Centro Habana, La Habana, 20 de agosto de 2009, (SDP) En la isla de Cuba o República de Todojode no es fácil salir de vacaciones.
Si digo esto es porque al regresar de un recorrido por un lugar de la Rampa de cuyos precios en CUC no quiero recordarme, hallé sobre mi buró una inquietante nota que decía:
“Nefasto, ahora que ya no tenemos pito ni bolsas, y se nos ha entumecido la lengua, es que han decidido enviarnos unas minervas”.
Alarmado al pensar que habían confundido la redacción del semanario La bola incendiaria con una de las diez mil consultorías de junta-parejas abiertas en la capital por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), busqué quién firmaba la nota y para mi alivio leí, algo borroso por una mancha de café: “Los carteros”.
Más tranquilo, y después de tomar un sorbo de refresco instantáneo Toqui con color a polvo de adoquín y sabor a suela de zapato, adquirido por diez centavos CUC, decidí adentrarme en el asunto.
El problema está en que diez carteros de Placetas, en Villa Clara, han denunciado que en vez de trabajar para que les paguen, pagan para realizar su trabajo, y están en desacuerdo con ese enroque proletario que siempre los hace recibir un jaque mate administrativo.
Según los despitados (no tienen silbatos) carteros placeteños, a parte de no tener pito, bolsas, ni lengua de tanto reclamar al sindicato, el partido y la administración de su centro laboral, tienen que adquirir las gomas, las cámaras y demás componentes de sus bicicletas con dinero de su bolsillo y a elevados precios en moneda nacional.
“Pero como si fuera poco, argumentan levantando furiosos sus inservibles instrumentos hacia el rostro de su directora, sin estos medios de trabajo tenemos que recorrer largas distancias, llamar a cientos de vecinos, y entregarles prensa y correspondencia, pagar a domicilio pensiones de jubilados, y cobrar el teléfono y la electricidad”.
En lugar de carteros, consideran que los emplean como a correveidile de la correomanía y el despelote socio laboral en que se hunde la institución.
Nada de pagos por multioficio, horas extras o sobrecumplimiento. Jamás el mínimo gesto por hacer que suene la tan cacareada atención al hombre, pitan de ira y sin silbatos los carteros.
Pero la realidad no es así. O al menos, eso dicen los administrativos del lugar.
Según la directora de Relaciones Públicas de Correos de Cuba, esa entidad no ha estado ajena a la situación. Es decir, saben que los carteros pasan más trabajo que un puerco a sogas o un piojo en la cabeza de un calvo, y nada hacen, o pueden hacer.
La cuestión es que ella sostuvo una reunión con los directivos de la fábrica cubana de bicicletas Minerva, y allí se comprobó el incumplimiento en el suministro de piezas de repuesto para las de los andarines- carteros.
La razón: como consecuencia de las deudas acumuladas, los suministradores foráneos interrumpieron sus entregas.
Es decir, que las tracatanadas, el despilfarro, el desvío de recursos y la improductividad de otros, la pagan con la suela de los zapatos y los pelaos en la lengua los alegres carteros.
La verdad es que deben reconocer que están en Cuba. Y aquí, si no es por el sempiterno bloqueo, el paso de un ciclón, el hueco en la capa de ozono, las malcriadeces del niño y la niña, o el descongelamiento de las nieves del Kilimanjaro, siempre aparecerá algo que tire al trabajador contra las cuerdas, y en el caso de ustedes, les ponga un esparadrapo en la lengua.
Mi consejo es que si en Placeta aún queda vivo algún caballo, un burro, o siquiera una chiva, vayan aprendiendo a cabalgar porque ese será su destino.
En cuanto al pito o silbato, cámbienlo por una matraca o un tambor, que también hacen bastante bulla y podrán alertar de su llegada a los pensionados.
La bolsa no. Esa consérvenla, que servirá para recoger sus bártulos cuando el sindicato los expulse por difundir noticias falsas que atentan contra la moral de un colectivo de dirección integrado sólo por militantes del partido.
La bicicleta entréguenla. Eso, si no quieren ser acusados del Rapto de las minervas.
Así que no se calienten más la cabeza. Si la vida es silbar, como dijera el renombrado especialista en giros y telegramas urgentes, Fernando Pérez, los carteros cubanos están obligados a comunicarse a base de chiflidos.
Eso se los aseguro yo, Nefasto, “El cartero con pito”
Si digo esto es porque al regresar de un recorrido por un lugar de la Rampa de cuyos precios en CUC no quiero recordarme, hallé sobre mi buró una inquietante nota que decía:
“Nefasto, ahora que ya no tenemos pito ni bolsas, y se nos ha entumecido la lengua, es que han decidido enviarnos unas minervas”.
Alarmado al pensar que habían confundido la redacción del semanario La bola incendiaria con una de las diez mil consultorías de junta-parejas abiertas en la capital por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), busqué quién firmaba la nota y para mi alivio leí, algo borroso por una mancha de café: “Los carteros”.
Más tranquilo, y después de tomar un sorbo de refresco instantáneo Toqui con color a polvo de adoquín y sabor a suela de zapato, adquirido por diez centavos CUC, decidí adentrarme en el asunto.
El problema está en que diez carteros de Placetas, en Villa Clara, han denunciado que en vez de trabajar para que les paguen, pagan para realizar su trabajo, y están en desacuerdo con ese enroque proletario que siempre los hace recibir un jaque mate administrativo.
Según los despitados (no tienen silbatos) carteros placeteños, a parte de no tener pito, bolsas, ni lengua de tanto reclamar al sindicato, el partido y la administración de su centro laboral, tienen que adquirir las gomas, las cámaras y demás componentes de sus bicicletas con dinero de su bolsillo y a elevados precios en moneda nacional.
“Pero como si fuera poco, argumentan levantando furiosos sus inservibles instrumentos hacia el rostro de su directora, sin estos medios de trabajo tenemos que recorrer largas distancias, llamar a cientos de vecinos, y entregarles prensa y correspondencia, pagar a domicilio pensiones de jubilados, y cobrar el teléfono y la electricidad”.
En lugar de carteros, consideran que los emplean como a correveidile de la correomanía y el despelote socio laboral en que se hunde la institución.
Nada de pagos por multioficio, horas extras o sobrecumplimiento. Jamás el mínimo gesto por hacer que suene la tan cacareada atención al hombre, pitan de ira y sin silbatos los carteros.
Pero la realidad no es así. O al menos, eso dicen los administrativos del lugar.
Según la directora de Relaciones Públicas de Correos de Cuba, esa entidad no ha estado ajena a la situación. Es decir, saben que los carteros pasan más trabajo que un puerco a sogas o un piojo en la cabeza de un calvo, y nada hacen, o pueden hacer.
La cuestión es que ella sostuvo una reunión con los directivos de la fábrica cubana de bicicletas Minerva, y allí se comprobó el incumplimiento en el suministro de piezas de repuesto para las de los andarines- carteros.
La razón: como consecuencia de las deudas acumuladas, los suministradores foráneos interrumpieron sus entregas.
Es decir, que las tracatanadas, el despilfarro, el desvío de recursos y la improductividad de otros, la pagan con la suela de los zapatos y los pelaos en la lengua los alegres carteros.
La verdad es que deben reconocer que están en Cuba. Y aquí, si no es por el sempiterno bloqueo, el paso de un ciclón, el hueco en la capa de ozono, las malcriadeces del niño y la niña, o el descongelamiento de las nieves del Kilimanjaro, siempre aparecerá algo que tire al trabajador contra las cuerdas, y en el caso de ustedes, les ponga un esparadrapo en la lengua.
Mi consejo es que si en Placeta aún queda vivo algún caballo, un burro, o siquiera una chiva, vayan aprendiendo a cabalgar porque ese será su destino.
En cuanto al pito o silbato, cámbienlo por una matraca o un tambor, que también hacen bastante bulla y podrán alertar de su llegada a los pensionados.
La bolsa no. Esa consérvenla, que servirá para recoger sus bártulos cuando el sindicato los expulse por difundir noticias falsas que atentan contra la moral de un colectivo de dirección integrado sólo por militantes del partido.
La bicicleta entréguenla. Eso, si no quieren ser acusados del Rapto de las minervas.
Así que no se calienten más la cabeza. Si la vida es silbar, como dijera el renombrado especialista en giros y telegramas urgentes, Fernando Pérez, los carteros cubanos están obligados a comunicarse a base de chiflidos.
Eso se los aseguro yo, Nefasto, “El cartero con pito”
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