Arroyo Naranjo, La Habana, agosto 20 de 2009 (SDP) El periódico Juventud Rebelde y una sentida crónica de la poetisa y periodista Tania Díaz Castro dedicada a la desaparecida clínica veterinaria de los hermanos Mayo (en este mismo SDP número 82), me han hecho reflexionar sobre una cuestión que por cotidiana a veces pasamos por alto: la continua crueldad contra los animales domésticos en Cuba.
Contrastaba el periodista Hugo Ríus en un artículo, la deferencia exagerada hasta niveles ridículos que se da a las mascotas en New York (lo pudo constatar durante una visita de trabajo a la Gran Manzana) en relación con la situación de millones de personas en el Tercer Mundo y las zonas más desfavorecidas del Primero (la miseria no es privativa del subdesarrollo).
En Cuba, donde tradicionalmente se adoraba a los animales afectivos, la situación es totalmente distinta. Los perros viven como tales y peor aún, los caballos mal alimentados, aunque sus dueños no puedan sacarlos de una provincia a otra (pero sí azotarlos) tiran de los carretones hasta reventar…Las gallinas prietas, palomas y chivos sacrificados por los santeros… Los gatos negros son cotizados para ciertos trabajos de brujería, pero después del hambre y la degollina de los años del Período Especial, quedan pocos gatos de cualquier color y los que quedan, han aprendido a cuidarse bien…
Datos del Departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública dan cuenta de centenares de miles de perros callejeros, muchos de ellos enfermos, que deambulan por todo el país. La mayoría nacieron en la calle o fueron abandonados por sus dueños porque no tenían con qué alimentarlos o medicamentos para curarlos si enfermaban. ¿Qué iban a tener para los animales si apenas tienen dinero, medicinas ni qué comer?
¿Y las sociedades protectoras de los animales? Bien, gracias…Parece que a fuerza de pobres, nos hacemos más insensibles…
Ante nuestra indiferencia (¡son tantos los problemas!) ya forman parte del paisaje deprimente de cada día los perros y gatos atropellados por los carros, destripados en mitad de las avenidas, sus cuerpos putrefactos, quemados en las cunetas en el mejor de los casos…Dan envidia a los que sobreviven. Canes rengos, mutilados, hambrientos, mugrientos, sarnosos, rebosantes de pulgas y garrapatas. Diestros escarbadores de los contenedores y las lomas de basura, pendientes con su instinto perruno de nuestra mirada o el menor gesto para seguirnos los pasos a casa (quien sabe si se ponen de suerte y logran ablandarnos)…Es más de lo que una persona medianamente sensible (y no necesariamente una poetisa como Tania) puede soportar.
A falta de otras soluciones más humanas para el saneamiento canino, la Dirección de Salud en algunos sitios del país recurre al exterminio masivo e indiscriminado. La sección Acuse de recibo (Juventud Rebelde, 14 de agosto) da cuenta de una carta del lector Jorge Luis Díaz que se queja del envenenamiento masivo de perros (algunos con dueños) en Sagua La Grande, Las Villas, por parte de la Unidad de Higiene del Sectorial de Salud. Jorge Luis deploraba el espectáculo de la agonía de los animales, sus cuerpos que convulsionaban en plena calle y a la luz del día, ante las lágrimas de los niños.
Al respecto, el periódico recoge declaraciones del doctor Isidoro Padilla, director de Salud en Villa Clara, quien respondió a Jorge Luis que la masacre de canes no se volverá a repetir y que “se hacen las coordinaciones para que se lleve a vías de hecho” (¿suena conocida la muela?) la esterilización quirúrgica de los animales.
José Alejandro Rodríguez, que dirige la sección (un periodista que admiro por honesto), no pudo contener su curiosidad por conocer qué organismos asumirán la esterilización y si puede extender a todo el país. El colega advierte que “de no aplicarse integralmente medidas de ese tipo y ante la ausencia de una ley sobre protección de animales, continuarán reproduciéndose los perros callejeros para peligro de la salud humana y también continuarán reproduciéndose crueles prácticas masivas de exterminio”.
El asunto me recordó mi niñez (y parte de mi adolescencia) cuando apedreaba con entusiasmo los carros de Zoonosis que recogían los perros por la ciudad cuando llegaba el petróleo ruso a raudales…
El 15 de agosto, Acuse de recibo se hizo eco de cartas de Susana Aymerich y la cantante Lourdes Torres que se quejan del estado deplorable del Zoológico de la calle 26…Las jaulas vacías, la peste, la basura en las lagunas, “la nata verde donde apenas se ven los cocodrilos”…La ex –integrante del cuarteto Los Modernistas indaga si es cierto que en las mañanas, ante los ojos de los visitantes, alimentan con pollitos vivos a los animales. “De ser cierto es horrible que un niño presencie eso”, dice. El periódico cita a Juan Cepero, director del Zoológico, quien “refuta, pero no argumenta”.
¿Para qué engañarnos? Lo siento por las personas sensibles, estoy con ellas, pero, ¿cómo se va respetar en Cuba la Declaración Universal de Derechos de los Animales si la población apenas conoce sus propios derechos y la policía política reprime a los que reparten ejemplares de la casi proscrita Declaración Universal de los Derechos Humanos?
luicino2004@yahoo.comContrastaba el periodista Hugo Ríus en un artículo, la deferencia exagerada hasta niveles ridículos que se da a las mascotas en New York (lo pudo constatar durante una visita de trabajo a la Gran Manzana) en relación con la situación de millones de personas en el Tercer Mundo y las zonas más desfavorecidas del Primero (la miseria no es privativa del subdesarrollo).
En Cuba, donde tradicionalmente se adoraba a los animales afectivos, la situación es totalmente distinta. Los perros viven como tales y peor aún, los caballos mal alimentados, aunque sus dueños no puedan sacarlos de una provincia a otra (pero sí azotarlos) tiran de los carretones hasta reventar…Las gallinas prietas, palomas y chivos sacrificados por los santeros… Los gatos negros son cotizados para ciertos trabajos de brujería, pero después del hambre y la degollina de los años del Período Especial, quedan pocos gatos de cualquier color y los que quedan, han aprendido a cuidarse bien…
Datos del Departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública dan cuenta de centenares de miles de perros callejeros, muchos de ellos enfermos, que deambulan por todo el país. La mayoría nacieron en la calle o fueron abandonados por sus dueños porque no tenían con qué alimentarlos o medicamentos para curarlos si enfermaban. ¿Qué iban a tener para los animales si apenas tienen dinero, medicinas ni qué comer?
¿Y las sociedades protectoras de los animales? Bien, gracias…Parece que a fuerza de pobres, nos hacemos más insensibles…
Ante nuestra indiferencia (¡son tantos los problemas!) ya forman parte del paisaje deprimente de cada día los perros y gatos atropellados por los carros, destripados en mitad de las avenidas, sus cuerpos putrefactos, quemados en las cunetas en el mejor de los casos…Dan envidia a los que sobreviven. Canes rengos, mutilados, hambrientos, mugrientos, sarnosos, rebosantes de pulgas y garrapatas. Diestros escarbadores de los contenedores y las lomas de basura, pendientes con su instinto perruno de nuestra mirada o el menor gesto para seguirnos los pasos a casa (quien sabe si se ponen de suerte y logran ablandarnos)…Es más de lo que una persona medianamente sensible (y no necesariamente una poetisa como Tania) puede soportar.
A falta de otras soluciones más humanas para el saneamiento canino, la Dirección de Salud en algunos sitios del país recurre al exterminio masivo e indiscriminado. La sección Acuse de recibo (Juventud Rebelde, 14 de agosto) da cuenta de una carta del lector Jorge Luis Díaz que se queja del envenenamiento masivo de perros (algunos con dueños) en Sagua La Grande, Las Villas, por parte de la Unidad de Higiene del Sectorial de Salud. Jorge Luis deploraba el espectáculo de la agonía de los animales, sus cuerpos que convulsionaban en plena calle y a la luz del día, ante las lágrimas de los niños.
Al respecto, el periódico recoge declaraciones del doctor Isidoro Padilla, director de Salud en Villa Clara, quien respondió a Jorge Luis que la masacre de canes no se volverá a repetir y que “se hacen las coordinaciones para que se lleve a vías de hecho” (¿suena conocida la muela?) la esterilización quirúrgica de los animales.
José Alejandro Rodríguez, que dirige la sección (un periodista que admiro por honesto), no pudo contener su curiosidad por conocer qué organismos asumirán la esterilización y si puede extender a todo el país. El colega advierte que “de no aplicarse integralmente medidas de ese tipo y ante la ausencia de una ley sobre protección de animales, continuarán reproduciéndose los perros callejeros para peligro de la salud humana y también continuarán reproduciéndose crueles prácticas masivas de exterminio”.
El asunto me recordó mi niñez (y parte de mi adolescencia) cuando apedreaba con entusiasmo los carros de Zoonosis que recogían los perros por la ciudad cuando llegaba el petróleo ruso a raudales…
El 15 de agosto, Acuse de recibo se hizo eco de cartas de Susana Aymerich y la cantante Lourdes Torres que se quejan del estado deplorable del Zoológico de la calle 26…Las jaulas vacías, la peste, la basura en las lagunas, “la nata verde donde apenas se ven los cocodrilos”…La ex –integrante del cuarteto Los Modernistas indaga si es cierto que en las mañanas, ante los ojos de los visitantes, alimentan con pollitos vivos a los animales. “De ser cierto es horrible que un niño presencie eso”, dice. El periódico cita a Juan Cepero, director del Zoológico, quien “refuta, pero no argumenta”.
¿Para qué engañarnos? Lo siento por las personas sensibles, estoy con ellas, pero, ¿cómo se va respetar en Cuba la Declaración Universal de Derechos de los Animales si la población apenas conoce sus propios derechos y la policía política reprime a los que reparten ejemplares de la casi proscrita Declaración Universal de los Derechos Humanos?
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