne propia los desmanes del régimen cubano y que no han dejado de luchar contra él, en determinados momentos asuman conductas que dejan mucho que desear y que nada tienen que ver con el honor, la rectitud y la lealtad de la palabra que en un momento se comprometieron a cumplir.
En todo este batallar contra un régimen totalitario que ahora está en las últimas, diversas organizaciones de la sociedad civil y de la oposición, en sus actuaciones, no han dejado ninguna duda acerca de que lo que persiguen es un cambio de la alienante realidad existente. Por su tenacidad y transparencia, por su eficiente desempeño, han atesorado un apreciable capital como resultado de una audaz combinación de inteligencia y trabajo creativo, y se han convertido en referentes de las futuras instituciones que necesitará la Cuba democrática.
En los momentos que más se necesita el empleo de la verdad, la moral y la honestidad como las armas más indicadas para combatir la mas deleznable dictadura que oprime al pueblo cubano, te encuentras a opositores que asumen posturas asociadas a la envidia, la codicia, las intrigas y la difamación como repudiables manera de actuar para imponer sus falsas verdades. Son actitudes totalmente contrarias a las virtudes que se adjudicaban los caballeros y samuráis cuyo proceder estaba asociado a la hidalguía y los más elevados valores éticos y morales. Tal forma honrosa de proceder, aunque distante en el tiempo, es la que necesitan determinados políticos que hoy luchan contra la dictadura castrista.
Como cualquier otra profesión, la de caballero se aprendía mediante la instrucción desde muy corta edad. Para ellos no existía dolor que los afligiera.
Los caballeros y nobles convertidos en soldados fundaron organizaciones conocidas como “Ordenes”. Las mismas estaban sujetas a los principios del honor. De igual manera, los méritos que debían reunir sus integrantes, respondían a las normas vigentes en una sociedad predominantemente religiosa.
Aunque separado en el tiempo y con culturas diferentes, las normas de conducta a la que debían de atenerse los nobles guerreros japoneses o Samuráis, conocidas como “Bushido, marcaba estrictos códigos de ética en que sobresalía la rectitud, perseverancia, lealtad y honor. Los que trasgredían el Bushido tenían obligatoriamente que recurrir al suicidio mediante el “Harakiri”.
En Occidente, en el caso de los caballeros, el honor mancillado se saldaba con el duelo.
La literatura en torno a la caballería y los caballeros, fue copiosa. Sobresale “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. Los argumentos de todas las novelas de caballería, con mayor o menor intensidad, giran en torno al culto a las damas y la interrelación constante de las imágenes del amor y de la muerte. Se exalta en ellas la figura heroica del caballero, capaz de hacer justicia, vengar la traición y, en definitiva, hacer que el mundo vuelva al orden que fija la virtud y el honor.
De las órdenes conocidas, la que alcanzó mayor poder en el siglo XIII fue la de los “Caballeros Templarios”, convertida en protectora de los cruzados y peregrinos. Fueron los guardianes del dinero y los bienes que se movían entre Europa y la Tierra Santa. Alcanzaron tal desarrollo y poder que fueron los primeros banqueros de la Edad Media. Por esta labor lograron a amasar considerables fortunas.
La riqueza de los Templarios desató la envidia, la codicias, la intriga de reyes, papas y nobles, que arruinados por las fracasadas cruzadas, activaron la maquinaria para liquidar la Orden. Se acusó falsamente a los Caballeros Templarios de herejías, prácticas satánicas y cientos de ellos fueron torturados y quemados en la hoguera. Todos sus bienes fueron confiscados y repartidos entre los mejores postores.
Trascurrido 10 siglos del surgimiento de las ordenes de caballerías y del Bushido, en plena expansión de las sociedades posmodernas, en que cobra mayor auge la Tecnología de la Información y las Comunicaciones y como resultado de ellas, surgen nuevos redimensionamientos que marcan los valores humanos, tales como la verdad, la razón y la fe, que combinados, definen los comportamientos de las personas.
Estas originales maneras de proceder, en la que muchas empiezan a engrosar el inventario humanista del siglo XXI, afortunadamente se están desmarcando de los lastres dejados como herencia perniciosa y maldita de un socialismo materialista y salvaje y la dictadura totalitaria y deshumanizada que cruelmente tiene sometido al pueblo cubano. Uno y otra han dejado terribles huellas en el alma y la conducta de los cubanos. Por ello, los elementos más avanzados y pragmáticos de la sociedad civil y la oposición han tomado la decisión de buscar herramientas que permitan instrumentar nuevas reglas morales de actuación, en que el honor, la virtud y la probidad ética sean las cartas de presentación de los ciudadanos.
Pero resulta inaudito que personas que han sufrido en carne propia los desmanes del régimen cubano y que no han dejado de luchar contra él, en determinados momentos asuman conductas que dejan mucho que desear y que nada tienen que ver con el honor, la rectitud y la lealtad de la palabra que en un momento se comprometieron a cumplir.
En todo este batallar contra un régimen totalitario que ahora está en las últimas, diversas organizaciones de la sociedad civil y de la oposición, en sus actuaciones, no han dejado ninguna duda acerca de que lo que persiguen es un cambio de la alienante realidad existente. Por su tenacidad y transparencia, por su eficiente desempeño, han atesorado un apreciable capital como resultado de una audaz combinación de inteligencia y trabajo creativo, y se han convertido en referentes de las futuras instituciones que necesitará la Cuba democrática.
En los momentos que más se necesita el empleo de la verdad, la moral y la honestidad como las armas más indicadas para combatir la mas deleznable dictadura que oprime al pueblo cubano, te encuentras a opositores que asumen posturas asociadas a la envidia, la codicia, las intrigas y la difamación como repudiables manera de actuar para imponer sus falsas verdades. Son actitudes totalmente contrarias a las virtudes que se adjudicaban los caballeros y samuráis cuyo proceder estaba asociado a la hidalguía y los más elevados valores éticos y morales. Tal forma honrosa de proceder, aunque distante en el tiempo, es la que necesitan determinados políticos que hoy luchan contra la dictadura castrista.
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