La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, agosto 27 del 2009 (SDP) Dentro de la Cuba castrista, la delación como fenómeno social se ha convertido en todo un arte. También la prostitución. Cuando la cuota de alimentación oficial solo alcanza para 12 días de los 30 que trae un mes, entonces todo puede ocurrir entre un hombre y una mujer.
Cada barriada cubana cuenta con por lo menos un chivato oficial, que se enorgullece de delatar a sus convecinos. Por lo general es un viejo ex – combatiente de la Revolución que vio pasar sus mejores momentos en cargos relativamente importantes y que al estar jubilado, proyecta sus frustraciones contra el prójimo.
Existen muchos casos de antiguos oficiales masculinos del Ministerio del Interior (MININT), quienes fueron defenestrados durante la purga de 1989, cuando el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) ocupó sin consideraciones de ningún tipo casi todos los altos, medianos y hasta bajos puestos en el MININT. La inmensa mayoría de estos represores de oficio se derrumbaron psicológicamente ante la perdida súbita de los cargos que ejercían desde los primeros años del poder castrista. No resultó nada fácil para estos hombres y mujeres pasar a ser de pronto unos ciudadanos simples.
Muchos de ellos confiesan en la intimidad a sus más cercanos familiares que lo más doloroso para ellos fue dejar de ser temidos y tenidos en cuenta por la ciudadanía. Al inutilizárseles sus complejas potestades, perdieron el omnisciente poder represivo, cosa que los transformó de represores en reprimidos. Así, estuvieron bajo vigilancia durante un período que duró, en algunos casos 2 años y en otros hasta 7, debido a sus características de personalidad o grado de desconfianza que mostrara la Contra Inteligencia Militar (CIM) en cada caso. Todo dependió del grado de involucramiento con elementos que trajeran ideas aperturistas del socialismo europeo.
Hacia 1994, gran parte de estos destituidos fueron llamados nuevamente a filas a servir a la Revolución Fidelista. Pero no precisamente a sus antiguos cargos, sino que se les dio la oportunidad de denunciar a los elementos delincuenciales o anticastristas en sus respectivos Consejos Populares de residencia. En la mayor parte de los casos, los convocados respondieron afirmativamente, porque conservaban una necesidad acuciante de demostrar poseer algún poder sobre sus semejantes.
Según algunos de sus vecinos, tras el regreso, se han mostrado más recalcitrantes con “lo mal hecho”. Dicen los perjudicados por estos chivatos de la ancianidad, que en ocasiones se vuelven más perseverantes y peligrosos que el propio Jefe de Sector de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Los psicoterapeutas consultados aseguran que es como consecuencia de proyectar sus frustraciones contra los débiles y en ningún momento contra los fuertes del gobierno.
Por lo general, estos vigilantes castristas tienen esposas ancianas y poco sustanciosas o son viudos, mientras que en el peor de los casos fueron abandonados cuando perdieron sus cotizadas responsabilidades. Los viejos combatientes sienten deseos de fornicar por lo que recurren a féminas más jóvenes que viven de lo que se denomina “ilegalidades sociales”, a las que chantajean en el curso de sus negocios del mercado negro en caso de no compresivas con los deseos carnales de ellos.
Con la comercialización de la Viagra y otros fármacos para la erección, estos inescrupulosos delatores pueden hacer uso y abuso de su poder en la comunidad donde viven. Pero no son pocas las extorsiones sexuales que han terminado en tragedia en una ciudad como Santa Clara, debido a que la constante práctica por parte de los chantajistas vestidos de comunistas, quienes padecen variadas enfermedades acordes con sus edades. Muchos de los “accidentes cerebro-vasculares” atendidos en los hospitales son producto de una relación erótica de este tipo.
Es algo surrealista ver acostados en una misma cama en un intenso intercambio sexual a un anciano acérrimo defensor del fidelismo con una prostituta forzada, que odia en lo más profundo de su ser la falta de libertad económica del régimen. No obstante, este intercambio de caricias es otra mascarada para sobrevivir un día más dentro del sistema.
Los chivatos en la isla se han tenido que transformar en verdaderos artistas para adaptarse y sobrevivir, pero los chivateados tampoco se quedan atrás. Ellos también muestran dotes de una inusitada creatividad.
De este tipo de meretriz y de su clientela, los medios de prensa castrista no hablan, porque es perjudicial para su credibilidad. Eso hace que sobrevivan estas diablas apaciguadoras.
cocofari62@yahoo.es
Cada barriada cubana cuenta con por lo menos un chivato oficial, que se enorgullece de delatar a sus convecinos. Por lo general es un viejo ex – combatiente de la Revolución que vio pasar sus mejores momentos en cargos relativamente importantes y que al estar jubilado, proyecta sus frustraciones contra el prójimo.
Existen muchos casos de antiguos oficiales masculinos del Ministerio del Interior (MININT), quienes fueron defenestrados durante la purga de 1989, cuando el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) ocupó sin consideraciones de ningún tipo casi todos los altos, medianos y hasta bajos puestos en el MININT. La inmensa mayoría de estos represores de oficio se derrumbaron psicológicamente ante la perdida súbita de los cargos que ejercían desde los primeros años del poder castrista. No resultó nada fácil para estos hombres y mujeres pasar a ser de pronto unos ciudadanos simples.
Muchos de ellos confiesan en la intimidad a sus más cercanos familiares que lo más doloroso para ellos fue dejar de ser temidos y tenidos en cuenta por la ciudadanía. Al inutilizárseles sus complejas potestades, perdieron el omnisciente poder represivo, cosa que los transformó de represores en reprimidos. Así, estuvieron bajo vigilancia durante un período que duró, en algunos casos 2 años y en otros hasta 7, debido a sus características de personalidad o grado de desconfianza que mostrara la Contra Inteligencia Militar (CIM) en cada caso. Todo dependió del grado de involucramiento con elementos que trajeran ideas aperturistas del socialismo europeo.
Hacia 1994, gran parte de estos destituidos fueron llamados nuevamente a filas a servir a la Revolución Fidelista. Pero no precisamente a sus antiguos cargos, sino que se les dio la oportunidad de denunciar a los elementos delincuenciales o anticastristas en sus respectivos Consejos Populares de residencia. En la mayor parte de los casos, los convocados respondieron afirmativamente, porque conservaban una necesidad acuciante de demostrar poseer algún poder sobre sus semejantes.
Según algunos de sus vecinos, tras el regreso, se han mostrado más recalcitrantes con “lo mal hecho”. Dicen los perjudicados por estos chivatos de la ancianidad, que en ocasiones se vuelven más perseverantes y peligrosos que el propio Jefe de Sector de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Los psicoterapeutas consultados aseguran que es como consecuencia de proyectar sus frustraciones contra los débiles y en ningún momento contra los fuertes del gobierno.
Por lo general, estos vigilantes castristas tienen esposas ancianas y poco sustanciosas o son viudos, mientras que en el peor de los casos fueron abandonados cuando perdieron sus cotizadas responsabilidades. Los viejos combatientes sienten deseos de fornicar por lo que recurren a féminas más jóvenes que viven de lo que se denomina “ilegalidades sociales”, a las que chantajean en el curso de sus negocios del mercado negro en caso de no compresivas con los deseos carnales de ellos.
Con la comercialización de la Viagra y otros fármacos para la erección, estos inescrupulosos delatores pueden hacer uso y abuso de su poder en la comunidad donde viven. Pero no son pocas las extorsiones sexuales que han terminado en tragedia en una ciudad como Santa Clara, debido a que la constante práctica por parte de los chantajistas vestidos de comunistas, quienes padecen variadas enfermedades acordes con sus edades. Muchos de los “accidentes cerebro-vasculares” atendidos en los hospitales son producto de una relación erótica de este tipo.
Es algo surrealista ver acostados en una misma cama en un intenso intercambio sexual a un anciano acérrimo defensor del fidelismo con una prostituta forzada, que odia en lo más profundo de su ser la falta de libertad económica del régimen. No obstante, este intercambio de caricias es otra mascarada para sobrevivir un día más dentro del sistema.
Los chivatos en la isla se han tenido que transformar en verdaderos artistas para adaptarse y sobrevivir, pero los chivateados tampoco se quedan atrás. Ellos también muestran dotes de una inusitada creatividad.
De este tipo de meretriz y de su clientela, los medios de prensa castrista no hablan, porque es perjudicial para su credibilidad. Eso hace que sobrevivan estas diablas apaciguadoras.
cocofari62@yahoo.es
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